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El 20 de mayo del presente año, la Honorable Corte Constitucional, "administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución", resolvió declarar exequible el artículo 326 del Código Penal, "con la advertencia de que en el caso de los enfermos terminales en que concurra la voluntad libre del sujeto pasivo del acto, no podrá derivarse responsabilidad para el médico autor, pues la conducta está justificada".

Two-round Delphi study carried out in Spain. Three theme-based blocks were set out: 1) Patient profiles: therapeutic goal and parameters to be analysed according to POSEIDON patient profiles; 2) Ovarian stimulation protocols with antagonists: monotherapy (FSH) vs combined therapy (FSH + LH/HMG); 3) Safety and effectiveness of the devices. The antral follicle count and the anti-Müllerian hormone level were considered indicators that can be used to predict ovarian response. More than 80% of the participants agreed that FSH monotherapy is the recommended regimen in normal/hyper-responsive patients of < 35 years of age; that 150–300 IU is the dose to be used in ovarian stimulation in monotherapy depending on clinical parameters; and that FSH monotherapy improves patients’ comfort compared to two combined drugs. It was unanimously considered that the type of device used by the patient influences the comfort of the treatment.IMPACT STATEMENT What is already known on this subject? There is currently no consensus on the optimal treatment for controlled ovarian stimulation for patients undergoing IVF which leads to highly variable clinical practices. What the results of this study add? This study’s strong point is that, since it is a consensus, it has been possible to include more topics than would normally be dealt with in a systematic review or guidelines, which are generally based on a strict method that restricts the scope of the research. Experts have reached a consensus on most of the statements and based on these they have issued consensus statements that will enable the optimal use of gonadotropins in IVF. What the implications are of these findings for clinical practice and/or further research? This Delphi consensus provides a real-life clinical perspective on gonadotropin usage in IVF.

Apreciado doctor Gaitán: En el último número de la revista bajo su acertada gestión editorial, correspondiente a los meses de julio-septiembre del presente año, fue publicado el artículo "Embarazo abdominal avanzado: reporte de un caso y revisión de la literatura", de la autoría de los doctores Julie Angélica Mora, Mortimer Arreaza, Hugo Hernán Nossa y Jorge Augusto Rodríguez. Como en la Introducción a dicho artículo los autores aseguran que "en Colombia solo se registran dos casos de embarazo abdominal reportados", en honor a la verdad me permito hacer un aporte, que considero válido. Con el título "Un caso de embarazo extrauterino avanzado", en 1961 publiqué un artículo al respecto en la Revista Colombiana de Obstetricia y Ginecología (Vol. XII, nóm. 3, pp. 286-289). En la bibliografía que entonces revisé encontré tres comunicaciones previas, así: - Londoño Mejía A. Una historia de embarazo abdominal. Rev Colomb Obstet Ginecol. 1954;5:205. - Acosta BE. Comentarios acerca de dos casos de embarazo ectópico a término. Rev Colomb Obstet Ginecol. 1957;8:195. - Botero Uribe J. Embarazo ectópico avanzado. Rev Colomb Obstet Ginecol. 1960;11:307. Dado que los autores del artículo que motiva mi comentario afirman que revisaron la literatura sobre el tema, considero necesario aclarar que esa revisión no fue completa. En 1972 fue publicado el Índice bibliográfico colombiano de obstetricia y ginecología (1888-1969), de mi autoría, que bien vale la pena que sea tenido en cuenta cuando se aspire a hacer una revisión completa de la bibliografía nacional en cuestiones de nuestra especialidad. Queda a su claro criterio darle a este comentario la difusión que considere pertinente. Lo saluda con sentimientos de amistad, Fernando Sánchez Torres

