El objetivo general de esta investigación consistirá en elucidar el significado que tienen los conceptos de eternidad, duración y tiempo en la filosofía de Spinoza, con especial atención en el problema de la producción de lo real. Creemos que la obra y la doctrina de Spinoza justifican por sí mismas esta aproximación particular: en efecto, tanto en la publicación de 1663 sobre Descartes como en la Ética una de las cuestiones más importantes que sirven a la introducción del problema de la temporalidad es precisamente la de la significación de la creación divina y la de la producción inmanente de lo real, respectivamente. Ahora bien, este objetivo general supondrá, además de un estudio del estatus ontológico de aquellos conceptos, la determinación del campo en que se aplican y los problemas a los que se vinculan. Nuestro propósito apuntará por lo tanto a alcanzar además una comprensión de los motivos que, en cada obra que estudiaremos, ordenan lo que podemos llamar la doctrina definitiva de la temporalidad spinoziana. La hipótesis general que intentaremos sostener consiste en afirmar que, aunque siempre se mantiene la misma distinción (ontológica) entre la eternidad, la duración y el tiempo, es posible encontrar diversas perspectivas (física, ontológica, ética) y problemas (infinito, divisibilidad, acción divina/producción inmanente de lo real, conatus como fuerza singular, imaginación y afectividad humana, salvación o beatitud) que determinan y justifican la aproximación particular que se sigue en cada texto estudiado. Pero no se trata simplemente de afirmar la presencia de diferentes perspectivas, sino sobre todo de mostrar la prioridad, por así decir, de la ética como horizonte de la reflexión de Spinoza. La tesis se desarrolla asimismo en función de ciertas hipótesis particulares, identificables en cada capítulo, que podemos resumir de la siguiente manera: A) Spinoza da forma a su doctrina de la temporalidad en referencia a la de Descartes. Pero eso no impide que realice críticas a las doctrinas del autor que expone (en la obra que publica con su nombre en 1663), las cuales orientan subrepticiamente la teoría de la temporalidad hacia un horizonte propiamente spinozista. Entre esas críticas se destacan: 1) la eliminación sistemática del uso del concepto duración para referirse a la existencia de Dios; 2) la afirmación de la divisibilidad infinita de la duración y del tiempo que la mide. B) La carta 12 sobre el infinito constituye un momento fundamental de la reflexión de Spinoza sobre la temporalidad y sobre un problema central asociado a ella: el infinito actual y el continuo. Escrita en la misma época que la obra expositiva sobre Descartes y la escolástica, la carta se revelará como un texto bisagra, en la medida en que si bien aborda las mismas cuestiones que aparecían en la obra de 1663, lo hace de un modo nuevo, concluyendo que siempre que se confunde el tiempo con la duración se introduce la discontinuidad en la Naturaleza. Esto último señala entonces una ?evolución? de la doctrina de la temporalidad. C) La ontología de la inmanencia y de lo necesario que afirma radicalmente la Ética constituye la base o condición sobre la que Spinoza fundamenta su singular teoría de la temporalidad. Desde esta perspectiva, entonces, la eternidad ya no aparecerá con tanta insistencia (como sucedía en la obra de 1663, y todavía en la carta 12) como lo opuesto a la duración. Al contrario, lo que revelará la obra capital de Spinoza es un modo particular de articulación de esas dos modalidades de lo actual, que nos permitirá afirmar que los individuos finitos (entre ellos el ser humano) son tanto eternos como durables. En este sentido, la Ética supone asimismo una radicalización de lo sostenido por Spinoza en la carta 12, en la que la distinción entre la eternidad y la duración derivaba directamente de la distinción entre la existencia de la sustancia y los modos. D) Puesto que no hay oposición sino simplemente distinción entre la duración y la eternidad de acuerdo con el sistema de Spinoza, la comprensión de la articulación de estas dos formas de existencia actual ilumina la doctrina spinozista relativa a la salvación y beatitud humanas. En este sentido, veremos que la eternidad de los seres humanos no es una inmortalidad del alma y que es posible acceder al conocimiento del aspecto eterno que siempre tenemos en la medida en que formamos ideas adecuadas, esto es, a través de la concepción sub specie aeternitatis. E) La duración spinozista es esencialmente indivisible, y la comprensión adecuada de su naturaleza es indisociable de la comprensión de la teoría del conatus. La duración tampoco es discontinua; al contrario, es expresión continua de las variaciones (indefinidas) de potencia de las cosas singulares. La discriminación del pasado y el futuro, deben por lo tanto su explicación también a la teoría del conatus y a la naturaleza de la existencia finita (y por eso limitada) de las cosas singulares. Aunque es en sí misma indivisible, la imaginación concibe la duración en función de las afecciones del cuerpo y a través de la memoria. El tiempo aparece entonces estrechamente vinculado al problema de la afectividad humana y como un auxiliar inseparable de las ilusiones de lo posible y lo contingente. Fil: Sibilia, Guillermo Luis. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras; Argentina. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas; Argentina