Durante el mes de mayo del año 2016, en la región de Los Lagos se vivió una aguda crisis ambiental y social tras el decreto de cierre de las operaciones pesqueras y acuícolas a raíz de una masiva floración de marea roja. La inusual magnitud del fenómeno ha sido asociada tanto a causas naturales –aumento de radiación y temperatura del agua-, como al aumento de material nitrogenado – en este caso, contaminación de la industria acuícola. Como respuesta a la restricción, se produjo una masiva movilización de pescadores y otros sectores de la ciudadanía, paralizando la zona durante dieciocho días para exigir desde compensaciones a las familias afectadas hasta transformaciones al modelo de desarrollo que domina en la zona. De esta forma, este movimiento, denominado “mayo chilote” por sus protagonistas, se convirtió en una de las más importantes movilizaciones en la historia de esta región, imponiendo el problema medioambiental en el debate público.Frente a este contexto, el presente artículo analiza la disputa por la definición social o encuadre (en adelante frame) de la crisis ambiental vinculada a la “marea roja” ocurrida en Chiloé en el año 2016. Postulamos que esta crisis emerge, en tanto que problema público, como consecuencia de la acción de diferentes actores sociales, construyendo un importante debate en términos de opinión pública. Por un aparte, tratamos el rol de los medios de mayor circulación, definidos como medios de élite o quality press según Mellado y Lagos (2014). En concreto se analiza la forma en que los medios asociados a las élites enmarcan y dan sentido a la crisis ambiental de Chiloé en el año 2016. Por otra, se analiza la manera en que un movimiento social emerge y encuadra dicha crisis ambiental, abordadando formas menos convencionales de distribución de la información, las que operan a nivel local y a través de medios fuera de la influencia de los medios tradicionales o mainstream. En este sentido, la definición y comunicación en torno a esta crisis ambiental puede ser comprendido en términos de una contienda política (Tilly & Tarrow, 2015), la que implica una movilización ciudadana que entra en conflicto con los intereses de las élites, presentando un repertorio de expresión que busca conectar con la opinión pública local y nacional (Tarrow, 2011; Tilly & Wood, 2015). El método empleado es un análisis de framing cualitativo, el cual se ha organizado en dos sub-análisis que se articulan utilizando la lógica de muestreo y análisis de la Teoría Fundamentada (Strauss y Corbin, 2000; Charmaz, 2014). El primero es una análisis de framing discursivo de los medios de comunicación de élite, siguiendo la línea desarrollada por autores como Cabalín (2015), inspirado en el análisis de discurso de Fairclough (2013). En el segundo sub análisis los materiales son más heterogéneos, logrando la integración de 16 entrevistas, notas de campo durante y después de las movilizaciones de mayo, fotografías y una muestra de medios alternativos y comunitarios, locales y nacionales.Como resultado se obtiene que los medios de élite produjeron dos frames dominantes. El primero de ellos -el de mayor presencia- es el frame que indica “causas naturales” de la crisis de la marea roja. Este frame excluye la acción y responsabilidad de la industria salmonera -y de cualquier influencia humana- como el factor gatillante de esta crisis ambiental. En efecto, el mensaje de mayor saliencia de estos medios, aspecto fundamental en el modelo de framing, indica que la marea roja es un fenómeno natural que no guarda relación con la actividad productiva de la zona. El segundo framing de los medios de élite es la categoría de “seguridad pública”. Este frame destaca la alteración del orden público que producen las movilizaciones ciudadanas que surgen en mayo de 2016. Ambos frames se articulan para presentar la crisis de la marea roja como un problema social despolitizado, es decir, sin conflicto socioambiental, sino más bien una movilización específica centrada en el peticionismo de los pescadores de la zona para exigir ayudas del gobierno durante la paralización de sus actividades. En este punto, la formación de la opinión pública, y en términos más generales, la emergencia de un debate público en torno a la temática socio-ambiental ha mostrado con claridad una de las dificultades asociadas a la falta de pluralismo en los medios, ampliamente estudiada como problema en América Latina, lo que alcanza especial importancia en el contexto chileno actual (Mayorga, del Valle, Nitrihual, 2010).Por otra parte, a nivel de discurso ciudadano, el frame más presente desde el movimiento de pescadores es el de “conflicto socioambiental”. Se trata de un frame donde el agente no es solo el movimiento de trabajadores del mar, sino la sociedad chilota en su conjunto, al mismo tiempo que las causas de la crisis ambiental no son naturales, sino que la responsabilidad se sitúa en dos niveles. En primer lugar, en los productores de salmonicultura en connivencia con la autoridad pública (la cual autorizó la descarga de 9.000 toneladas de salmón en descomposición), mientras en un segundo nivel se encuentra el modelo de desarrollo extractivista en general, lo que en última instancia vincula el conflicto socioambiental con otras temáticas, como la salud, la conectividad vial, la educación, y otros aspectos fundamentales para la vida en esta zona del país. Se demuestra así, cómo los conflictos socioambientales -en esta zona del país- representan el punto de emergencia de conflictos que se reactivan y se articulan en torno a otras temáticas sociales como la salud y la educación (Cabello y Torres, 2015).Los resultados presentados concluyen que el problema público generado por la crisis es definido de al menos dos maneras distintas, resultando la contienda política reflejada en estas construcciones. Por una parte, la opinión pública observó en los medios tradicionales un discurso sobre las causas naturales de la crisis medioambiental, sin relación con el modelo desarrollado por la industria extractivista. Por otra parte, un segundo encuadre es definido por la movilización de los pescadores y ciudadanos chilotes, quienes indican una responsabilidad de la industria salmonera la crisis ambiental que vivió el Archipiélago de Chiloé durante el año 2016.