PREÁMBULO El ejercicio de la medicina, en su forma más auténtica, vale decir, el acto médico, es fundamentalmente científico y humano. El proceso encaminado a curar o a aliviar al paciente, pone a prueba la preparación del médico, como también su capacidad recursiva, imaginativa, y su sentido de solidaridad. Comienza con una hipótesis diagnóstica basada en los sentidos del examinador -fase clínica-, que se comprueba a través de la tecnología disponible -etapa probatoria-. Viene después la prescripción, que está sustentada en las anteriores y tiene como finalidad mejorar al enfermo y de paso, producir satisfacción en el curador. La fase de prescripción requiere de un programa o plan previo: agentes terapéuticos, dosis, vías de administración y tiempo de tratamiento. Cuando son necesarias intervenciones quirúrgicas, habrá que planear la técnica correspondiente, sujeta a cambios e improvisaciones durante el mismo acto operatorio. Algunas veces los recursos con que cuenta el médico son insuficientes para darle solución al problema de su paciente. En tal situación se aconseja apelar al ingenio, si hay lugar a él, o al consuelo, actitud válida por ser humanitaria y paternalista, es cierto, pero que tiene sabor a derrota. Confío en que este corto preámbulo al relato de una de las experiencias vividas a lo largo de mi ejercicio profesional -inolvidable por lo atrevida y humana- sirva de explicación y justificación a lo ocurrido.

La ginecobstetricia es hoy en Colombia una de las especialidades médicas de mayor avanzada, como que es, así mismo, una de las más antiguas. Vale recordar que durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando apenas comenzaba la medicina nacional a despuntar, ya había médicos dedicados al oficio de los partos. Basta mencionar los nombres de Leoncio Barreta, José María Buendía, Rafael Rocha Castilla, Librado Rivas y Joaquín Maldonado, para aceptar que fue así.

Cuando partimos en dos la narración histórica correspondiente al siglo XX, no lo hicimos arbitrariamente sino que para ello nos asistieron razones de fondo. Ei lector habrá podido darse cuenta de cómo, al iniciarse la segunda mitad, los cambios que recibió la especialidad fueron grandes y acelerados, comparados con lo ocurrido en la primera hemicenturia. Comprobémoslo haciendo un sucinto recuento.

La ginecobstetricia es la disciplina o actividad relacionada con los procesos normales y patológicos de los órganos reproductivos de la mujer.

Según Ghalioungui, en el Egipto faraónico se admitían mujeres en la profesión médica para desempeñar el oficio de comadronas (1).

Teniendo como fundamento los principios de autonomía, beneficencia y justicia, que rigen el actuar ético del médico, se analizan las principales circunstancias susceptibles de un juicio ético durante el periodo perinatal. Se recomienda que toda intervención médica sobre el feto o el neonato tenga el consentimiento de los padres, previa información amplia y veraz. Se insiste en la conveniencia de discutir con los miembros del equipo o grupo responsable del manejo del paciente las conductas médicas que puedan tener implicaciones éticas.

Como bien se sabe , la fertilización in vitro es un método de concepción artificial extracorpórea en el laboratorio.

Como es bien sabido, el general Francisco de Paula Santander fue acusado de haber participado en la conspiración dirigida contra el Libertador Bolívar la noche del 25 de septiembre de 1828.

Es válido advertir desde un principio que el autor del presente artículo no es un ultrasonografista o ecografista. Es apenas uno de los miles de ginecobstetras que en el mundo nos servimos de tan admirable e invaluable procedimiento físico no invasivo, que vino a transformar el ejercicio de la profesión médica en muchas de sus especialidades.

Con el fin de provocar y conducir el trabajo de parto se utilizó la desamino-oxitocina ( DAO), administrada a través de la mucosa bucal, en 100 embarazadas normales que llenaban las condiciones para considerar el procedimiento como "inducción electiva a termino". Cincuenta embarazadas eran primigestantes, de las cuales 25 recibieron 50 U.I. de DAO y las otras 25 U.I. De las 50 multigestantes, 25 recibieron 50 U.I. y el resto 25 U.I. Todas las primigestantes respondieron favorablemente. En el grupo de las multigestantes hubo dos fracasos absolutos, que tampoco respondieron a la infusión oxitócica endovenosa. Solamente en dos oportunidades se advirtió hipercontractilidad uterina. Todos los fetos nacieron vivos, 5 de ellos con calificación de Apgar inferior a 8/10, por causas ajenas a la misma droga.

