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Introducción: Diversos estudios afirman que el uso problemático de las redes sociales (UPRS) se asocia con menos felicidad y mayores niveles de ansiedad, depresión, estrés e ideación suicida. El modelo I-PACE (Brand et al., 2019) brinda un marco de referencia para sugerir que ciertas características personales podrían ser relevantes en el estudio del UPRS. El presente trabajo analizó el papel moderador del género en la relación entre las habilidades de la inteligencia emocional y el UPRS. Método: Los participantes fueron 256 adolescentes (61% chicas y 39% chicos) con edades comprendidas entre 14 y 18 años (M = 16,13; DE = 0,89) de la provincia de Málaga. Resultados: Se obtuvieron tres modelos estadísticamente significativos (p < 0,01) para las habilidades de percepción interpersonal (R2 = 0,05; F(4, 251) = 4,55), asimilación (R2 = 0,07; F(4, 251) = 4,01) y regulación emocional (R2 = 0,04; F(4, 251) = 3,33). El modelo de la percepción intrapersonal no fue estadísticamente significativo. En los modelos significativos se observó que el género moderaba la relación con el UPRS. Específicamente, en las chicas se observaron efectos negativos significativos y más fuertes de la asimilación y la regulación emocional sobre el UPRS y en los chicos un efecto positivo significativo y más fuerte de la percepción interpersonal sobre el UPRS. Conclusiones: Nuestros resultados indican que la relación entre las habilidades de la inteligencia emocional y el UPRS depende del género de la persona. En concreto, se halló que en los chicos los niveles más elevados de percepción interpersonal se asocian con un mayor riesgo de UPRS, mientras que en las chicas tener niveles más elevados de asimilación y regulación emocional se asocia con un menor riesgo de UPRS. Nuestros hallazgos sugieren que es necesario tener en cuenta el género de los adolescentes en el diseño de estrategias de promoción de la inteligencia emocional para la prevención del UPRS. Universidad de Málaga. Campus de Excelencia Internacional Andalucía Tech.

Introducción: Para los adolescentes, el entorno educativo es uno de los contextos más significativos y de referencia para la valoración del rendimiento. El engagement académico se define como un estado mental positivo, caracterizado por altos niveles de absorción, vigor y dedicación hacia los estudios. Algunas investigaciones sugieren que el engagement académico es un predictor significativo del rendimiento académico. Por otra parte, la literatura científica indica que el rendimiento académico también se relaciona con algunas características personales. En este sentido, el presente estudio se propuso analizar no sólo los efectos principales de la inteligencia emocional y el engagement sobre el rendimiento académico sino también su posible efecto de interacción. Método: En un diseño transversal, participaron 688 adolescentes con edades comprendidas entre 12 y 18 años de la provincia de Málaga. Se utilizaron cuestionarios de autoinforme para evaluar el engagement académico y la inteligencia emocional. El rendimiento académico se estimó a partir del informe de los adolescentes sobre sus calificaciones de cuatro asignaturas troncales durante el trimestre anterior. Se llevó a cabo un análisis de moderación simple Resultados: Se obtuvo un modelo estadísticamente significativo en el que el engagement se asoció positivamente con el rendimiento académico. Adicionalmente, se observó una interacción positiva y significativa entre la IE y el engagement académico. Conclusiones: Nuestros resultados sugieren que mayores niveles de engagement académico promueven resultados académicos más positivos. Además, se observó que la inteligencia emocional impulsaba esta relación. Por ello, nuestra investigación aporta evidencia para sugerir que incentivar actitudes positivas hacia los estudios, por ejemplo puede ser una estrategia efectiva para promover el rendimiento académico de los adolescentes. Universidad de Málaga. Campus de Excelencia Internacional Andalucía Tech

