Carta del Director del IAA para Anales 52(1)

Aún en medio de los recurrentes sobresaltos de la pandemia que acechan desde fines de 2019, nuestro Instituto ha podido seguir produciendo su publicación por excelencia, la revista Anales, que alcanza en este año su volumen 52.La persistencia de Anales ha ido de la mano con un creciente despliegue temático: los sucesivos volúmenes se han consagrado a algún encuadre específico dentro de los estudios históricos y estéticos de la arquitectura, la ciudad y el diseño.En esta oportunidad el asunto es nada menos que el paisaje, noción de extraordinario alcance que abarca diversos contextos territoriales, culturales y cronológicos y que, paralela­mente, suscita múltiples incógnitas e hipótesis de trabajo. Pues las diferentes expresiones de paisaje son también situacionales: se inventan, se adjetivan, se renuevan o se redescubren, permanecen como convenciones aceptadas o súbitamente quedan puestas en discusión. Su importancia conceptual, por añadidura, está reforzada por sustentar una de las carreras de grado de nuestra Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo.La intensidad de estas cuestiones se manifiesta de varias maneras. Una, que en el ámbito de los géneros pictóricos, la misma palabra “paisaje” designa a la vez el objeto representado y la modalidad de su representación. Otra, que el término es de frecuente recurso metafórico, como aquellos “paisajes del alma” que Miguel de Unamuno contemplaba y describía como medio para acceder a los estados del ánimo, fueran individuales o colectivos. Por fin, que en sus representaciones hay una continua oscilación entre la imaginación y la percepción, sea en el plano de los discursos instituidos de la técnica, la ciencia y la normativa, sea en el plano de los discursos alternativos del mito y de las artes, usualmente inconmensurables con los primeros.Estas reflexiones permiten advertir que el término “paisaje” adquiere características de símbolo. Ese que, como ha dicho Paul Ricoeur, continuamente da que pensar. El símbolo es inag