Esta tesis se centra en el análisis arqueológico y arqueométrico de cerámicas kusháno-sasánidas (ss. III-IV d.C.) y altomedievales (ss. V-VIII d.C.) procedentes de diferentes yacimientos localizados en el sector septentrional de la antigua Bactriana (Asia Central). Bactriana, o Tokharistán, como fue llamada desde finales del siglo IV d.C. (Litvinsky, 1998), fue una de las satrapías del Imperio Aqueménida que incluía los territorios al norte y al sur del antiguo río Oxus (ahora Amu Darya), actualmente correspondientes al sur de Uzbekistán, sur de Tayikistán y norte de Afganistán. La región se caracterizó por contactos continuos entre pueblos, debidos a migraciones, invasiones y comercio. Después de la persa, la cultura griega se difundió en este territorio a consecuencia de la ocupación por Alejandro Magno, a finales del siglo IV a.C., y del control ejercido por el Imperio Seléucida y luego por los reyes greco-bactrianos (desde mediados del siglo III a.C.). Hacia la mitad del siglo II a.C., estos últimos sucumbieron a las incursiones de los pueblos nómadas de las estepas, que ocuparon la región poniendo fin a la influencia helenística y sentaron las bases para la creación del Imperio Kushán (siglos I-III d.C.). Durante la segunda mitad del siglo III d.C., la ocupación sasánida contribuyó a la caída del Imperio Kushán y a cambios significativos en el sistema político. El área pasó a ser gobernada por una dinastía de reyes semiautónomos, los kushanshahs (Rezakhani, 2017) hasta mediados del siglo IV d.C., cuando fue invadida por tribus nómadas hunas provenientes de Altai (Sims-Williams, 2008; Potts, 2018). Los primeros grupos que se asentaron en Tokharistán fueron los quionitas/kidaritas, cuyo antagonismo con los sasánidas causó guerras y despoblación, afectando la agricultura y la economía (Baumer, 2014). En el siglo V d.C., otra confederación, los heftalitas, impuse su supremacía sobre gran parte de Asia Central, hasta que fue derrotada por la alianza entre los sasánidas y las tribus nómadas túrquicas procedentes de Mongolia. A mediados del siglo VI d.C., se alcanzó un equilibrio precario entre los sasánidas que controlaban el área al sur del Oxus y los nómadas que controlaban el área al norte del río y Sogdiana. En este contexto, reinos y principados semi-independientes, algunos de los cuales todavía gobernados por los heftalitas, pudieron sobrevivir hasta la mitad del siglo VIII (Kim, 2016). Al terminar de la hegemonía sasánida a principios del siglo VII, los territorios al sur del Amu Darya fueron anexados al kanato de los turcos occidentales hasta que, unas décadas después, los árabes conquistaron toda la región. Un enfoque útil en la comprensión de las dinámicas y contextos socioculturales presuntamente derivados de las interacciones entre las tribus nómadas mencionadas anteriormente y la población local es el análisis de las cerámicas. Sin embargo, como se explica en el capítulo 1, no existen estudios específicos (en particular arqueométricos) sobre la producción, el uso y la distribución de cerámicas altomedievales en Bactriana/Tokharistán. Los pocos documentos sobre conjuntos cerámicos de esta región y de esta época (publicados en el siglo pasado por editoriales rusas o uzbekas y de difícil acceso) generalmente presentan dibujos de algunas formas y describen características tipológicas y estilísticas, pero no analizan las materias primas y los procesos tecnológicos utilizados en su fabricación, ni la proveniencia de las distintas categorías funcionales. Por lo tanto, la finalidad principal de este trabajo es contribuir a colmar el vacío sobre el tema. Para evaluar mejor los cambios en las morfologías y tecnologías que se supone marcaron la llegada de las tribus hunas y la evolución de la producción cerámica hasta la ocupación islámica, han sido examinados también artefactos del período anterior (kusháno-sasánida).La tesis forma parte de la investigación llevada a cabo por el equipo hispano-uzbeko IPAEB (International Pluridisciplinar Archaeological Expedition in Bactria) a través de los proyectos de I+D+i 'Caracterización y modelización de los procesos tecnológicos en la fabricación cerámica de sociedades antiguas de Asia Central. Del Helenismo al Islam’ (HAR2012-32653, 2013-2016), dirigido por la Dra. V. Martínez Ferreras y financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, y ‘Las sociedades antiguas complejas de Asia Central a través de la cerámica. Entre la tradición nómada y las influencias mediterráneas' (HAR2016-75133-C3-1-P, 2016-2020), liderado por la Dra. V. Martínez Ferreras y el Dr. Josep M. Gurt Esparraguera y financiado por el mismo ministerio. Este último está continuando a través del proyecto ‘Las sociedades antiguas complejas de Asia Central a través de la cerámica. Entre las tradiciones nómadas y sedentarias desde la Edad del Bronce al Islam’ (PID2020-114096GB-C21), dirigido por la Dra. V. Martínez Ferreras y el Dr. Josep M. Gurt Esparraguera y financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. A través de estos proyectos se han contextualizado arqueológicamente (basándose en dataciones relativas y absolutas) y caracterizado arqueomericamente cerámicas de diferentes categorías funcionales, yacimientos y períodos (desde la Edad del Bronce hasta la época islámica), y se ha creado también una base de datos arqueométricos. Los artefactos analizados