Sevilla es una ciudad con un patrimonio arquitectónico muy importante tanto cuantitativamente como cualitativamente. Sobre él se han realizado numerosos estudios historiográficos de gran interés, que nos aportan datos sobre la cronología, los autores, los esti ... Sin embargo, son poco los que se han llevado a cabo desde la perspectiva del arquitecto; que se enmarca y se entiende desde el propio quehacer arquitectónico.Nuestra investigación, encuadrada en esta, tiene como eje central el espacio, fundamento de la arquitectura, y como fuente principal la propia arquitectura, es decir, la lectura in situ, se trata, por lo tanto, del análisis especial de la forma. Asimismo, su carácter no puede desvincularse de nuestra propia condición de profesora de Análisis de las Formas Arquitectónicas; como tampoco, los términos y conceptos utilizados.La opción por una arquitectura que hace siglos, tan histórica como la de ayer mismo, responde a dos planteamientos: uno, el convencimiento profundo de que aún, y siempre, podremos aprender de ella, para nuestra propia elaboración arquitectónica; por muy lejana que esté, en el tiempo y en la forma, de nuestro trabajo profesional cotidiano. Otro, que como arquitectos y no como “arquitectos aficionados a la historia”, podemos sumergirnos en una historia menos frecuentada y aportar una visión diferente y enriquecedora de su arquitectura.Por otra parte, la elección de un tipo espacial implica la consideración de un enfoque que va más allá de épocas, estilos o auotes.El interés por estudiar el espacio en las iglesias llamadas de “cajón” radica en su sencillez. Nos encontramos ante lo que podríamos denominar, parafraseando un lugar común del movimiento moderno, la “iglesia mínima”, que partiendo de una geometría muy simple, la caja, con muy pocos elementos, techo, muro y arco, presenta una notable riqueza espacial y una gran diversidad de manifestaciones, dentro de un arco temporal muy amplio. Por ello, hemos limitado el estudio a los templos de los conventos femeninos de clausura, en los que, salvo excepciones, siempre se ha optado por este modelo para sus iglesias.El termino “cajón”, para denominar algunas iglesias, lo acuña, Kubler. Leyendo sus escritos se aprecia, que bajo éste se acogen realidades espaciales muy diferentes, por lo que nos pareció que era preciso aclararlo, a modo de preámbulo.Primero hubo que localizar las iglesias, labor ardua, teniendo en cuenta que en la Guía Artística de Sevilla se recogen ciento doce, y no están todas en ese inventario. El rastreo comenzó tomando como referencia sus descripciones y el análisis de los fotoplanos de la ciudad (Sevilla, forma urbis), que nos permitía ver si tenía crucero, ya que en muchas ocasiones la guía solo señalaba que era de una nave. Asimismo, a través de éstos intuimos algunas iglesias que no estaban en aquella, por lo que decidimos tomar también como base el plano de Olavide, gracias al cual detectamos otras que habían sido de conventos de clausura, y una de un antiguo colegio. Para comprobar si quedaban más y ver si existía una conexión entre este tipo y los conjuntos a los que pertenecían, es decir, conventos de clausura, hospitales, colegios y ordenes militares, recurimmos a fuentes del siglo XIX -Madoz, González de León y Gestoso-, al Diccionario Histórico de las calles de Sevilla y al estudio sobre los Conventos femeninos desaparecidos en el siglo XIX. De lo anterior extrajimos la conclusión de que en los conventos femeninos, este tipo había sido prácticamente una constante, salvo algunos casos (cinco frente a veinticinco). Consta que, por contra, en los hospitales no se introduce hasta el segundo cuarto de siglo XVII, que en los colegios es excepcional y, en las de ordenes militares, como solo nos ha llegado una, resulta, en principio, un caso aislado. Esto nos llevó a plantear la posibilidad de reducir el estudio a las primeras; si bien, antes de tomar la decisión, las visitamos todas, y fue la unidad que presentaban las de clausura entre sí frente a las demás, lo que definitivamente nos afirmó en esta decisión.En una primera visita, anotamos impresiones y todo aquello que nos llamaba la atención, medimos la anchura y longitud e hicimos entra otras muchas, do fotografía fijas: la visita hacia la Capilla Mayor y la opuesta. Para que las diferentes