117 p. [ES] La cornamenta de la especie bovina viene siendo un icono desde la Antigüedad. El cuerno de cada raza tiene características particulares, siendo la cornamenta del toro de lidia el fanero más importante del animal, ya que le confiere su carácter ofensivo. Los animales que se lidian en las plazas de toros deben presentarse íntegros y la cornamenta es el ejemplo de máxima integridad, hasta tal punto que muchos ganaderos protegen el cuerno durante el último año de cría del toro con una funda de venda de resina, práctica denominada enfundado, que evita golpes y el posible desgaste que conlleva su manejo en mangas y cajones a la hora de tareas como el saneamiento además de reducir las bajas por cornadas entre animales. El cuerno es una región anatómica poco estudiada por la comunidad científica, por ello, con el presente trabajo se pretende ampliar el conocimiento sobre su morfometría, histología y dureza superficial. Al mismo tiempo se analiza el posible efecto que el enfundado podría ejercer sobre dichas variables de la cornamenta. Para completar el trabajo, se pretende validar la técnica de la termografía como método de detección de una supuesta manipulación fraudulenta de los cuernos de toros o novillos de forma previa a la lidia, durante el reconocimiento veterinario en los corrales de la plaza. Para el análisis morfológico se midieron los cuernos de 372 animales, machos de la raza de lidia, pertenecientes a 10 encastes diferentes, de 3 a 6 años de edad, lidiados en plazas de toros de España y Francia. Se tomaron 9 medidas manualmente con cinta métrica y calibre (longitudes externa e interna, diámetros verticales y horizontales a nivel de la cepa, pala y pitón y la distancia entre pitones). Los resultados describieron una cornamenta bastante homogénea en cuanto a sus dimensiones, detectando diferencias significativas en los diámetros del cuerno y distancia entre pitones en el encaste Miura, cuyos animales registraron mayor grosor de cuerno y más apertura de los mismos. Sin embargo, en cuanto a las longitudes externas e internas no se encontraron diferencias significativas marcadas, lo que apunta hacia una homogeneidad en la selección de la morfometría de las cornamentas. Los resultados coincidieron con las descripciones publicadas para la raza de lidia y sus encastes y los datos aportados en los escasos trabajos publicados sobre medición de cuernos. En cuanto al estudio histológico se determinó la posible influencia de la práctica de “enfundado” sobre la estructura histológica del cuerno del toro de lidia. Para ello se recogieron cuernos de 30 animales de 4 a 5 años lidiados en plazas de primera y segunda categoría, conformando un grupo control de 15 animales no enfundados y otro de 15 enfundados. Tras los análisis pertinentes análisis se describió la estructura histológica normal de la cornamenta del toro y la aparición de algunas lesiones leves tales como espongiosis en el estrato espinoso, desorganización celular del estrato basal o presencia de múltiples neovasos en la dermis que no pudieron ser atribuidas al enfundado. En tercer lugar, se cuantificó la dureza superficial del cuerno del toro de lidia analizando la posible influencia del enfundado en la misma. Para ello se han recogido los cuernos de 390 toros (4-5 años años) y novillos (3 años) en plazas de toros de España y Francia, contando con un grupo control de individuos no enfundados de 118 animales. Se ha analizado la dureza de las 3 partes del cuerno: cepa, pala y pitón, mediante la utilización de un durómetro PCE‐D shore®. A su vez, se recogió información biométrica del cuerno, se anotó la presencia de lesiones en la cornamenta y la capa del animal. Se observó que los cuernos de los animales enfundados presentaron una menor dureza superficial, tanto a nivel de la cepa como del pitón. En los cuernos que mostraron alguna alteración como escobillado o astillado, la dureza superficial del pitón fue menor. Y, por último, los cuernos de los toros jaboneros resultaron ser más blandos, fundamentalmente a nivel del pitón, que los pertenecientes a animales con otras capas. Por último, para comprobar la utilidad y aplicabilidad de la técnica termografía como sistema de detección de una posible manipulación fraudulenta de los cuernos de toros o novillos antes de su lidia, se estudiaron 208 animales pertenecientes a diversas ganaderías lidiados en la plaza de toros de Zaragoza entre los años 2014 y 2019. De ellos 11 toros participaron en espectáculos de rejoneo por lo que sus defensas habían sido modificadas reglamentariamente. Los cuernos de los animales sospechosos de haber sido objeto de manipulación tras el reconocimiento termográfico alcanzaron diferencias con los no sospechosos en los diversos parámetros biométricos registrado tanto en el cuerno izquierdo como en el derecho. No hay ningún toro o novillo que no cumpla 1/7 de la longitud media total que no haya sido clasificado como sospechoso después de valorar las fotografías termográficas lo que podría considerarse como falso