El origen de este texto se encuentra en la conferencia: “De la retaguardia a la vanguardia de la historia. militares españolas en misiones de paz”, pronunciada por Montserrat Huguet en las jornadas Las militares españolas en misiones internacionales. una perspectiva de género, que se celebraron en la Universidad Autónoma de Madrid, Instituto Universitario de Estudios de la Mujer, Ministerio de Defensa, Instituto Español de Estudios Estratégicos, el 3 de noviembre de 2010, bajo la coordinación de Valentina Fernández Vargas. El texto de la misma puede consultarse en: http://hdl.handle.net/10016/9577 La historia de la cultura insiste en considerar que dar muerte es cosa de hombres, mientras que las mujeres se ocupan de procrear y proteger la vida. Ellas han cuidado a los niños y a los ancianos, alimentando a su especie y procurando su perpetuación. Así, lo propio del género femenino –siguiendo la tradición discursiva y de la representación cultural de las mujeres– es tomarle la medida a los desastres para luego evaluar con tono firme la dimensión de la destrucción. Siguiendo con este registro, parecería cierto que a las mujeres les ha costado más trabajo que a los hombres dar muerte a otros con violencia. Las asesinas ocasionales -las psicópatas que se han dedicado al crimen cotidiano en ausencia de campos de batalla en los que blandir armas- aparecen como figuras anormales porque se alejan, con brutalidad o refinamiento inteligente, de la natural inocencia femenina. En la guerra además las mujeres se cobijaban en la retaguardia, auxiliando a los desvalidos, ocupadas en las viejas tareas asistenciales. Tras las líneas de combate las mujeres caen en los hábitos rutinarios, se echan una mano, las unas a las otras (siempre que ello no conculque la tarea de protección de la camada), buscan alimento y trapichean con ropa y combustible; incluso, y sin que nadie se lo pida, median en los conflictos para apaciguar los rescoldos de la batalla. Cooperación, solidaridad, diálogo y paz son cuatro términos modernos que se han aplicado a las mujeres afanosas cuando, a propósito de las guerras, desempeñan su acción en la esfera pública. Allí –suponemos- ellas instigan la paz y la justicia, de acuerdo a formas de actuación que provenían de los usos habituales en la esfera privada, esto es en la retaguardia amable del cambio político y social. ¿Será todo cierto? A pesar de que las mujeres han sido ahistóricas casi siempre, sabemos que, de una manera u otra, han luchado en las guerras. Lo han hecho de dos formas: la primera y más asumida socialmente, en la retaguardia, ocupándose de tareas asistenciales. La segunda, en el frente. Es aquí donde han encontrado mayores obstáculos, pues la mayor parte de las culturas han otorgado la guerra a los varones. No obstante, y fruto del tesón histórico, las mujeres se fueron incorporando a la tarea de la defensa de las sociedades principalmente en la edad contemporánea. En las siguientes líneas mencionaré algunos aspectos a mi juicio relevantes en este recorrido. Culture history insists on thinking that killing is a men's thing, whereas women are busy with procreating and protecting the life. They have taken care of the children and of the elders, feeding to their species and trying its perpetuation. This way, the feminine way of doing - as the discursive tradition and the cultural representation of women – consist in taking the measure to the disasters and then to evaluate the dimension of the destruction. Continuing with this record, it would seem to be certain that it has been harder to the women that to the men killing violently other people. Murderess occasional women - the psychopaths who have devoted themselves to the daily crime in absence of battlefields where brandishing weapon - show as abnormal figures because they move away, with brutality or intelligent refinement, from what is supposed to be the natural feminine innocence. In the war the women were hiding in the rear, helping the helpless ones, occupied in the old welfare tasks. Behind the combat lines women fall down in the routine habits, they help each other (providing that it does not infringe on the protection task of their litter), they look for food and changes clothes and fuel; even, and without nobody asks them for it, they inter happen in the conflicts to pacify the remains of the battle. Cooperation, solidarity, dialog and peace, there are four modern items that have been said to the eager women when, about the wars, they recover their action in the public sphere. There - we suppose - they instigate for peace and justice, in agreement to action forms that were usual in the private sphere, this is to be: in the nice rear of the political and social change. Will it all be true? Thought women have been always non historical subjects, we know that, someway, they have fought in the wars. They have done it into two forms: the first one and more assumed by people, in the rear, dealing with welfare tasks. The second one: in the battlefront. It is here where they have found major obstacles, since most of the cultures have granted the war to the males. Nevertheless, and because of their historical tenacity, women were joining to the task of the defense of the societies principally in the modern age. In the following tour I will mention some relevant aspects in my opinion.