orientaciones incidieran en la luz lo mínimo, nos propusimos tomar las fotos a las doce, hora solar; pero no fue posible ya que coincidía con la hora de los rezos, de las comunidades, en el coro y en algunas solo se nos autorizó por la tarde. En la mayoría no se nos permitía el acceso a los coros, lo que nos ha obligado excluirlos del estudio como espacios. Colocamos las dos imágenes de cada iglesia en unos soporte, a modo de murales, ordenadas cronológicamente, con plantas del conjunto y del templo, incluyendo los datos históricos que teníamos hasta entonces; de manera que, se pudieran ver todas de una sola ojeada.Intuimos, a la vista de los paneles, que la época, las dimensiones y el sistema de cobertura estaban muy relacionados.Con ellas siempre presente, comenzamos a recopilar y analizar bibliografía acerca de la arquitectura sevillana y andaluza, mudéjar, renacentista y barroca. Así como sobre algunos arquitectos específicos, como es el caso de Hernán Ruiz, y también historia de la Iglesia de Sevilla, conventos y hospitales.Después leímos todo aquello que estuviera relacionado con nuestros edificios, elaborando unos cuadros en borrador, donde fuimos insertando todos los datos, siempre desde esa visión conjunta. Asimismo recopilamos toda la información planimétrica que nos fue posible.Teniendo como telón de fondo los conocimientos anteriores, nos volvimos a acercar a cada iglesia analizándolas y anotando todas las hipótesis que podían explicar las anomalías detectadas.Lo primero que elaboramos, en limpio, fue el fichero documental, que consta de una ficha de cada edificio, en la que se recogen una seria de fotografías, los planos elaborados y los datos históricos. Nos ha parecido que, como base de datos, era aconsejable que estuviera en un tomo independiente, para facilitar su consulta. En él se recogen también las fuentes documentales, de modo que en los demás capítulos tan solo aparecerán aquellos datos que no estén recogidos en éste.Desde este conocimiento histórico y análisis previos, intuitivos, de la forma, nos dispusimos a acometer un análisis formas sistemático de carácter comparativo, que constituye el núcleo principal de la investigación. Lo hemos estructurado en dos apartados: el primero, tiene como base lo cuantificable, es decir, la planta y las alturas; mientras que el segundo se fundamenta en la percepción: análisis desde dos puntos de vista. Debemos señalar, que tan sólo hemos incluido, como dato ajeno a la forma, la cronología; que se introduce siempre al final de cada punto del primer apartado.La planimetría que habíamos recopilado era muy diversa en cuanto a grado de definición, fidelidad y calidad gráfica, que, si bien nos fue útil para ese primer acercamiento, no era adecuada para un estudio comparado riguroso. Ello nos obligó a realizar unos nuevos levantamientos, muy selectivos, pues el criterio no era hacer una representación figurativa autónoma sino una indagación instrumental desde el dibujo. Por tanto, hemos representado tan solo aquello que verdaderamente tenía una repercusión importante en la definición de los espacios. La elaboración de estos levantamientos analíticos, nos fue exigiendo acercarnos al mundo de los trazados y de la construcción: comenzamos por el manuscrito de Hernán Ruiz, realizado en la Sevilla del quinientos y continuamos por los que él cita -Serlio, Vitrubio y Alberti- el de Sagredo y el de fray Lorenzo de San Nicolás. De la mano de Nuere y especialmente Duclós, nos aproximamos a las armaduras de madera; y, a las bóvedas de nervadura, a través de Simón García, Villard de Honnencourt y del estudio de Ruiz de la Rosa.El propio dibujo nos desveló, como era de esperar, no sólo cuestiones de índole general sino algunas posibles soluciones para problemas planteados; también abrió nuevos interrogantes. Nos ha parecido de interés que estas reflexiones quedaran recogidas explícitamente en un apéndice, ya que son específicas de algunas iglesias y quedan fuera del marco comparativo.En principio, el estudio se iba a reducir a los edificios existentes, más un hecho nos hizo descubrir la limitación que encerraba. Del análisis de estos parecía desprenderse que a partir del siglo XVII la bóveda baída se había establecido como modelo, habiendo quedado atrás las experiencias con media naranja. No obstante, dos