The earliest genre of Indian film, the Mythological, presented the gods and heroes from the myths and epics of Hinduism in a new medium, with all the entrancing corporeality that the cinema screen suggested. Audience reception, to be found in an energetic culture of newspaper review, over time expresses not only the changing tastes of a maturing filmic critical faculty, but the way in which this feedback influenced cinematic portrayals, often leading to an eventual transmogrification of beloved characters. The physical representation on the screen of the bodies of divinities and avatars presented different problems to producers as their concerns grew to encompass not only censorship, but competition from other increasingly popular genres; such as the social genre film, in which sexuality could be scrutinized by the audience while pruriently censured. Films of such genres came to accommodate those physical types that had long been a staple of the Mythological genre, its champions and villains, along with its stories; without the growing confusion that the Mythological genre displayed in the physical portrayal of characters, or in faithfulness to character histories or even names. The alterations over the period of the genre’s dominance and decline, to clothing, sexuality and personal relationships, extended to the representation of myth and epic in other mediums, that of picture books and television, the two worlds in which the Mythological genre was reincarnated., El primer género que existió en el cine indio, el mitológico, nos presentaba a los dioses y héroes de los mitos y epopeyas hindúes en un medio nuevo, con toda la corporeidad deslumbrante que ofrecía la pantalla de cine. La recepción de la audiencia, reflejada en una cultura de crítica periodística efervescente, expresa no solo los gustos cambiantes de una facultad crítica cinematográfica en proceso de crecimiento a lo largo de este periodo, sino también la forma en la que esta retroalimentación influyó en las representaciones cinematográficas, lo que a menudo se traducía en una metamorfosis de los personajes más apreciados. La representación física en la pantalla de los cuerpos de divinidades y sus reencarnaciones planteaban problemas diversos a los productores, cuyas preocupaciones crecían no solo en lo que a sortear la censura se refiere, sino también a la hora de competir con otros géneros cada vez más populares, como las películas de carácter social, en las que la sexualidad podía ser escrutada por la audiencia a la vez que simultáneamente se censuraba la lascivia. Las películas que pertenecían a esos géneros ofrecían una tipología física que durante mucho tiempo había sido un elemento fundamental del género mitológico, sus campeones y sus villanos, junto con las historias en las que se inscribían; todo ello, además, sin la confusión cada vez más acentuada que ofrecía el género mitológico en cuanto a la representación física de los personajes, o en referencia a la fidelidad a las historias de personajes o incluso a sus nombres. Los cambios durante el período de hegemonía y declive del género, en la vestimenta, la sexualidad y las relaciones personales, se extendieron a la representación del mito y la épica en otros medios, de los libros ilustrados a la televisión, los dos mundos en los que se reencarnó el género mitológico.