son representativos de las varias realidades socioeconómicas (tanto comunidades agrícolas sedentarias como pastorales nómadas) y de las grandes entidades históricoculturales desarrolladas en la zona (Complejo Arqueológico Bactria-Margiana de la Edad del Bronce, civilizaciones de la Edad del Hierro, aqueménida, helenístico-seléucida, greco-bactriana, nómada yuezhi, kushán, kusháno-sasánida, nómada huna e islámica). Dado que los periodos kusháno-sasánida y altomedieval, han sido poco estudiados por el equipo de IPAEB, en la tesis se analiza una selección de artefactos de estas épocas mediante un enfoque multidisciplinar. El primer objetivo es la contextualización arqueológica del material cerámico considerando toda la información disponible sobre los yacimientos. Los atributos morfológicos (perfil, tamaño y decoración) son definidos y evaluados para determinar la forma y función y, cuando posible, clasificarlas según el sistema crono-tipológico propuesto por Gurt Esparraguera et al. (2015) y utilizado en la base de datos creada por la Unidad de Investigaciones Arqueológicas y Arqueométricas de la Universidad de Barcelona (ERAAUB). El segundo objetivo es proporcionar una caracterización arqueométrica de las cerámicas en cuestión a través de las composiciones petrográfica, mineralógica y química obtenidas mediante diferentes técnicas analíticas. Combinando estos datos con el examen de mapas geológicos y el uso de la base de datos de IPAEB/ERAAUB, se quiere identificar la proveniencia o zona de producción, los procesos tecnológicos involucrados en su fabricación (selección y procesamiento de las materias primas, modelado, tratamientos superficiales y cocción). El siguiente paso es, a partir de la bibliografía disponible, comparar los datos relativos a los artefactos de diferentes yacimientos contemporáneos, buscando paralelos para poder evaluar la distribución comercial a nivel regional de las varias tipologías cerámicas, el grado de estandarización y la evolución de formas y técnicas. Además, se pretende detectar, a través de la interpretación y asociación de los datos obtenidos (proveniencia, cronología, características morfológicas, compositivas y tecnológicas), los cambios con respecto a las tradiciones preexistentes (kushán y kusháno-sasánida), probablemente debidos a procesos de transferencia tecnológica y cultural entre las distintas poblaciones. La conexión entre estos cambios y los eventos históricos que tuvieron lugar en este territorio (llegada de tribus nómadas entre los siglos V y VII) permitiría ampliar el conocimiento de un período – la transición de la Antigüedad a la Edad Media – marcado por relevantes transformaciones políticas y socioeconómicas. La contextualización arqueológica y la interpretación de los aspectos tipológicos de los artefactos se realizan a través del análisis macroscópico (morfológico y de la decoración) de los fragmentos cerámicos, junto a la investigación bibliográfica referida a la geografía (capítulo 2) y a la historia (capítulo 3) de Asia Central y de la antigua Bactriana, sobre los yacimientos objeto de estudio (capítulo 4), la producción cerámica en términos generales (capítulos 5 y 6) y la cerámica de la región y del periodo en cuestión (capítulo 8). La caracterización arqueométrica (composición petrográfica, mineralógica y química) de la pasta y de algunos revestimientos superficiales se efectúa a través de la aplicación de diferentes técnicas analíticas (capítulos 7 y 9), específicamente microscopía óptica con luz polarizante (OM), difracción y fluorescencia de rayos X (XRD y XRF), microscopía electrónica de rastreo acoplada con detección de energía dispersiva de rayos X (SEM-EDS), junto a la investigación bibliográfica referida a las técnicas utilizadas y a casos de estudio inherentes a cerámicas del contexto crono-espacial considerado o de contextos cercanos, así como a la geología de la región. Para el análisis petrográfico de las muestras, llevado a cabo en la Universitat de Barcelona mediante el estudio de las láminas delgadas, se ha utilizado un microscopio polarizador Olympus BX43F conectado a una cámara digital Olympus D73-WDR. Las fotomicrografías han sido capturadas con el programa Stream Basic. Con el fin de comprender las técnicas de manufactura, deducir las propriedades mecánicas y térmicas del material y definir las producciones de cada yacimiento, las cerámicas han sido agrupadas a partir de las características de la fábrica, es decir, de la matriz (color, actividad óptica), de la microestructura, de las inclusiones (frecuencia, tamaño, forma, distribución y naturaleza) y de la porosidad (frecuencia, tamaño, forma, distribución), según el esquema propuesto por Whitbread (1989 y 1995) y Quinn (2013). Para el análisis mineralógico de las muestras pulverizadas, realizado en los Centres Científics i Tecnològics de la Universitat de Barcelona (CCiT-UB) mediante XRD, se han utilizado un difractómetro Siemens D-500 y un difractómetro PANanalytical X’Pert PRO Alpha 1, que trabajan con la radiación Kα1 del cobre (λ=1,5406 Å). Los difractogramas han sido interpretados utilizando el programa PANanalytical X’Pert High Score y, a través de la identificación de fases cristalinas primarias, de cocción y secundarias, se han estimado la temperatura y la atmósfera de cocción de las cerámicas, además de posibles procesos de alteración ocurridos