En el análisis de las tendencias de la distribución espacial de la población y las corrientes migratorias, tres asuntos se contrastan con la evidencia producida mediante el procesamiento de los microdatos de los tres últimos censos chilenos de población y vivienda (1982, 1992 y 2002). El primero atañe a la concentración de la población chilena en el Área Metropolitana del Gran Santiago (amgs) y en la región político administrativa que la contiene (Región Metropolitana o rm); dos hipótesis en pugna se confrontan con los datos: la que sugiere la prevalencia del atractivo migratorio del amgs y la rm, como resultado de su capacidad para seguir liderando el dinamismo económico, y la que plantea un cambio de orientación de los flujos, tras lo cual quedarían el amgs y la rm con saldos negativos por la pérdida que tendrían en el intercambio con las regiones más dinámicas, que serían aquellas mejor ubicadas en la globalización productiva. Los datos sugieren que efectivamente en la segunda mitad del decenio de 1990 la Región Metropolitana y el amgs mostraron la novedosa condición de zonas de emigración neta, pero que paradójicamente esto no alcanza para revertir el incremento de la concentración de la población nacional en ellas por el efecto combinado de un crecimiento natural sobre la media y una fuerte absorción de inmigrantes internacionales. El segundo asunto refiere a los procesos de convergencia regional y al papel de la migración en ellos, respecto del cual hay varias hipótesis, tanto sobre la existencia de tal proceso en las diferentes dimensiones socioeconómicas, como sobre el efecto de los flujos de migración interna en él.El impacto de la migración sobre los niveles de escolaridad regional se evalúa usando procedimientos novedosos que operan con microdatos censales y que se presentan para su discusión; los resultados indican que en los dos últimos periodos censales la migración entre regiones ha favorecido, aunque muy ligeramente, la convergencia de niveles educativos regionales. Finalmente, el tercer asunto se relaciona con la segregación urbana, respecto de la cual se discute la hipótesis de una reducción de sus niveles y una remodelación de sus formas como resultado del desplazamiento de algunas familias de altos ingresos a comunas periféricas y pobres del amgs. La evidencia producida y analizada indica que la migración intrametropolitana desempeña un doble papel, pues mientras reduce la escala de la segregación sigue siendo una fuerza que tiende a ensan char las disparidades socioeconómicas entre comunas. Se concluye que tanto para promover los flujos migratorios afines a la estrategia de desarrollo regional, como para evitar que se consoliden territorios de pobreza dura en las ciudades, donde ésta tiende casi inexorablemente a reproducirse, se requieren políticas territoriales, algunas para reforzar tendencias derivadas de la acción de los mercados y otras, en cambio, para mitigar o contrarrestar tendencias derivadas del libre juego de la oferta y la demanda.