A 150 pacientes que presentaban manifestaciones de preeclampsia-eclampsia les fue aplicado el Indice Gestosis (I.G.) de Goecke, con el fin de estudiar su valor para el pronóstico materno y fetal. Tomando como base el I.G. registrado al ingreso de la paciente y el obtenido antes del parto con feto vivo o de la muerte fetal, se encontró́ que en 120 casos había descendido, en 22 se mantenía igual y en 2 había ascendido. En el grupo estudiado no hubo muertes maternas. En una paciente que se complicó con un gran hematoma subcapsular del hígado el I.G. era de 6/11. Ocurrieron 30 defunciones fetales: el I.G. había descendido en 25 casos y en 5 se mantenía igual. En 2 casos en que el I.C. había ascendido, nacieron vivos los fetos. Se concluye que el I.G. no tiene valor práctico para predecir el porvenir materno o fetal.

La historia del Instituto Materno Infantil se remonta a los orígenes mismos del Hospital San Juan de Dios, de Bogotá, es decir al momento en que por iniciativa del primer arzobispo de Santa Fe, Fray Juan de Los Barrios y Toledo, se destinaron algunas camas para el cuidado de los enfermos de la ciudad. Lo anterior ocurrió en octubre de 1564. Más tarde, en 1634, ese remedo de hospital contaba con 17 camas y poco después con 30, de las cuales 20 estaban destinadas a hombres y 10 a mujeres. En 1739 fue trasladado a la manzana comprendida entre las que son hoy calles 11 y 12 y carreras 9a. y l0a., sector vecino a la Iglesia de San Juan de Dios. Allí, a partir de 1802, se dio principio al primer plan de estudios médicos, autorizado por Real Cédula de 1801 y presentado al Gobierno, cuya cabeza era el Virrey Ezpeleta, por los doctores José Celestino Mutis y Miguel de Isla. Pero es sólo hasta 1864 cuando, a instancias de la Comisión Inspectora del Hospital, de adscribe a éste la escuela de medicina particular que fundara el doctor Antonio Vargas Reyes y se solicita, con carácter obligatorio, la creación de una cátedra de Clínica y otra de Obstetricia. Esta escuela privada fue clausurada en 1867, con motivo de la fundación de la Universidad Nacional.

Se estudiaron en el Instituto Materno Infantil, de Bogotá, 125 casos consecutivos de muerte fetal intraparto. Se encontró́ que las causas más frecuentes fueron las debidas a compromisos del cordón umbilical (28%), las enfermedades maternas (20.8%) incluyendo la toxemia gravídica (16.8%), las hiperdinamias uterinas por abuso de oxitócicos (8o/o), la infección amniótica (5.6%), el abruptio placentae (4.8%), la ruptura uterina (4%), las complicaciones del parto en pelvis (4%), el trabajo de parto prolongado (5.6%). En un 12% de los casos no fue posible establecer el factor causante de la muerte. En 106 oportunidades (84%) se consideró que las muertes fetales eran inevitables.

Si hay un capítulo dramático y doloroso en las páginas de la Historia de la Medicina, ese es el referente a la denominada "Fiebre o infección puerperal".

Se presentan los resultados del estudio exhaustivo de 209 muertes maternas ocurridas en el Instituto Materno Infantil, de Bogotá, durante los años de 1971, 1972 y 1973. La tasa, no depurada, de mortalidad materna observada en este lapso fue de 3.06 por 1.000 nacidos vivos. El 85% de las defunciones fueron de causa obstétrica directa. La infección ocupó el primer lugar (52%), a expensas particularmente del aborto provocado. La toxemia gravídica 22%, la hemorragia (8%) y los accidentes tromboembólicos (2.8%) fueron las otras causas predominantes. Se estableció, además, que cerca del 85% de las muertes eran evitables. Se llama la atención acerca de los factores extrahospitalarios que inciden sobre la elevada tasa de mortalidad materna.