durante su deposición. Para el análisis químico de las muestras pulverizadas, llevado a cabo también en los CCiT-UB mediante WD-XRF, se ha utilizado un espectrómetro Philips 2400 con fuente de excitación de rodio. Los datos químicos han sido tratados estadísticamente mediante el programa R. Se ha calculado la matriz de variación composicional para determinar la varianza total y la variabilidad de cada elemento y excluir aquellos elementos probablemente afectados por procesos deposicionales o pos-deposicionales que podrían conducir a resultados incorrectos. Luego, se ha aplicado el análisis de conglomerados a los datos químicos normalizados mediante transformación log-ratio, determinando la distancia euclidiana cuadrática media. Los dendogramas obtenidos y el análisis de componentes principales han contribuido a la identificación de grupos de referencia o centros de producción en función de la composición química. Los engobes y la microestructura de tres muestras de Zar Tepe han sido analizados por SEM-EDS en el Centro Nacional de Investigación Científica Demokritos en Atenas utilizando un microscopio electrónico de rastreo FEI Quanta Inspect D8334 ThermoFischer, equipado con un espectrómetro para la detección de energía dispersiva de rayos X. Los materiales investigados proceden de cinco yacimientos ubicados en la actual provincia de Surkhandarya (sur de Uzbekistán), que debe su nombre al río Surkhan, afluente del Amu Darya. Los yacimientos, significativos por su relevancia histórica en el período considerado y su posición estratégica a lo largo de importantes rutas comerciales, son las ciudades de Zar Tepe, Khosijat Tepe, Shurob Kurgan y Dabil Kurgan, además de la fortaleza de Balalyk Tepe. Zar Tepe (ss. I a.C.-VI d.C.) fue un centro fortificado de forma cuadrada con una superficie de 16 ha localizado a unos 15 km al norte de la antigua Termez, en el delta del río Sherabad. La excavación del yacimiento empezó en 1951-2 y se reanudó en 1972 por la Expedición Arqueológica Bactriana, dirigida por V.M. Masson (Solov'ev, 1996). Khosijat Tepe (ss. III-XIII d.C.) fue un centro fortificado (510x390 m) ubicado 5-6 km al sur de la ciudad de Sherabad, en el cono aluvial del río homónimo. La excavación del yacimiento comenzó en 1972 por la misma expedición que operó en Zar Tepe (Solov'ev, 1996). Shurob Kurgan (s. III d.C.- época moderna) fue un asientamiento formado por una ciudadela fortificada y un shahristan (400x400 m) no fortificado que se encuentran a unos 30 km al oeste de la ciudad de Termez, cerca del Amu Darya. Excavaciones sistemáticas fueron llevadas a cabo desde 1982 por S.B. Bolelov durante una expedición organizada por el Museo Estatal de Oriente (Moscú) y continuaron en los años 1980-1990; luego, fueron retomadas en 2002-2004 por un equipo de la Universidad Estatal Rusa de Yelets dirigido por Solov'ev (Rtveladze, 2004). Balalyk Tepe (ss. V-VIII d.C.) fue una fortaleza cuadrada (30x30 m), probable residencia de un señor feudal, construida en dos niveles y ubicada en una colina a menos de 10 km al sur de Sherabad. Es conocida por las pinturas murales policromadas que adornan una de sus habitaciones (Litvinsky, 1996b). Las excavaciones fueron realizadas entre 1953 y 1956 por un equipo uzbeko-ruso liderado por Al'baum (Solov'ev, 2013). Dabil Kurgan (s. VI a.C.- época moderna) fue un centro fortificado, localizado a unos 10 km al oeste de la ciudad de Sherabad, en una colina natural cerca del río Dabil Saj (Arshavskaya et al., 1982). Fue investigado por primera vez en 1969-1970 por la Expedición Arqueológica de Tokharistan dirigida por Rtveladze; las excavaciones continuaron en 2004-2006 y en 2010-2013 por la Expedición Arqueológica de Tokharistán del Instituto de Arte de la Academia de Ciencias de la República de Uzbekistán (Tashkent) y la Expedición Arqueológica de Asia Central del Museo Estatal de Oriente (Moscú). En la tesis se han analizado y comparado ciento ocho artefactos (cuarenta y ocho kusháno-sasánidas, procedentes de Zar Tepe, y sesenta altomedievales, procedentes de los otros yacimientos) que fueron muestreados por los codirectores, el Dr. J.M. Gurt Esparraguera y la Dra. Verónica Martínez Ferreras, en diferentes etapas. Las cuarenta y ocho piezas de Zar Tepe fueron recolectadas en 2008 durante una prospección superficial; las diez de Shurob Kurgan fueron proporcionadas en 2009 por Solov'ev, uno de los arqueólogos que lideró la excavación del yacimiento; las cuarenta y dos de Khosijat Tepe, las cinco de Balalyk Tepe y las tres de Dabil Kurgan fueron muestreadas en el Museo Arqueológico de Termez en 2013. Las piezas, descritas en el capítulo 8, pertenecen a diferentes categorías funcionales: cerámica de mesa (copas, tazas, platos, ...), cerámica común (ánforas, jarras, contenedores, ...), cerámica de cocina (ollas, calderos, tapaderas) y cerámica de almacenaje. Aunque el número de muestras analizadas para cada yacimiento es diverso y, en algunos casos, muy pequeño, se han considerado todas las categorías funcionales para dar una idea de los diversos objectos producidos y utilizados en la antigua Bactriana norte. Se ha intentado establecer analogías con cerámicas de otros yacimientos del sur de Uzbekistán contemporáneos o anteriores a través de la comparación bibliográfica para precisar la cronología de producción y uso de los artefactos, evaluar la evolución de algunas formas