Sin duda alguna a grosso modo, una de las aportaciones más fructíferas de la antropología al campo de estudio musical es el hecho de considerar la música como un fenómeno que va mucho más allá de la mera organización sonora y del ámbito de la estética. El hecho de considerar la música como cultura en el sentido antropológico del término nos hace tener en cuenta factores socioculturales que pueden ser determinantes en los procesos de creación, representación y recepción de la música, aspectos todos ellos que conciernen directamente también a la musicología. N o se trata de una aportación meramente complementaria sino que en ocasiones también puede tener importantes repercusiones en aspectos fundamentales de la disciplina musicològica. Pensemos, por ejemplo, en la tripartición de nuestro universo musical en música culta, folklórica y popular moderna. Se trata de una tripartición que se considera punto de partida para la investigación musicològica y que condiciona metodologías, valores e intereses de la disciplina. Se trata de una tripartición que se considera tan natural, que pocas veces se la cuestiona o incluso se la generaliza para todo el planeta cuando de hecho, tal como nos muestra claramente la antropología, se trata de una elaboración típicamente occidental y que obedece a una serie de valores sociales muy concretos más que a criterios de naturaleza intrínsecamente musical. Esta tripartición forma parte de aquello que el sociólogo Peter Berger denominaba stock of knowledge de la sociedady que en este caso posee no poca importancia, tanto conceptual como pragmáticamente para nuestra cultura musical.