Se presentan los resultados del estudio exhaustivo de las muertes maternas ocurridas en el Instituto Materno Infantil, de Bogotá, durante un período de cinco años consecutivos 1971 a 1975, inclusive) En este lapso se registraron 372 fallecimientos, pero se descartaron once por haber ocurrido después de 42 días de terminado el embarazo. El estudio estuvo a cargo de un Comité Permanente de Mortalidad Materna y los diagnósticos finales estuvieron respaldados en el 75% de los casos por el respectivo protocolo de autopsia. La tasa de mortalidad materna encontrada fue de 30.47 por 10.000 nacidos vivos. De acuerdo a la clasificación de la FIGO, 315 muertes (87.26%) fueron consideradas de causa “obstétrica directa”, siendo las más frecuentes el aborto provocado (45%), la toxemia gravídica (17.7%), la sepsis posparto (15.8%) y las hemorragias obstétricas (5%). De causa “obstétrica indirecta” se clasificaron 19 casos (5.26%), señalándose como las más frecuentes las cardiopatías, el cáncer y las nefropatías. Se registraron, además, 27 casos de muerte “no obstétrica” (7.5%), acupando los primeros lugares la apendicitis, la neumonía y la meningitis. El 84% de las muertes fueron catalogadas como “evitables”, atribuyéndose su ocurrencia al factor paciente en el 67% de los casos, al factor médico en el 18% y el factor institucional en el 2%. El resto se debió a factores mixtos. Se pone de presente, como conclusiones, que la tasa de mortalidad encontrada es demasiado alta, tratándose de un hospital universitario. Sin embargo, al estudiar los factores implicados en las muertes se deduce que en éstas influyen más los aspectos social, cultural y económico, que el simplemente institucional. El aborto provocado, que ha tenido un auge alarmante, se encuentra involucrado en casi la mitad de las defunciones, en tanto que la toxemia gravídica y las hemorragias obstétricas han ido disminuyendo. Por último, se recomienda la creación de comités permanentes de mortalidad materna a nivel institucional, pues al tiempo que se constituyen en un mecanismo de auditoría médica, son un valioso instrumentó para identificar las causa; de muerte y los factores que constituyen a ésta. En esta forma se hace más fácil emprender medidas encaminadas a disminuir las defunciones ocurridas en la etapa grávido-puerperal.

Antes de entrar a considerar las circunstancias que desde el punto de vista medico pueden justificar la esterilización femenina, nos parece importante tocar algunos aspectos de suyo necesarios siempre que se quiera abordar tan delicado tema.

Promediando la segunda mitad del siglo XIX la cirugía comenzaba en Colombia a dar sus primeros pasos en firme, pues estaban de regreso al país algunos jóvenes médicos. que habían ido a Europa a ampliar sus conocimientos y a refrendar su título. Además, como ocurría en otras partes, los métodos anestésicos se habían implantado e inspiraban mayor confianza.

En junio de 1963 se reunió en Ginebra un Comité de Expertos en Higiene Materno infantil convocado por la Organización Mundial de la Salud para examinar los as· pectos sociales de la enseñanza de la obstetricia y la ginecología. Dicho Comité, para dar comienzo a su tarea, manifestó entender por "aspectos sociales de la obstetricia y la ginecología aquellos aspectos de la vida individual y colectiva que influyen sobre la capacidad, los hábitos y la eficacia de una población en materia de reproducción, así como sobre la salud y la asistencia médica de las mujeres, especialmente en lo que se refiere a su aparato reproductor". Siendo más explícito el Comité añadió que "en la expresión vida colectiva no solo se incluyen las condiciones sociales, económicas y nutrológicas, sino también los sistemas de valores culturales y las aspiraciones y satisfacciones que influyen en el comportamiento conyugal y familiar".

Con la muerte del profesor Rafael Ramírez Merchán, acaecida recientemente en Bogotá, se enluta la obstetricia nacional, pues durante más de cuarenta años fue uno de sus mejores exponentes.

El 15 de octubre de 1970, al cumplirse el primer aniversario de la muerte del profesor Pedro Nel Cardona Correa, un distinguido grupo de ginecobstetras antioqueños creó en Medellín la Fundación que lleva su nombre, destinada a promover y auspiciar las investigaciones en el campo de la ginecología, disciplina ésta de la que el doctor Cardona fue un gran maestro. Ese grupo de especialistas, casi todos discípulos suyos, quería con ello testimoniarle gratitud a su memoria y, a la vez, perpetuar su nombre. Ese acto, sin duda, fue un elemental reconocimiento a la obra de quien fuera una figura destacada de la ginecología colombiana.