cerámicas y decoraciones que parecen remontar a tradiciones anteriores y detectar la introducción de nuevas formas y decoraciones probablemente asociadas con las sucesivas culturas preislámicas. Además, la investigación arqueométrica ha proporcionado datos muy útiles para identificar las áreas de producción de las distintas piezas y las técnicas utilizadas en su manufactura. A nivel morfológico, las cerámicas examinadas (especialmente las altomedievales), presentan diferencias significativas en el diseño del cuerpo, borde, asas y decoración. Junto a prototipos claramente derivados de la tradición kushán e incluso greco-bactriana, se encuentran nuevos prototipos desconocidos en los periodos anteriores. La mayoría de las cerámicas de mesa y comunes de Zar Tepe, fechadas en los siglos III-IV, y algunos platos, cuencos, tazas, copas, fechados entre los siglos V y VII, son representativos del primer grupo. La conexión con el mundo sasánida también es evidente para algunas de estas piezas. Representativos del segundo grupo son algunos platos, cuencos, jarras y tinajas que aparecen hacia la mitad del siglo VI y muestran un cambio en el gusto estético. Formas muy peculiares son una jarra con cuatro asas y un plato con borde ondulado. Este último es muy común en Tokharistán a finales del siglo VII (Solov'ev, 1996) y probablemente imita artefactos metálicos. En general, los perfiles de las piezas altomedievales son menos elaborados que los de las kusháno-sasánidas (véanse los bordes de cántaros, jarras y tinajas). Las cerámicas de cocina incluyen una gran variedad de formas. Entre ellas, las tres ollas kusháno-sasánidas de Zar Tepe (siglos III-IV) y el caldero de Balalyk Tepe, (siglos VII-VIII), parecen derivar de prototipos más antiguos (Bolelov, 2004). Sin embargo, la mayoría de los calderos de Khosijat Tepe consisten en nuevas formas que, en algunos casos, muestran una conexión con la toreutica, como los calderos hechos a mano, con asas en forma de arco con una perilla central, muy comunes en la provincia de Surkhan Darya en los siglos VI-VII (Solov'ev, 2013). De todos modos, cada yacimiento se caracteriza por morfologías específicas que aparecen desde mediados del siglo VI y esto podría ser evidencia de los cambios en los hábitos y en la estructura social introducidos por las tribus nómadas. En cuanto a las grandes jarras de almacenaje, parecen derivar de tipologías de tradición anterior (como el pithoi griego) y continuar a ser producidas con pocas variaciones hasta la época islámica. La decoración de las piezas altomedievales, cuando presente, es también más pobre que en el período anterior y consiste en motivos incisos y/o impresos (principalmente huellas digitales, pellizcos y líneas paralelas simples) en el borde, cuello y parte superior del cuerpo de cuencos, jarras, ollas y tapaderas. Siguiendo la tradición kushán, algunas vasijas están cubiertas con un engobe (generalmente de color marrón, rojo o naranja) que, especialmente en cántaros, jarras y tinajas fechados en el siglo VI, se limita al borde. A menudo, en las piezas más tardías solo quedan rastros esporádicos, indicando un deterioro en la calidad del engobe. Desde el punto de vista arqueométrico, los datos petrográficos, mineralógicos y químicos de las cerámicas analizadas (capítulo 9) se complementan y confirman mutuamente y permiten identificar varios grupos de referencia que presumiblemente representan los diferentes talleres/áreas de producción de los cinco yacimientos (capítulo 10). Las muestras examinadas en lámina delgada han sido clasificadas en dieciocho grupos petrográficos (dos en Zar Tepe, siete en Khosijat Tepe, tres en Shurob Kurgan, tres en Balalyk Tepe y tres en Dabil Kurgan). A excepción de dos muestras que presentan una composición diferente, como indicado por el análisis de conglomerados, los grupos petrográficos forman tres grupos químicos, cada uno de los cuales representa una o varias categorías funcionales. La investigación de la geología del área revela que todas las cerámicas podrían corresponder a productos locales o regionales, dado que la naturaleza de las inclusiones observadas en las láminas delgadas es consistente con las litologías y las estructuras geomorfológicas que se encuentran en la zona considerada. Los cinco yacimientos están todos ubicados en la parte suroeste de la depresión de Surkhan, una cuenca de compresión intramontañosa rellenada por una sucesión de depósitos sedimentarios (hojas J-42-19 y J-42-20 de los mapas geológicos soviéticos, 1:200 000). Rocas sedimentarias como arcilita, limolita y arenisca se encuentran en las secuencias del Cuaternario superior, Cenozoico y Mesozoico, mientras que las rocas sedimentarias calcáreas con fragmentos de conchas están incluidas en la secuencia del Cretácico Inferior. Aunque los depósitos alrededor de los yacimientos son principalmente cuaternarios, al norte y al oeste (en las estribaciones de las montañas Kugitang-Tau) emergen niveles estratigráficos anteriores, y al este se pueden encontrar algunos afloramientos cenozoicos. Con respecto a los fragmentos de rocas volcánicas, plutónicas y metamórficas de alto grado, así como los minerales aislados derivados de estas rocas (cuarzo, plagioclasa, K-feldespato, mica) detectados en las muestras, probablemente están relacionados con el basamento hercínico subyacente (Sánchez del Corral y Thum, 