La presente investigaciones resultado de las demandas y luchas de la gente. Autores contemporáneos como Medina Revilla (2006) afirman que la interculturalidad también, “es algo más: parte de una tendencia y estrategia regional como global de inclusión reflejada en las políticas estatales y promovidas por organizaciones transnacionales, con fines de apaciguar la oposición.” Estas políticas ya globalizadas, se basan en el reconocimiento, la inclusión e incorporación de la diversidad cultural, no para transformar sino para mantener. Según este punto de vista, la interculturalidad se analiza desde tres perspectivas: la relacional, la funcional y la crítica. La perspectiva relacional se refiere básicamente, al contacto entre culturas, es decir, entre personas, prácticas, saberes, valores y tradiciones culturales distintas, los que podrían darse en condiciones de igualdad o desigualdad. La verdad y la paz tienen una hermana, la paciencia, cuya compañía es agradable como necesaria: vivimos en una Colombia en que la gran mayoría de colombianos nos comportamos bastante mal con: la familia, la compañera, el amor, el otro, y sobre todo con las minorías afro-indígenas y no nos reconocemos en el indio ni en el afro que tenemos en nuestra mezcla; estos pueblos milenarios lo que si tienen como su gran riqueza es “la paciencia del guerrero”. Sin moverse, escuchan y con avidez se concentran en la acción, vigilante, esforzada, modesta, e interesada de verdad en oír “a la pacha mama”. Lo que ha significado algunos pasos atrás, en sus luchas socio-históricas y políticas. El espíritu tutelar cósmico de una verdadera ontología social con la cual podríamos concretar un acuerdo para así poder vivir juntos. La interculturalidad crítica, es una opción educativa, formativa para las libertades, educar para más de lo mismo es negar la esencia de la interculturalidad; la universidad está lejos de potenciar esta dimensión, a los profesores y directivos no les interesa este discurso de la acción, esto es llamado mimetismo. Los contextos plurales son el nuevo escenario de América Latina; el mundo nos ve así, aquí la riqueza es a borbotones, pero la exclusión es la respuesta de todos -inclusive de nosotros – maestros y doctores. Sentar las bases de una nueva realidad es tarea de la universidad pública, con verdaderas autopistas de saber intercultural y, no más como remedo de doctorados y maestrías, calcados de los europeos. La presente investigaciones resultado de las demandas y luchas de la gente. Autores contemporáneos como Medina Revilla (2006) afirman que la interculturalidad también, “es algo más: parte de una tendencia y estrategia regional como global de inclusión reflejada en las políticas estatales y promovidas por organizaciones transnacionales, con fines de apaciguar la oposición.” Estas políticas ya globalizadas, se basan en el reconocimiento, la inclusión e incorporación de la diversidad cultural, no para transformar sino para mantener. Según este punto de vista, la interculturalidad se analiza desde tres perspectivas: la relacional, la funcional y la crítica. La perspectiva relacional se refiere básicamente, al contacto entre culturas, es decir, entre personas, prácticas, saberes, valores y tradiciones culturales distintas, los que podrían darse en condiciones de igualdad o desigualdad. La verdad y la paz tienen una hermana, la paciencia, cuya compañía es agradable como necesaria: vivimos en una Colombia en que la gran mayoría de colombianos nos comportamos bastante mal con: la familia, la compañera, el amor, el otro, y sobre todo con las minorías afro-indígenas y no nos reconocemos en el indio ni en el afro que tenemos en nuestra mezcla; estos pueblos milenarios lo que si tienen como su gran riqueza es “la paciencia del guerrero”. Sin moverse, escuchan y con avidez se concentran en la acción, vigilante, esforzada, modesta, e interesada de verdad en oír “a la pacha mama”. Lo que ha significado algunos pasos atrás, en sus luchas socio-históricas y políticas. El espíritu tutelar cósmico de una verdadera ontología social con la cual podríamos concretar un acuerdo para así poder vivir juntos. La interculturalidad crítica, es una opción educativa, formativa para las libertades, educar para más de lo mismo es negar la esencia de la interculturalidad; la universidad está lejos de potenciar esta dimensión, a los profesores y directivos no les interesa este discurso de la acción, esto es llamado mimetismo. Los contextos plurales son el nuevo escenario de América Latina; el mundo nos ve así, aquí la riqueza es a borbotones, pero la exclusión es la respuesta de todos -inclusive de nosotros – maestros y doctores. Sentar las bases de una nueva realidad es tarea de la universidad pública, con verdaderas autopistas de saber intercultural y, no más como remedo de doctorados y maestrías, calcados de los europeos. A presente investigação é resultado das demandas e lutas das pessoas. Autores contemporâneos como Medina Revilla (2006) afirmam que a interculturalidade também, “es algo más: parte de una tendencia y estrategia regional como global de inclusión reflejada en las políticas estatales y promovidas por organizaciones transnacionales, con fines de apaciguar la oposición”. Estas políticas já globalizadas, se baseiam no reconhecimento, na inclusão e incorporação da diversidade cultural, não para transformar mas para sua manutenção. Assim, a interculturalidade é analizada desde tres perspectivas: a relacional, a funcional e a crítica. A perspectiva relacional se refere basicamente, ao contato entre culturas, quer dizer, entre pessoas, práticas, saberes, valores e tradições culturais distintas, o que poderia dar-se em condições de igualdade ou desigualdade. Verdade e paz têm uma irmã, a paciência, cuja companhia é tão agradável quanto necessária: vivemos em uma Colômbia, onde a grande maioria dos colombianos se comporta muito mal com a família, com sua companheira, o amor, o outro, e, sobretudo com as minorias afro-indígenas, e não reconhecem o índio e o afrocolombiano que temos em nossa constituição; esses povos milenares antigos que têm como sua riqueza “a paciência do guerreiro". Imóveis, escutam e com avidez se concentran na ação vigilante, esforçada, modesta e interessada de verdade em ouvir “a la pacha mama”. O espírito tutelar cósmico de uma verdadeira ontología social com a qual poderíamos concretizar um acordo para assim poder viver juntos. A interculturalidade crítica é uma opção educativa, formativa para as liberdades, educar para mais do mesmo é negar a essência da interculturalidade; a universidade está longe de potencializar esta dimensão, aos professores e equipes diretivas não interessa este discurso da ação, isto é chamado de mimetismo. Os contextos plurais são o novo cenário da América Latina; o mundo nos vê assim, aqui a riqueza é aos borbotões, porém a exclusão é a reposta de todos, inclusive de nós – profesores e doutores. Sentar as bases de uma nova realidade é tarefa da universidade pública, como verdadeiras autopistas do saber intercultural e, não mais como arremedo de doutorados e mestrados, fundamentados nos europeus.