Martínez-Duncker R D, Urzúa-González AR, Aguilera-Mora LF, Laínez-Zelaya JS, Álvarez de la Cadena-Sillas J, Celaya-Cota MJ, González-Cruz EH, Delgado E, Campos-Nonato I, Denova-Gutiérrez E, Cruz-Valdez A, Cossio-Aranda JE, Guerra-López A, Enciso-Muñoz JM, Sánchez-Arreola LD, Magaña-Serrano JA, Díaz-Aguilera MÁ, Gómez-Álvarez E, Oseguera-Moguel J, Barquera S, Sifuentes-Osornio J, and Lazcano Ponce EC
La muerte súbita cardiaca es un problema de salud pública a nivel mundial. Aunque su incidencia no es conocida, se estima que causa hasta 50% de la mortalidad de origen cardíaco y hasta 20% de la mortalidad total en los adultos. En México, estimaciones previas sugieren que causa en promedio 33 000 muertes al año; sin embargo, los datos no son precisos. La mitad de los eventos por muerte súbita cardiaca se deben a un paro cardiaco súbito extrahospitalario que, de no ser atendido oportunamente, deriva en una muerte súbita cardiaca. Por tanto, la capacidad de responder pronta y adecuadamente a estos eventos con las maniobras y equipos necesarios mejora la sobrevida de las víctimas. Para atender este problema, en algunos estados del país se han creado espacios cardioprotegidos que permiten realizar maniobras de reanimación cardiopulmonar y desfibrilación cardiaca de acceso público oportunamente. Como objetivo, los profesionales de la salud establecen la importancia de implementar espacios cardioprotegidos y crear políticas públicas al respecto en todo el país.