2012). Este aflora sólo en los márgenes orogénicos, pero las litologías que lo componen aparecen en el material aluvial depositado por los ríos, y un abanico aluvial se sitúa justo en la zona considerada (Sánchez del Corral, 2008). La variabilidad en la composición petrográfica y geoquímica de las muestras examinadas sugiere que las materias primas proceden de diferentes fuentes (cuya identificación requiere un estudio geológico detallado); por lo tanto, los grupos petrográficos definidos por OM podrían ser asociados con varios talleres ubicados en diferentes áreas de la Bactriana norte. La caracterización arqueométrica proporciona información también sobre algunos de los procesos tecnológicos involucrados en la fabricación de las vasijas. Relativamente a la selección y el procesamiento de las materias primas, el análisis de las láminas delgadas indica que se escogieron pastas gruesas o muy gruesas para las tres ollas de Zar Tepe, la mayoría de las ollas/calderos de Khosijat Tepe, la olla de Shurob Kurgan y el caldero de Balalyk Tepe, además de las tres grandes jarras de almacenaje y las tres cerámicas comunes hechas a mano de Khosijat Tepe, y las grandes jarras de almacenaje de Shurob Kurgan y Dabil Kurgan. En cambio, las pastas finas caracterizan las cerámicas de mesa y la mayoría de las cerámicas comunes de los cinco asentamientos. En el primer caso, la distribución y las características de las inclusiones son indicios, en algunas muestras, del probable uso de desgrasante. En general, las inclusiones de la fracción gruesa tienen una forma alargada y consisten en uno o dos tipos litológicos, principalmente fragmentos (y/o cristales) de rocas plutónicas y sedimentarias finas. Además, en algunas láminas hay evidencia de mezcla de arcilla; esta acción podría no ser intencional si la materia prima procede de una fuente con una estratigrafía sedimentaria heterogénea, pero denota un escaso procesamiento de la pasta. En las cerámicas finas, las inclusiones suelen consistir en fragmentos y cristales derivados de rocas ígneas y metamórficas, además de carbonatos semi-descompuestos menos abundantes. Los datos petrográficos y químicos sugieren que en las distintas producciones se emplearon diferentes materias primas arcillosas y se utilizaron procesos tecnológicos y diseños específicos para fabricar un variado repertorio (especialmente en la Alta Edad Media) de artefactos con funciones diferentes. Por ejemplo, un grupo de cerámicas de cocina altomedievales es caracterizado por arcillas pobres en Ca a las que, probablemente, se agregaron fragmentos de limolita/arcilita y granitoides como desgrasante. Otro grupo de pasta gruesa resultante del análisis de conglomerados, formado por las tres grandes jarras de almacenaje y una olla de Khosijat Tepe, es caracterizado por grandes fragmentos de arcilita intencionalmente añadidos a un sedimento arcilloso rico en hierro, que naturalmente comprendía una abundante fracción medio-gruesa derivada de granitoides y esporádicas inclusiones volcánicas. Dado que la composición química de estas materias primas es diferente a las del grupo anterior, parece razonable suponer diferentes fuentes y, probablemente, una zona de producción diferente. El mismo grupo químico incluye también la olla y la grande jarra de Shurob Kurgan y la jarra de almacenaje de Dabil Kurgan, que presentan una fábrica comparable. Sin embargo, los tres asentamientos no están tan cerca, por lo tanto, es probable el aprovisionamiento de materias primas similares de diferentes fuentes y el uso de recetas similares para producir artefactos de las mismas categorías funcionales. Otra jarra de Dabil Kurgan y una jarra de Balalyk Tepe, que presentan algunas afinidades morfológicas a pesar del diferente tamaño, tienen una composición química semejante debido esencialmente a arcillas ricas en hierro/pobres en calcio. Las fábricas (más finas) y composiciones petrográficas indican una proveniencia de distintos talleres. El caldero de Balalyk Tepe, caracterizado por una arcilla rica en hierro desgrasada con rocas sedimentarias de grano fino y fragmentos de concha, se destaca entre otras cerámicas gruesas por su composición química y petrográfica, denotando una diferente origen de las materias primas (probablemente una zona con depósitos del Cretácico inferior ricos en conchas). Los artefactos altomedievales restantes (especialmente cerámicas de mesa y comunes), así como los artefactos kusháno-sasánidas de Zar Tepe, generalmente están hechos de pastas calcáreas (CaO > 5%) finas con inclusiones de diferentes litologías (plutónica, volcánica, metamórfica y sedimentaria). Aunque compartan una composición química muy semejante, pertenecen a distintos grupos/subgrupos petrográficos en virtud de la naturaleza, tamaño y abundancia de las inclusiones; por eso se supone que correspondan a productos fabricados en áreas diferentes con materias primas similares y/o en diferentes períodos. El análisis de conglomerados resalta la particularidad de la taza con asa de Khosijat Tepe, que difiere en las concentraciones de los elementos traza. Ya que falta la lámina delgada, no es posible establecer si la composición petrográfica coincide con la geología del área. Por otra parte, el estado actual del conocimiento sobre la caracterización arqueométrica de conjuntos cerámicos locales y muestras geológicas no permite establecer si la