negativo. Dentro de los sospechosos el 89,47 % no cumplieron dicho requisito biométrico en alguno de los cuernos. Estos resultados corroboran la idea de que la termografía podría ser una herramienta de utilidad como técnica de apoyo proporcionando un criterio más objetivo ante una posible sospecha de manipulación fraudulenta de los cuernos, ayudando en la toma de decisiones de los equipos veterinarios. [EN] Historically, the bull horn has been an iconic symbol for the bovine species. Horns within each cattle breed have unique characteristics. The lidia breed is no exception as the horns of lidia bulls are known to contribute to their aggressive character and image. The bulls that fight in the plaza de toros, or bullfighting ring, must arrive as a sound specimen with their horns personifying the fullest symbol of integrity. The bull’s horns are valued so much that owners place a special protection around their horns their last year of life on the ranch. Their horns remain covered, with a cast, to avoid damage when animals are managed in cattle facilities, as well as reducing lameness or death due to goring. There is a paucity of scientific literature associated with the anatomy of the bull horn. As a result, the current work aims at broadening the scientific literature related to its morphometry, histology, and external hardness. At the same time, we analyzed potential effects exerted by the cast protection placed around the horns. Finally, we aimed to validate a technique to measure temperature as a method to detect fraudulent manipulations of bull horns prior to bullfighting when the veterinarian provides a review of the animal in the pen. For the morphological analysis, we measured 372 horns from lidia bulls, within Frace and Spain, belonging to 10 different encastes within bulls between three to six years old. We took nine measurements manually with a measuring tape and caliper, including: external and internal lengths, vertical and horizontal diameters in the cepa, pala and piton, and the distance between the pitones. The results demonstrate that horn dimensions are homogenous, detecting significant differences in horn diameters and distance between the pitones within the encaste Miura, whose animals exhibited the thickest horns. However, we did not detect differences related to either internal or external lengths, which supports more uniformity within the horn morphometry. The results coincided with the existing, yet limited, data published about horn measurements within the lidia bull literature. Related to the histologic study, we aimed to determine if protecting bull horns with the special resin may have an influence on the histological structure within the lidia bull breed. To do so, we sampled horns from 30 animals between four and five years old killed in bullfighting rings comparing with a control group of 15 animals whose horns were never protected. Our results suggest that the histological structure of the bull horn is normal and that minor defects or cellular changes observed could not been attributed to wrapping the horns. Thirdly, we quantified the external hardness of the lidia bull horn with the aim to determine if wrapping influenced the hardness. To do so, we collected 390 horns from animals that fought in either Spain or France. Bulls were three to five years old. We compared them to a control group with 118 animals whose horns were never wrapped. In particular, we analyzed the horn hardness at three locations—cepa, pala y piton—using a hardness instrument PCE-D shore®. At the same time, biometric information was collected from the horn. We noted the presence of lesions on the horn and the animal’s coat. We observed that the animals whose horns were wrapped were not as hard at either the cepa or the piton. In horns that exhibited damage, such as scrapes or chips, the piton hardness was less. Finally, the jabonero bull horns were softer at the piton compared to horns of other animals. Lastly, to test the application and use of a thermographic technique to detect any fraudulent manipulation of bull horns before bullfighting, between 2014 and 2019, we studied 208 animals from diverse cattle ranches that fought in Zaragoza. Of those, 11 bulls fought as “rejoneo” and their horns were legally modified and were used as a positive control. After thermographic images of bull horns were taken, horn dimensions of animals suspected of horn manipulation were significantly different compared to those animals not suspected of having their horns altered. We did not record any bull fulfilling the legal requirement of 1/7 the total average length that was not classified as suspect after evaluating the thermal images, which could be considered a false negative. Within the suspected animals, 89.47% did not fulfill the required horn measurements. These results strengthen the idea that thermographic instruments can be used by veterinarians as a tool to obtain objective data when faced with a scenario whereby horns may have been manipulated.