En 1996, Jesús Díaz, écrivain cubain récemment exilé, fonda à Madrid sa troisième revue, Encuentro de la cultura cubana dont un des objectifs était de construire « l’archive » plurielle – transcendant le clivage entre La Havane et Miami – de la « mémoire » cubaine. Malgré de timides réformes induites par l’écroulement de l’URSS, la stabilité du régime révolutionnaire en 1996 rend cette approche mémorielle quelque peu déroutante. Après avoir interrogé et analysé sa fabrique dans les nouvelles conditions d’exil, cette contribution questionne la non moins déconcertante centralité de la littérature dans le projet politique d’Encuentro. À la rescousse d’une nation déterritorialisée, le texte fournirait à la fois un lieu et un modèle de démocratie. En 1996, Jesús Díaz, escritor cubano y recién exilado, fundó en Madrid su tercera revista, Encuentro de la cultura cubana cuyo objetivo, entre otras cosas, era construir « el archivo » plural – más allá del antagonismo entre La Habana y Miami – de la « memoria » cubana. A pesar de reformas tímidas que respondían a la caída de la URSS, esta mirada memorial desconcierta teniendo en cuenta la estabilidad del régimen revolucionario en 1996. Después de interrogar y analizar su fábrica en las nuevas condiciones de exilio, este estudio cuestiona la no menos sorprendente centralidad de la literatura en el proyecto político de Encuentro. Socorriendo una nación desterritorializada, lo textual entregaría a la vez un lugar y un modelo de democracia.