pieza corresponde a una producción local fabricada con distintas materias primas o fue importada. La limitada información en la literatura sobre la presencia de hornos o talleres en los cinco yacimientos o en sus cercanías durante el período considerado no permite llegar a conclusiones más precisas sobre la proveniencia de las cerámicas investigadas. Sin embargo, hay evidencia de una producción de cerámica de larga duración en la Bactriana norte, como atestiguan restos de hornos de la Edad del Bronce Final (Luneau et al., 2022), helenísticos (Bolelov, 2001 y 2011), de los periodos seléucida y/o greco-bactriano (Bolelov, 2011; Martínez Ferreras et al., 2016), kushán y kushán-sasánida (Martínez Ferreras et al., 2014; Gurt Esparraguera et al., 2015; Tsantini et al., 2016), islámico (Lesguer, 2015; Martínez Ferreras et al., 2020; Portero et al., 2021; Fusaro et al. al., 2022). Los resultados de los análisis proporcionan evidencia de que ollas y calderos se asociaban a menudo con el uso de sedimentos arcillosos ricos en calcio/hierro desgrasados. Cerámicas con fábricas y composiciones químicas similares se encuentran desde el período kushán hasta la época islámica en la antigua Termez y, sobre todo, en yacimientos ubicados al este del rio Surkhan (Gurt Esparraguera et al., 2015; Fusaro et al., 2019), lo que sugiere una larga tradición de producción. Pueden hacerse consideraciones análogas sobre las pastas ricas en hierro de las grandes jarras de almacenaje de Khosijat Tepe y Shurob Kurgan. También la técnica utilizada para el caldero de Balalyk Tepe de agregar fragmentos de conchas u otros carbonatos a arcillas ricas en hierro ha sido observada en ollas de cocina del período kushán (Martínez Ferreras et al., 2009; Gurt Esparraguera et al., 2015), y aparece con mayor frecuencia en asentamientos al oeste del río Surkhan. La comparación de las composiciones químicas y petrográficas de las cerámicas de mesa y comunes altomedievales de Shurob Kurgan con las greco-bactriana de Kampyr Tepe (Martínez Ferreras et al., 2016) demuestra que existen fuertes analogías y, dado que los dos asentamientos están muy cerca, esto podría significar el uso de materias primas probablemente de las mismas fuentes, así como recetas y procesamiento de la pasta similares durante muchos siglos. La variabilidad detectada entre las cerámicas gruesas altomedievales hace suponer que los diferentes asentamientos tenían talleres en los que el uso de materias primas locales y técnicas de fabricación relativamente diferentes (especialmente en la preparación de la pasta, modelado y cocción) dieron como resultado artefactos con características específicas y pertenecientes a distintas categorías funcionales. La selección de arcilla y desgrasantes depende fundamentalmente de la disponibilidad y proximidad de las fuentes; sin embargo, las materias primas y los procesos de preparación de la pasta, modelado y cocción afectan las propiedades mecánicas y térmicas específicas del producto final y están relacionados con la función prevista. Por ejemplo, la porosidad —que mejora la eficacia refrigerante del recipiente y permite una mejor conservación de alimentos o líquidos— es mayor en las tres jarras de almacenaje de Khosijat Tepe. En cambio, ollas y calderos son menos porosos debido a su función de hervir líquidos. Un factor crucial en las cerámicas de cocina es la expansión térmica de la matriz y de las inclusiones. Las arcillas bajas en calcio (como las que se utilizaron, para algunas ollas) tienen un coeficiente de expansión térmica bajo y, con la cocción, desarrollan una porosidad limitada; por eso son más resistentes a los choques térmicos y mecánicos (Shoval et al., 2006; Schneider et al., 2007). Además, los fragmentos de rocas sedimentarias finas, que predominan en algunos de los grupos petrográficos identificados, tienen un comportamiento similar a la matriz arcillosa; por lo tanto, pueden expandirse y contraerse sin desarrollar una tensión excesiva, mejorando la resistencia al choque térmico del cuerpo cerámico. Lo mismo puede decirse de los fragmentos de concha en el caldero de Balalyk Tepe. En cambio, fragmentos y cristales de granitoides tienen coeficientes de expansión significativamente mayores, pero previenen la propagación de fracturas una vez iniciadas. De hecho, estudios recientes demuestran que, en arcillas poco calcáreas, la disipación de energía aumenta con la cantidad de inclusiones, especialmente graníticas si la temperatura de cocción es alta (Müller et al., 2015). Además, los fragmentos de granito, que tienen una conductividad térmica más alta que la matriz arcillosa, aumentan la eficiencia térmica (Quinn, 2013; Müller, 2017). Este podría ser el caso de las ollas de Zar Tepe y de un grupo petrográfico de Khosijat Tepe. En cuanto al modelado, los artefactos de Zar Tepe, Shurob Kurgan, Dabil Kurgan, Balalyk Tepe (excepto el caldero) y la mayoría de los de Khosijat Tepe son hechos en el torno. Entre los restantes objectos de Khosijat Tepe, diez ollas, tres grandes jarras y tres piezas de cerámica común son hechas a mano, mientras que la tapadera parece moldeada y acabada en el torno. En estas piezas, el espesor de las paredes y el acabado irregular (especialmente en la cara interior donde son visibles huellas dactilares) reflejan un deterioro en la calidad de la fabricación con respecto a las épocas anteriores. La