En los últimos días de mayo de 2020 se dio a conocer una carta abierta titulada “La democracia está en peligro” con el aval de 300 firmas (investigadores, del Conicet, periodistas, escritores, actores y políticos). Dicha carta echó a rodar el término “infectadura” como neologismo que aglutina denuncias y críticas contra el abordaje sanitario de la pandemia que el gobierno de Alberto Fernández está llevando adelante y, por extensión, contra la gestión de gobierno del Frente de Todos. A los pocos días se dio a conocer otra carta abierta, “Un esfuerzo adicional para salvar vidas”, firmada por científicos de distintos campos que llegó a tener miles de adhesiones, como manifestación de apoyo a las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio. A partir de esto, la mayoría de los medios hegemónicos (Clarín, La Nación, Infobae y otros) se hicieron eco de esta disputa, apropiándose de la expresión "infectadura" y dando la voz a quienes defienden la pertinencia del término, en tanto que otros medios, como Página/12, La Izquierda Diario y El Destape, dieron su espacio a la crítica o repudio de la primera carta. Consideramos que un análisis enunciativo que podría dar cuenta de estas complejas relaciones dialógicas (Bajtín, 1982), debe ser complementado por un abordaje desde las teorías del discurso social (Angenot, 2010) y la argumentación (Amossy, 2006; Marafioti, 2018). De acuerdo con Angenot, la argumentación está atravesada menos por el razonamiento lógico que por doxas que habitan el discurso social, en intercambios que no pocas veces constituyen verdaderos diálogos de sordos. Es posible observar que algunos de los argumentos que sostienen la postura de la primera carta se presentan bajo el aspecto de razonamientos presumiblemente lógicos que dan por sentados parámetros axiológicos de una visión liberal de la democracia (los derechos a circular y a reunirse elevados a la categoría de derechos esenciales, superiores y, por lo tanto, intocables). Pero aun las libertades individuales que implican estos derechos reclamados o la "democracia" serían tópicos, o incluso fetiches, que esgrime la derecha como elementos funcionales a sus intereses (económicos y geopolíticos). En este sentido, los valores defendidos no serían fines sino medios, por los que, a través del refuerzo de cierto sentido común, un sector de la sociedad intenta buscar y/o recuperar la adhesión ciudadana. Esto nos orienta a comprender la estrategia argumentativa de la segunda carta que elaboró su respuesta sin expresar repudios o atajar acusaciones sino recurriendo a datos surgidos de experiencias en otros países y de la evidencia científica, explicando la medida sanitaria de aislamiento como la única alternativa disponible de cuidado de la vida en las circunstancias que atraviesan el país y el mundo, y apelando a la responsabilidad política, civil y periodística. Ambas cartas, en tanto discursos argumentativos, priorizan determinados valores a partir de ideologemas que corresponden a sus respectivos universos de creencia (las libertades individuales, la economía, por un lado; la protección de la vida, el acceso equitativo a los servicios de salud, por otro), y buscan persuadir a sus destinatarios/interlocutores (la ciudadanía) a través de retóricas divergentes., Facultad de Periodismo y Comunicación Social