This article deals with Obelisk (2017), a poetry collection by Canadian Susan Gillis (b. 1959) concerned with the impact of human action on Earth in a myriad of forms. Drawing on a wide spectrum of poets, thinkers and artists, including Du Fu, Czeslaw Milosz, Walter Benjamin, John Dixon Hunt, Don McKay, Xi Chuan and Edward Burtynsky, Obelisk looks like an essay in fragments where Gillis assembles the precious insights of her ancestors to shed light on homo sapiens’ intromission into physical space to make the Earth suit human needs. When put together, her heavily annotated and erudite poems read like a denunciation of the indelible mark humans are leaving on the face of the Earth to make it a habitable space, whilst destroying it in the process. However, there is room in Obelisk for a probing reflection on wilderness and place, for a celebration of the vitality of matter and the more-than-human world, for an environmentally-informed critique of the way human action is having a colossal impact on the planet in the age of the Anthropocene, and for a meditation on what poetry can do in the light of environmental degradation to encourage humanity to act and live responsibly on Earth. Thus, Obelisk warns readers against the destruction of the biosphere and celebrates the persistente of poetry as a mode of knowing and as a tool for fashioning an environmental ethics, El presente artículo es una aproximación ecocrítica materialista a Obelisk (2017), un poemario de la autora canadiense Susan Gillis (nacida en 1959) que explora las múltiples caras del impacto del ser humano en la Tierra. Inspirado en una amplia nómina de poetas, pensadores y artistas, incluidos Du Fu, Czeslaw Milosz, Walter Benjamin, John Dixon Hunt, Don McKay, Xi Chuan y Edward Burtynsky, Obelisk se asemeja a un ensayo a modo de palimpsesto en que Gillis reúne las valiosísimas intuiciones de sus ancestros para arrojar luz sobre la intromisión del ser humano en el espacio físico y convertir así el planeta Tierra en un lugar que satisfaga las necesidades humanas. En su conjunto, los poemas de Gillis, eruditos y prolíficamente anotados, encierran una denuncia de la indeleble huella de la mano humana sobre la faz de la Tierra, como responsable en última instancia de la destrucción de la biosfera. Con todo, en Obelisk existe espacio también para una lúcida reflexión sobre la naturaleza y el lugar, para una apología de la vitalidad de la materia y un mundo más que humano, para una crítica encendida del impacto colosal de la acción humana en el planeta en la era geológica del Antropoceno, así como para una meditación acerca de lo que puede llegar a conseguir la poesía a la luz de semejante degradación medioambiental para que la humanidad actúe y viva en la Tierra con sentido de responsabilidad. Así, Obelisk advierte al público lector de la destrucción de la biosfera y celebra la persistencia de la poesía como una forma de conocimiento y una herramienta para moldear una ética profundamente ecologista