imágenes fotográficas antiguas venían a romper esta hipótesis pues en ellas se observa una media naranja cubriendo la Capilla Mayor; las fotos corresponden a dos iglesias del siglo XVII, una que hoy no existe y otra, incendiada hace unas décadas.Nos parecía, por tanto, que debíamos acercarnos a las iglesias desaparecidas para enriquecer nuestro trabajo y al tiempo arrojar alguna luz sobre ellas. Afortunadamente, hay un estudio historiográfico muy exhaustivo sobre esos conventos, que nos ha sido de gran utilidad: Los conventos femeninos desaparecidos, ya citado. En él se recogen las descripciones de González de León sobre sus iglesias, autor al que habitualmente se recurre cuando se trata de edificios inexistentes en la actualidad. Ante ellas, nos pareció interesante someterlas a un análisis comparado con la realidad presente de las iglesias que hemos estudiado: con el fin de establecer unos criterios que aportan algo más al conocimiento de aquellas.También hemos podido analizar y medir algunos de los retablos mayores de estas iglesias, que localiza la doctora Fraga, y con ello tener una referencia métrica muy importante. Una reflexión sobre estos datos, al amparo de los estudios anteriores, nos han permitido hacer algunas pequeñas aportaciones, que pueden abrir nuevas vías de investigación. Estas dan contenido al segundo capítulo; que junto con el dedicado al análisis de las descripciones de González de León, configuran la tercera parte: Aproximaciones analíticas al estudio de las iglesias desaparecidas. Los datos históricos se recogen en un apéndice del fichero documental.En la segunda parte del trabajo se analizan los datos históricos de los edificios, existentes o no. Articulada en dos capítulos: uno se centra en las fechas, y especialmente los tiempo, que nos permite, entre otras cuestiones, establecer el proceso de elaboración de las iglesias; y otro en los artífices que intervienen en su concepción y construcción.Asimismo, la autora de Los Conventos femeninos…, aporta un informe del siglo XVII, que transcribe en parte. Los consideramos de sumo interés para la compresión de las transformaciones espaciales de aquel momento, y por ello lo hemos recogido íntegramente, realizando una lectura dibujada del mismo, así como algunas anotaciones, en el apéndice Transformaciones espaciales del siglo XVII: análisis de una crónica.Un tema inevitable cuando se trata de arquitectura de esta época es el del orden mural, que en estas iglesias es casi una insinuación; por tanto, la cuestión de género apenas tiene repercusión en el espacio; ya que, además, no influirá en la definición del módulo. Estas razones nos han llevado a excluirla del análisis formal, si bien consideramos que no podía omitirse, por lo que la hemos tratado en un apéndice: Orden y género.La cuarta y última parte del trabajo, tiene como finalidad elaborar una síntesis de los resultados obtenidos en los diversos análisis; así como, establecer unas conclusiones finales.Las iglesias estudiadas o citadas están en Sevilla, salvo en casos excepcionales, por ello solo en estos últimos hemos señalado su localización. Asimismo, se ha omitido al nombrarlas, generalmente, su pertenencia a un conjunto, dado que el interés concreto reside en las iglesias. También, conviene señalar que hemos utilizado los nombres con los que comúnmente se conocen.Las limitaciones de esta investigación derivan de la propia elección al reducir el estudio al ámbito exclusivo de estas iglesias, tanto formal como historiográficamente. La suspensión estratégica de todo un mundo de referencias deja cuestiones sin resolver; cuestiones que son vías de investigación abiertas para el futuro.Entre otras, cabe señalar, como línea a investigar la de los cambios que van operando pues sabemos cuándo se producen; qué significan en el espacio; e, incluso, de la mano de quién se introduce; más no podemos contestar al por qué suceden, o saber cuánto se debe a la indagación de los autores, cuánto a las referencias a otras iglesias.Otro capítulo abierto, es el referido a las transformaciones, difícil porque es necesario introducirse en las clausuras, cosa hasta ahora imposible en algunos conventos.Queda también, profundizar en el conocimiento de las iglesias desaparecidas, así como otras muchas cuestiones, que no vamos a enumerar.