En menos de una página de su tesis de grado titulada "Datos para la cirugía en Antioquia", el aspirante a médico Dorancé Otálvaro recogió, en 1892, uno de los hechos históricos más sobresalientes en los anales de la cirugía colombiana y latinoamericana.

José del Carmen Acosta Villaveces, hijo de Concepción Villaveces y del ingeniero José del Carmen Acosta, nació en Soacha (Cundinamarca) el 16 de febrero de 1894, en la hacienda "El Vínculo". Bachiller en filosofía y letras del Colegio de San Bartolomé, en 1910. Cursó medicina en la Universidad Nacional, doctorándose el 14 de julio de 1917 con la tesis "Contribución al estudio de la hematología en Bogotá".

Factores que intervienen en la calidad de la atención ginecobstétrica en América latina

El 24 de octubre de 1940, Rafael Peralta Cayón recibió su grado de médico y cirujano en la Universidad Nacional de Colombia. La tesis para optarlo se tituló "La presentación de pelvis en obstetricia. Etiología, diagnóstico y conducta", la cual fue considerada como "Meritoria". Puede aceptarse, entonces, que desde antes de graduarse como médico, Peralta Cayón estaba ya comprometido con las disciplinas obstétricas. En efecto, en 1938 había sido practicante externo de Clínica Obstétrica y en 1939 y 1940 interno de la misma, en el servicio de maternidad del Hospital San Juan de Dios, de Bogotá, que más tarde pasaría a ser el Instituto Materno Infantil.

Cuando Leoncio Barreto quedó registrado en los anales de la historia de nuestra ginecología y obstetricia, estas especialidades médicas comenzaban a recibir en Europa y los Estados Unidos de Norteamérica el gran impulso que las colocaría en un destacado lugar. Veamos el por qué de tal afirmación: Simpson, profesor de obstetricia de Edimburgo, introduce en 1847 el cloroformo como agente anestésico; Russel, en 1860, se atreve a trasfundir sangre, brazo a brazo, a las parturientas que estaban a punto de fallecer; en 1846, Semmelweis, en Viena, explica el mecanismo de contagio de la fiebre puerperal; Spath, también en Viena, Tarnier en Francia, Porro en Italia, hacen sus primeras cesáreas y abren con ello un paréntesis de confianza en la operación que iría a relegar intervenciones heroicas, de suyo peligrosas; Köeberlé, de Estrasburgo, se convierte en el amo de la ovariectomía, al igual que los hermanos John y Washington Atlee en los Estados Unidos; Mario Sims, en este mismo país, aporta nuevo instrumental ginecológico y enseña a operar correctamente las frecuentes fístulas genitales.

En articulo anterior reseñamos que el doctor Antonio Vargas Vega publicó en el primer número de "La Lanceta" haber extirpado en Bogotá un pólipo uterino "a una señora mui distinguida de la ciudad".

Conjuntamente la Directiva de la Sociedad Colombiana de Obstetricia y Ginecología y el cuerpo docente del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, me han hecho el encargo de ser su vocero en este acto conmemorativo del natalicio centenario del Profesor Rafael Ucrós Durán, y he aceptado con gusto la difícil encomienda, por tratarse de algo para mí espiritualmente significativo: recordar con gratitud a quienes en otrora contribuyeron a trillar el camino que hoy transitamos.

Con la muerte del Profesor Serafín V. Pose, ocurrida el pasado 8 de abril, pierde la perinatología mundial, y en especial la latinoamericana, a uno de sus más brillantes exponentes.

En 12 pacientes con embarazo mayor de 28 semanas y que presentaban hipertensión arterial por toxemia gravídica o de causa esencial, fueron estudiados mediante radioinmunoensayo los niveles séricos de somatomamotrofina coriónica (SCH). En 2 casos en que el feto falleció in útero la cifra de SCH estuvo por debajo de 4 ugr/ml. En otros 3 casos también con niveles bajos de la hormona, los fetos nacieron vivos pero con un puntaje de Apgar inferior a 5/10. En un caso con niveles menores de 4 ugr/ml. el feto nació en buenas condiciones. En los 6 casos restantes los niveles séricos de SCH fueron de 10 o más ugr/ml., habiendo nacido todos los fetos en óptimas condiciones según el puntaje de Apgar, a pesar de que 2 de ellos tenían malformaciones.

