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El concepto de tiroiditis hace referencia a una inflamación de la glándula tiroides, con una repercusión variable en su funcionalidad. En este protocolo, clasificamos las tiroiditis según su curso evolutivo en crónicas, subagudas, agudas y de curso variable. La epidemiología, etiología (autoinmune, infecciosa, traumática, ambiental, farmacológica, etc.), fisiopatología y curso clínico difiere entre los distintos tipos de tiroiditis. Algunas cursan con dolor de forma característica y otras son indoloras. El diagnóstico es generalmente fácil y clínico, siendo imprescindible la historia clínica y la exploración física, así como un buen diagnóstico diferencial entre ellas y con otras enfermedades tiroideas como la enfermedad de Graves-Basedow y el bocio multinodular tóxico. El tratamiento en la mayoría de los casos es sencillo si se realiza una orientación diagnóstica adecuada.

El incremento de la esperanza de vida en la población mundial lleva asociado un cambio en la prevalencia de diferentes enfermedades. Dentro de las patologías más frecuentes en la población anciana, encontramos la disfunción tiroidea, tanto clínica como subclínica. Sin embargo, el diagnóstico en numerosas ocasiones supone un reto, ya que en este grupo de edad es frecuente que los signos y síntomas estén ausentes o tengan carácter atípico, siendo atribuidos erróneamente al proceso del envejecimiento o a otras enfermedades. Es, por tanto, fundamental señalar herramientas de cribado que permitan detectar de una forma precoz estas alteraciones que pueden asociar un incremento de la morbilidad en caso de no iniciar tratamiento. Siguiendo las recomendaciones de la guía American Thyroid Association(ATA), es necesario el diseño de un algoritmo terapéutico de forma individualizada en función de los signos y síntomas y el balance riesgo/beneficio de cada paciente.