decoración, como ya se ha dicho, en la época altomedieval consiste principalmente en huellas dactilares, pellizcos, líneas paralelas y engobes. El estudio de las capas superficiales de tres piezas engobadas de Zar Tepe por análisis SEM-EDS muestra diferentes patrones químicos en términos de enriquecimiento o empobrecimiento en elementos específicos, quizás derivados del uso de diferentes procesos. En las tres muestras, sin embargo, los engobes se caracterizan por un empobrecimiento en CaO y MgO acompañado por un enriquecimiento en Al2O3 y SiO2; en dos piezas también hay un nivel más alto de K2O. El empobrecimiento de los metales alcalinotérreos y el enriquecimiento de los metales alcalinos en los engobes podría ser debido tanto al refinado de la misma materia prima utilizada para el cuerpo cerámico como al uso de una arcilla diferente, probablemente ilítica, rica en aluminio y potasio (Noll, 1991). Se observa una tendencia similar en la composición química de los engobes rojos/naranjas que cubren artefactos de los períodos helenístico/greco-bactriano y Yuezhi de otros yacimientos de la región (Martínez Ferreras et al., 2016 y 2019). En cuanto a la microestructura, en los tres objectos de Zar Tepe, la matriz de los engobes aparece ligeramente más fina y más vitrificada que el cuerpo. Los análisis petrográficos y mineralógicos muestran que el proceso de cocción alcanzó temperaturas entre 800 y 1100°C, generalmente en una atmósfera oxidante. Se observa una reducción parcial (en fractura fresca y lámina delgada) en cinco muestras de Khosijat Tepe y dos de Shurob Kurgan, que presentan un núcleo oscuro y márgenes rojos. Esto podría ser causado por una atmósfera de cocción poco controlada (circulación de aire y distribución de calor no uniformes) o por la disposición y apilamiento de los artefactos en el horno. En cambio, en una pieza de Zar Tepe esto podría ser intencional, con el objetivo de crear un efecto decorativo. Se observa una reducción total en la jarra de almacenaje de Dabil Kurgan y un plato de Zar Tepe. Considerando las diferentes categorías funcionales de las cerámicas analizadas, es posible notar que las de mesa y comunes, tanto kusháno-sasánidas como altomedievales, fueron cocidas a diferentes temperaturas, aunque la mayoría de ellas a temperatura alta (> 950°C). Esta preferencia es probablemente relacionada con las propiedades mecánicas que el material puede adquirir. Hay que tener en cuenta que una alta temperatura de cocción, aumentando la vitrificación de la matriz, mejora la resistencia de la cerámica (Müller et al., 2009). Además, experimentos realizados con arcillas calcáreas revelan que con el 20% en volumen de cuarzo y una temperatura de cocción entre 950° y 1100°C se pueden obtener altas tenacidades (Steponaitis, 1984; Tite et al., 2001), y muchos de los artefactos examinados podrían encontrarse en una situación bastante similar. De todos modos, es difícil ver una conexión entre temperatura de cocción y formas específicas. Ollas y calderos, con pocas excepciones, son cocidos a temperatura inferior a 850°C o a temperatura superior a 950-1000°C. En esta categoría tampoco, parece existir una relación entre temperatura de cocción y forma, fábrica o contenido de calcio en la pasta. Por ejemplo, la mayoría de las ollas pobres en calcio de Khosijat Tepe son cocidas a baja temperatura, mientras que entre las ollas de Zar Tepe la que contiene un mayor porcentaje de calcio es cocida a temperatura inferior. Relativamente a las propiedades físicas, es importante recordar que una temperatura de cocción elevada puede implicar un aumento de la conductividad térmica, no solo por el mayor grado de vitrificación, sino también por la cristalización de fases mineralógicas con conductividad térmica superior a la arcilla, como la hematita y la mullita (Müller, 2017). Una relativa uniformidad aparece en las temperaturas de cocción de las jarras de almacenaje, temperaturas que resultan superiores a 950°C para las jarras y las grandes bases kusháno-sasánidas de Zar Tepe, bajas o medias para las jarras altomedievales, tanto las pobres en calcio de pasta gruesa, como las calcáreas de pasta fina. La elección de la temperatura de cocción podría estar relacionada con el uso del artefacto; por ejemplo, temperaturas más bajas permiten evitar la vitrificación total de la matriz y conservar un cierto grado de porosidad. En conclusión, esta tesis representa el primer trabajo que integra el análisis arqueológico con la caracterización arqueométrica de las cerámicas altomedievales de la Bactriana norte. Aunque quedan algunas preguntas sin resolver, los resultados obtenidos brindan importantes indicaciones. Si bien los datos arqueológicos sobre los talleres son mínimos, no existe información sobre las fuentes de las materias primas utilizadas y el número de muestras de cada yacimiento es insuficiente para definir con precisión las producciones en la región, como se discutió anteriormente, se supone que todos los artefactos examinados son productos locales o regionales. A partir de las características petrográficas, mineralógicas y químicas de las muestras, se han identificado varias producciones, procedentes de distintas áreas y/o épocas y generalmente caracterizadas por distintas peculiaridades tipológico-funcionales. Las cerámicas de pastas calcáreas finas de las dos épocas consideradas tienen una