Reivindico en mi práctica artística elementos plásticos formales de los Amoxtli o códices precolombinos, como la utilización de papel Amate y los colores brillantes. Además, profundizo en la mitología y en las crónicas etnográficas que plasman concepciones diversas al género binario, así como prácticas sexuales mucho más abiertas que las que se impusieron tras la evangelización de los pueblos originarios. En estas sociedades, se reconocían más de dos géneros, desde una concepción dual y fluida que aparece en toda mi obra metafóricamente, a partir de elementos orgánicos y simbólicos que hacen alusión a la vida (sexualidad) y a la muerte. Mis personajes tienden a ser personas que voy conociendo en mi vida, y algunas veces son autobiográficas. Encarnan arquetípicamente cada una de estas deidades/energías/númenes: elles/nosotres, somos les deidades. Mujeres, compañeres de la cotidianidad, personajes numinoses, que gozan abiertamente. Son, en su mayoría, disidentes, y crean rupturas de todo tipo, se reapropian de esos espacios que les/nos han sido negados: gozan, gritan y se complacen de forma consensuada. Se sumergen en el éxtasis de sus fluidos, en la vida deleitosa del tlalticpac: personas con diversidad funcional, con cuerpos desbordantes, raquíticos, quimeras, personas trans, cyborgs, putas, insurrectas, rebeldes, artistas, migrantes, exiliades, tercermundistas, maricas, con pelos, estrías, imperfecciones en la piel, menstruantes, prietes, negres, racializades. Todes a quienes el sistema colonial-patriarcal quiere fuera de los espacios, escondides en las penumbras. A quienes no se quiere ver, quienes dan asco, les imperfectes, les invisibles. Cuerpos a los que se nos obliga a permanecer invisibles, inexistentes, escatológicos, que defecan mientras experimentan placer. Cuerpos no hegemónicos, no binarios, zoomórficos, que critican y desbaratan con su existencia las identidades impuestas, cuerpos que desestabilizan, que cuestionan, que gozan el dolor y el placer. La serie titulada Zotz, Xochiquetzal y el origen de la menstruación, comenzó en el año 2015, y ha sido expuesta en diversas muestras y espacios (Galería Art Space Mexico, Swinton & Grant Gallery, Projektraum 404, Schwules Museum, Habitación, Bruja soy, mujer espíritu, en el Centro de Arte Contemporáneo de Huarte, etc) y publicada en revistas (KALTBLUT magazine, POUSTA, etc.) además de formar parte de la plataforma digital del Museo Experimental El Eco. Se centra en la representación de un mito prehispánico relacionado con el origen de la menstruación. Xochiquetzal es una energía/deidad del placer sexual, de las flores, de las pintoras, el arte y las trabajadoras sexuales, a quien rendían culto y ofrendas las mujeres para propiciar un aborto. El mito, que explica el origen de la menstruación, cuenta que, mientras dormía, el murciélago Zotz le muerde la vulva, y Xochiquetzal comienza a sangrar. Otro mito narra que el murciélago fue creado por la simiente que Quetzalcóatl arrojó sobre una piedra después de masturbarse. Y que las flores, principalmente las Cempasúchil, flores que se usan para decorar y ofrendar el día de los muertos en México, fueron creadas por Mictlantecuhtli, deidad/energía de la muerte, cuando Zotz, el murciélago, llevó el pedacito que arrancó de la vulva de Xochiquetzal al inframundo. En la representación que hago de esta serie de mitos, intento darle un matiz sadomasoquista, donde Xochiquetzal goza del dolor consensuado ocasionado por la mordida de Zotz, que así mismo goza succionando y deleitándose con su menstruación.