La aparición de edemas durante los últimos meses del embarazo no es un hecho infrecuente. Aunque la retención hidrosalina se ha tenido como un fenómeno casi natural de las embarazadas, un aumento excesivo de peso, acompañado o no de edemas, impone una seria atención por parte del obstetra ya que puede ser el anuncio de que se está iniciando una toxemia gravídica.

1— Se presentan 35 casos de “Síndrome Gravídico Posteclámptico”, nombre propuesto a cambio del de “Eclampsia Inter- cúrrente”, que es ilógico e inexpresivo. 2— Se exponen las razones por las cuales se permitió que prosiguiera el embarazo una vez controlada la eclampsia. 3— Se indican los cuidados generales y las medidas terapéuticas empleados. 4— Se hace un análisis de la incidencia (34.31%), edad, paridad, gestación, número de ataques convulsivos, días de posteclampsia gravídica (hasta 110 días) y tipo de partos (24 espontáneos, una cesárea por estrechez pélvica, 4 inducciones con fetos muertos y una con feto vivo). 5— No hubo mortalidad materna ni repetición de la eclampsia. El grado de edema, la proteinuria y la presión arterial se dan en forma comparativa entre el dato obtenido al ingreso y el anotado antes del parto o de la muerte fetal intrauterina. 6— Como complicaciones se observaron 3 casos de “colapso vasomotor puerperal”, un caso de sicosis y uno de abruptio placentae. 7— Ocho fetos murieron dentro del útero, casos que se estudian individualmente. Se obtuvieron 27 niños vivos, maduros biológicamente. 8— Se controlaron 10 pacientes de uno a cinco meses después del parto. En 7 la presión arterial era normal, en 2 había disminuido la hipertensión y en una había aumentado.

Si durante el curso de la gestación, y antes de haberse iniciado el trabajo de parto, aparecen convulsiones generalizadas precedidas o acompañadas de manifestaciones clínicas de toxemia, se constituye un síndrome denominado eclampsia anteparto. Esta forma de eclampsia es, indudablemente, un serio problema para el obstetra por cuanto su aparición lo enfrenta con el dilema de poner pronto fin al embarazo o permitir que continúe su curso natural.

Presentamos los resultados obtenidos con el tratamiento seguido en el Servicio de Toxemias del Instituto Materno Infantil de Bogotá, en 125 casos de Eclampsia observados en el lapso comprendido entre Marzo de 1959 y Agosto de 1960. Durante estos 18 meses fueron atendidas 600 pacientes con distintos grados de Toxemia gravídica.

Se estudió el contenido de glucosa por el método de Folin y Wu en 79 muestras de liquido amniótico obtenido por amniocentesis transabdominal, en embarazos normales comprendidos entre las semanas 15 y 42. El promedio establecido fue de 40,48 mg.%, comprobándose un descenso significativo entre más avanzado estaba el embarazo.

Para poder emprender racionalmente un tratamiento dirigido a detener y vencer cualquier proceso patológico, es condición primera identificar con precisión la causa o el agente que lo origina, junto de un conocimiento amplio de las alteraciones que éste ocasiona en el organismo atacado. Entre el sin número de entidades que constituyen la patología humana pocos son los estados morbosos que aún permanecen ignorados en su etiología verdadera. De este grupo reducido forma parte la llamada “Toxemia del último trimestre del embarazo” o “Preeclampsla-eclampsia”, cuyo factor o factores causales permanecen todavía en el campo de las probabilidades.

La bacteriuria, es decir, la presencia de bacterias en la orina, no siempre es índice de una infección de tracto urinario. Aun tomando con precauciones la muestra de orina, es difícil obtenerla libre de gérmenes en ausencia de infección evidente. De ahí que para que la bacteriuria tenga significación patológica no basta comprobarla de manera cualitativa sino que es imprescindible valorar cuantitativamente las bacterias que existan en un centímetro cúbico de orina.