composición química, mineralógica y petrográfica muy similar y presentan una cierta estandarización tecnológica en la selección y procesamiento de las materias primas, modelado (generalmente en el torno) y cocción (a media o alta temperatura en condiciones oxidantes). Por eso, es posible suponer la existencia de varios talleres de cerámica ―todavía no excavados ni caracterizados― que emplearon materias primas obtenidas de fuentes pertenecientes a las mismas formaciones geológicas (la geología de esta parte de la región de Surkhandarya es relativamente uniforme) y utilizaron tecnologías análogas. Las principales variaciones se refieren a perfiles, engobes y motivos decorativos, probablemente más vinculados a zonas/períodos específicos. La buena calidad en general de estas producciones, especialmente la kusháno-sasánida de Zar Tepe, parece ser el resultado del trabajo de alfareros especializados. El nivel de habilidad, herencia de la tradición kushán, se vislumbra en la selección de las materias primas, uso de arcillas refinadas y generalmente bien procesadas, pastas poco porosas, paredes delgadas, buen control del proceso de cocción. La estandarización tecnológica sugerida por las muestras kusháno-sasánidas de Zar Tepe confirma los resultados arqueométricos obtenidos para cerámicas contemporáneas procedentes de otros yacimientos de la región (Martínez Ferreras et al., 2009 y 2010; Gurt Esparraguera et al., 2015; Tsantini et al., 2016). Además, la comparación con otros conjuntos kusháno-sasánidas revela que las mismas formas elaboradas, los mismos tratamientos superficiales y decoraciones eran comunes en toda la antigua Bactriana. Esto también podría apoyar la hipótesis de la existencia de contextos de aprendizaje donde se compartían conocimientos y habilidades, o la existencia de grupos de alfareros itinerantes que se desplazaban de un centro a otro. Parece evidente que varios talleres, especializados en producir diferentes tipos de artefactos, operaron entre los siglos III y VIII, pero el análisis comparativo de las formas, composiciones y tecnologías de las cerámicas altomedievales muestra que ocurrieron algunos cambios. Estos cambios no sólo revelan un nuevo gusto estético (engobe parcial, diferentes elementos decorativos, perfiles más sencillos) sino también corresponden a nuevas elecciones tecnológicas (por ejemplo, la aparición de cerámicas de mesa y comunes hechas a mano, paredes más gruesas, atributos peculiares de algunas cerámicas de cocina). Las transformaciones, que comenzaron a finales del siglo V y se hicieron más significativas a lo largo de los siglos VI y VII, son detectables a nivel regional y probablemente reflejan cambios en los patrones de la vida doméstica, social y política. Las especificidades de la cerámica encontrada en los diferentes asentamientos muestran el colapso del nivel de estandarización alcanzado en el período kushán y mantenido en el período kusháno-sasánida, y la introducción de nuevas prácticas por parte de las tribus nómadas que invadieron el área. Observando la semejanza entre las morfologías de las cerámicas de cocina y también de otros artefactos de Khosijat Tepe, fechados en los siglos VI-VIII, y de varios asentamientos de Kobadian, atribuidos a los siglos IV-V (Sedov, 1987), podría plantearse la hipótesis de un desplazamiento de tribus nómadas del valle de Kafirnigan al valle de Surkhan y sus alrededores o, al menos, una relación entre las dos poblaciones. Obviamente, sin una datación confiable y una caracterización arqueométrica más completa de los conjuntos cerámicos, tal conexión sigue siendo una mera suposición. De todos modos, la presencia de morfologías conservativas y la continuidad en el uso de tecnologías típicas de las producciones kushán y kusháno-sasánida también en los yacimientos altomedievales de Tokharistán apoyan la hipótesis de que, en algunos aspectos y en algunas tipologías funcionales (especialmente tazas, cuencos, platos, pero también grandes jarras), las enraizadas tradiciones locales se mantuvieron y coexistieron con las nuevas prácticas introducidas por las tribus nómadas que ocuparon la región en la época preislámica. Pensando en posibles desarrollos futuros de este trabajo, sería interesante realizar un estudio estadístico de las tipologías que componen los conjuntos cerámicos de los diferentes yacimientos para poder evaluar mejor los cambios en los hábitos de los pueblos. En particular, un examen más detallado de las cerámicas de cocina (de sus propiedades térmicas/mecánicas y de los residuos) proporcionaría información sobre los métodos de cocción y la dieta. Sería necesaria también una investigación adicional centrada en una caracterización arqueométrica y arqueológica más amplia de materiales de distintos yacimientos y períodos, acompañada de muestreos geológicos y dataciones más precisas, para una mejor comprensión no solo de la evolución tecnológica de la producción cerámica sino también las transferencias comerciales, sociales y culturales entre los pueblos nómadas, seminómadas y sedentarios que habitaron este territorio. Finalmente, sería útil ampliar ulteriormente la base de datos de IPAEB/ERAAUB relativa al material cerámico de los distintos yacimientos de la región de Surkhandarya, con el propósito de compartir información geográfica, geológica, arqueométrica y arqueológica en una perspectiva multidisciplinar.