Estructuras de plástico

Uno de los mayores avances, sino el mayor, dentro del campo de la arquitectura estructural debe ser en primer lugar el cálculo científico en sí, la implementación de las matemáticas y la física a la arquitectura. Con ello aprendimos a mejorar nuestra forma de construir, de entender por qué las construcciones no se caían y a confirmar la validez de aquellos diseños estructurales que ya dábamos como adecuados. Tras este cambio de paradigma, de lo empírico a lo analítico, cada avance en las estructuras venía dado por el material con el que se construían. Pero no únicamente la materialidad per se aumentaba el grado de conocimiento, más bien cada materialidad exigía paralelamente desarrollar un diseño estructural que adaptara sus propiedades. Ha ocurrido con la piedra, el acero, el vidrio, la tela y el hormigón. Cada uno de ellos ha significado un antes y un después en la arquitectura y la forma de construir. Hoy en día se siguen descubriendo nuevos materiales que estamos pudiendo implementar en nuestros diseños y no se vaticina que esto vaya a acabar aquí. Pero en el caso que nos ocupa vamos a hablar de los plásticos, que pese a haber representado un cambio en la producción y la industria de todo el mundo, no se implementó en la arquitectura como para llegar a destacar. Es uno de los grandes olvidados del siglo pasado que prometía mucho pero que a los arquitectos no les despertó el suficiente interés como para considerarlo una herramienta. A día de hoy se conoce muy bien cuáles son las cualidades básicas del plástico y sus derivados; ello nos ha dado una mayor consciencia y ha repercutido peyorativamente en la percepción que tenemos de él. Si en su momento no se valoró como material estructural, ahora no es posible concebir su validación para nuevos campos dentro de la industria. Podría parecer ir en contra de los principios eco-sostenibles que tanto han arraigado en la conciencia colectiva pero cabe contextualizar: si no hay nada que deba ser más duradero que un edific