España presenta una superficie dedicada a los cítricos de unas 273.000 ha en producción (MARM, 2007), lo que representa el 9% de la superficie de regadío y el 1,2% de la superficie agraria utilizable. La producción citrícola se encuentra localizada en cuatro comunidades autónomas: Comunidad Valenciana (Alicante, Castellón y Valencia), Andalucía (Almería, Córdoba, Huelva, Málaga y Sevilla), Murcia y Cataluña (Sur de Tarragona). La Comunidad Valenciana, con 188.000 ha, es la que posee mayor superficie cultivada, a pesar de la fuerte expansión que se ha producido en el resto de zonas. Del total de esta superficie, el 45% se dedica a la producción de naranja y el 38% a mandarinas. La producción de naranja se encuentra localizada fundamentalmente en la Comunidad Valenciana (56%) y Andalucía (35%); mientras que la producción de mandarina se concentra mayoritariamente (82%) en la Comunidad Valenciana. Cabe destacar la reducción progresiva que viene registrando el cultivo del naranjo en las últimas décadas, mientras que la superficie de mandarinos se ha duplicado. Este incremento es como consecuencia, no sólo, de la puesta en cultivo de nuevas superficies sino, especialmente, de un importante proceso de reconversión varietal. Ejemplo de este cambio de orientación citrícola lo constituye la Comunidad Valenciana, en la que mientras la superficie citrícola ha crecido menos de 9.000 ha, la destinada a mandarinos se ha incrementado en 47.000 ha en los últimos 30 años (Estruch, 2007). De todas las variedades cultivadas, la clementina de Nules es la que ocupa mayor superficie de cultivo dentro del grupo de mandarinos clementinos (41%). El número de frutos cuajados, más que el número de flores, es normalmente el factor limitante para una buena cosecha (Guardiola, 1992). Por tanto, conocer este proceso, es el primer paso para controlar la producción final de los árboles (Agustí et al., 1982). En relación a esto, la clementina de Nules, puede ser considerada una variedad con cuajado deficiente de fruto pues, en ausencia de polinización cruzada, produce una cosecha escasa (Mehouachi, 2001), por lo que requiere de tratamientos fitorreguladores adecuados para mejorar el cuajado del fruto. Diversos estudios señalan que el ácido giberélico (AG3) sería el regulador de crecimiento de mejor comportamiento para aumentar el cuajado y la producción en cítricos (Guardiola, 1992). En clementinas, el uso de éste mejora considerablemente el cuajado y reduce la abscisión de frutos (Primo-Millo, 1994). El mejor momento de aplicación sería en caída de pétalos (Agustí y Almela, 1991; Talón et al., 1999). En la actualidad, se viene realizando una aplicación foliar de AG; en la primera quincena de mayo, y a veces se repite la pulverización durante la caída de junio (unos 20 días después). La posible prohibición de este producto ha llevado a la búsqueda de otros que mejoren el cuajado del fruto y sean compatibles desde el punto de vista medioambiental y sanitario. En este sentido Timac AGRO España S.A. ha desarrollado Maxifruit, un inductor al cuajado que potencia de forma natural los procesos fisiológicos que actúan en el cuajado, como alternativa al ácido giberélico. En el presente estudio se evalúa la respuesta del AG; y Maxifruit sobre el cuajado del fruto y, concretamente, su efecto sobre la producción y calidad del fruto, así como, sobre otros parámetros característicos del estado nutritivo del cultivo, concentración foliar de macro y micronutrientes, índice de SPAD y contenido foliar de clorofila.