La osteoporosis es la enfermedad metabólica ósea más frecuente en nuestra población, caracterizada por un aumento de la fragilidad del hueso y mayor susceptibilidad a fracturas. Habitualmente cursa de forma silente. Si bien la historia clínica y la exploración física constituyen el primer paso de la valoración del paciente, el diagnóstico definitivo, hoy por hoy, se realiza por medio de pruebas complementarias: densitometría (T-score < -2,5) y/o radiografías que confirmen la existencia de fracturas. No hay pruebas específicas de laboratorio. Ante un paciente que no ha sufrido ninguna fractura, se recomienda la búsqueda de factores de riesgo de baja masa ósea (osteopenia, osteoporosis), de fractura y de caídas, y evaluar el riesgo de fractura. El FRAX® de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es una herramienta de evaluación del riesgo de fracturas a 10 años que combina factores de riesgo clínicos con o sin densitometría ósea. La densitometría ósea dual con fuente de rayos X (DXA) de columna y cadera es el método por excelencia para medir la densidad mineral ósea (DMO). El objetivo terapéutico fundamental es evitar la aparición de fracturas. Las medidas no farmacológicas incluyen hacer ejercicio físico, evitar el consumo de tabaco y alcohol, seguir una dieta variada y equilibrada con un aporte adecuado de calcio (1.000 mg/día) y vitamina D (800 UI/día), prevenir las caídas y emplear protectores de cadera en ocasiones. Los fármacos disponibles pueden frenar la destrucción ósea (bifosfonatos, raloxifeno, estrógenos), formar hueso (teriparatida, paratormona, calcitonina) o tener acción dual (ranelato de estroncio). En general, los bifosfonatos son los fármacos de primera elección. La duración del tratamiento farmacológico no está establecida. El seguimiento del paciente implica valorar la adherencia y el cumplimiento del tratamiento, detectar los efectos secundarios y revisar periódicamente la masa ósea (DXA lumbar y cadera). [ABSTRACT FROM AUTHOR]