Se presenta un estudio de 135 casos de eclampsia intraparto, atendidos en el Instituto Materno-Infantil de Bogotá. El manejo y tratamiento de cada enferma fue similar y consistió en cuidados de orden general y en la aplicación de fenobarbital, sulfato de magnesia y acepromazina. La aparición de convulsiones durante el parto ocurrió en el 31.6% de los casos de eclampsia observados. Fallecieron 4 mujeres (2.9%) y la mortinatalidad fue de 19 fetos (14.06%). Se practicaron 14 cesáreas (10.36%) por indicaciones distintas a la toxemia misma. Se hace un comentario acerca de la conducta médica y del proceder obstétrico adecuados que deben seguirse en los casos de eclampsia in- traparto.

Aunque ha recibido muchos nombres, es con el de Falla o Insuficiencia Renal Aguda (IRA) como habitualmente se conoce al síndrome clínico caracterizado por la súbita y acentuada disminución de orina, seguida de retención de substancias azoadas y de un estado de acidosis metabólica, todo lo cual desaparece con adecuado tratamiento sin dejar secuela alguna.

Si aceptamos como "embarazo prolongado" toda gestación que va más allá de la duración normal , es necesario precisar qué se en tiende por "duración normal ". En todas las especies animales la durac ión del ciclo gravídico tiende a ser constante; en la especie humana dura aproximadamente 280 días, a partir del primer día de la última menstruación. Este lapso corresponde a la "duración aparente", pues la "duración real" es el tiempo transcurrido desde la fecundación hasta el parto.

Aunque es una rareza el hecho de tener que practicar la operación cesárea postmortem, el médico está bajo la obligación moral de planearla y ejecutarla al existir la certidumbre de que el feto vive aún. Se agregan a la literatura seis nuevos casos: cuatro de mujeres que fallecieron por accidente cerebro y vascular hemorrágico; uno por rotura de un aneurisma de la aorta, y el último por cardiopatía reumática descompensada. A pesar de que las operaciones se practicaron en los siete primeros minutos siguientes a la muerte de las madres, sólo dos niños sobrevivieron, siendo de término su edad de gestación. Los otros cuatro tenían al nacer un peso de 2200, 1400, 1100 y 1480 gr., respectivamente.

Leyendo la tesis de grado del doctor Campo Elías Corredor, publicada en Bogotá en 1892 y titulada "Contribución para el estudio de los partos difíciles: Eclampsia puerperal", encontramos conceptos y procederes tan interesantes como curiosos que permiten algunos comentarios en torno suyo. El doctor Corredor si no hizo una aportación original al problema apasionante de la eclampsia, nos legó, en cambio, un estudio completo de la enfermedad, que resume las ideas imperantes en las últimas décadas del siglo pasado.

Se presentan los resultados obtenidos en 100 casos obstétricos correspondientes a pacientes en trabajo de parto, la mitad de las cuales recibieron la droga en experimentación clínica (114 T.E.) y la otra mitad recibió placebos. La vía de administración fué siempre la venosa en dosis de 5 mgr. y las pacientes, en igualdad de condiciones, eran normales tanto desde el punto de vista general como en su aspecto obstétrico. Cincuenta de ellas eran primigestantes y cincuenta multigestantes. Se registró la actividad uterina por medio del tocógrafo de Loránd y se utilizaron como parámetros comparativos los tiempos de dilatación cervical a partir de 5 cm. y la duración del período expulsivo; se obtuvo el porcentaje de abreviación. Se observaron además los posibles efectos secundarios sobre la madre y la acción de la medicación sobre el recién nacido.

Pasada la gesta emancipadora y organizada la República, en la administración del General Santander se creó la Universidad Central y como sección de ella una Escuela de Medicina, la cual empezó a funcionar desde 1827.

Instituto Materno Infantil de Bogotá. Corresponde a una paciente de 22 años que ingresa el 27 de Enero de 1960 por haber sentido una hora antes dolor abdominal de aparición súbita, intenso, con duración aproximada de diez minutos, localizado en la región hipogástrica y seguido de lipotimia. Posteriormente su intensidad disminuyó, generalizándose a todo el abdomen y exacerbándose con los cambios de posición.