En la actualidad se considera que los y las adolescentes son la población que más fácilmente adopta y utiliza las tecnologías digitales. Este aspecto coloca a esta población en un riesgo más elevado de desarrollar un uso problemático de dichas tecnologías. El modelo I-PACE (Interaction Person-Affect-Cognition-Execution; Brand et al., 2019) brinda un marco teórico de referencia para comprender cómo el uso problemático de tecnologías digitales puede ser el producto de la interacción entre determinados factores de vulnerabilidad, respuestas afectivas y cognitivas frente al estrés y aspectos vinculados a la función ejecutiva y la toma de decisiones. El presente estudio tuvo por objetivo analizar las relaciones entre un conjunto de recursos personales, algunos indicadores de desajuste psicológico y el uso problemático de smartphones (UPS) y de redes sociales (UPRS) en población adolescente. La muestra estaba compuesta por 420 adolescentes (56,4% mujeres y 43,6% varones) con edades comprendidas entre 12 y 19 años de la provincia de Málaga. Se utilizaron cuestionarios de autoinforme para valorar diversos recursos personales, algunos indicadores de desajuste (ansiedad, estrés y depresión), el UPS y el UPRS. Se condujeron dos análisis de regresión jerárquica por bloques. Los resultados indican que el primer modelo permitió explicar un 27,2% de la varianza en UPS y se observó que la edad, los niveles de depresión, de pensamiento crítico y de regulación emocional predecían significativamente esta variable. El segundo modelo explicó el 19,2% de la varianza en UPRSy los predictores estadísticamente significativos fueron los niveles de depresión y de pensamiento crítico. Los resultados de este estudio aportan evidencia para sugerir que recursos personales, como el pensamiento crítico y la regulación emocional, también contribuyen para explicar este fenómeno y podrían constituir factores protectores frente al uso problemático de tecnologías digitales en los adolescentes. Universidad de Málaga. Campus de Excelencia Internacional Andalucía Tech.

Connecting with peers through social networking sites (SNS) is an intrinsic part of adolescents’ current lives. However, when SNS are used to satisfy distorted psychological needs, problematic social media use (PSMU) may emerge as a negative consequence. The Interaction Person-Affect-Cognition-Execution (I-PACE) model provides theoretical grounds for exploring different pathways that may lead to PSMU. The present study aimed at contributing to this expanding scientific literature by testing a model that considers low emotional intelligence (EI) as a vulnerability factor, stress and maladaptive coping strategies as responses to conflicting situations, and PSMU as a possible negative consequence that adolescents who have difficulties managing stressful situations may present. The sample consisted of 2068 Spanish adolescents (46.2% male, 53.8% female), within the ages of 12 and 19 (M = 14.61, SD = 1.62), who completed self-report measures of the previously mentioned constructs. Model 6 of the PROCESS macro for SPSS was used to test a serial mediation model where EI was the independent variable, stress was the first mediator, maladaptive coping strategies were the second mediator, and PSMU was the outcome variable. Age and sex were entered as covariates. The results indicate that the multiple mediation model accounted for 14.5% of the variance in PSMU (p < 0.001), and that all direct and indirect effects were statistically significant. Our results support that stress and maladaptive coping are underlying mechanisms linking lower EI to PSMU, thus, provide promising ground to better understand and prevent poor social media use among adolescents. Universidad de Málaga. Campus de Excelencia Internacional Andalucía Tech.

Digital technology has numerous advantages for our daily lives. However, inadequate usage may lead to negative psychosocial consequences, such as anxiety and depression symptoms. Adolescents have been considered a vulnerable population since this developmental stage is usually characterized by emotionally charged situations and an increase in risk-taking and sensation seeking behavior. The aim of our study was to examine the potential protective role of emotional intelligence facets in problematic Internet and smartphone users. Participants in the study were 2197 Spanish adolescents (45.9% male, 54.1% female) with a mean age of 14.6 years old (SD = 1.65) from Malaga, Andalusia. Adolescents completed measures of emotional intelligence (WLEIS), problematic Internet use (IAT) and problematic smartphone use (SAS-SV). We conducted two separate logistic regression analyses to determine a problematic usage profile, entering age and sex as covariates, and self-emotion appraisal, other-emotion appraisal, use of emotion and emotion regulation as predictors. For problematic Internet use, our results show that older adolescents with higher other-emotion appraisal and lower use of emotion and emotion regulation are at risk of becoming problematic users. For problematic smartphone use the profile was similar, but also sex emerged as a significant predictor, that is, older female adolescents with higher other-emotion appraisal and lower use of emotion and emotion regulation are at risk of becoming problematic users. In sum, our findings may guide the design of further programs aimed at preventing adolescents’ problematic usage of digital technologies, as they point towards the specific emotional intelligence facets that problematic users need to develop.