Demonstrations, strikes, direct actions, and acts of civil disobedience are just a few examples of the broad set of protest tactics potentially available to citizens in order to raise their demands and call the public’s attention to unjust situations. Each of these forms of claim-making can be more or less modular. Modularity, a concept originally introduced by Sidney Tarrow (1993) and popularized by Charles Tilly (1993, 1995), refers to the adaptability or degree of transferability of protest forms to different circumstances of contention. A protest form is strongly modular when it belongs to the regular repertoire of diverse actors and is employed for the defense of varied issues, against distinct targets, and in different places. Nonetheless, despite the considerable popularity of the concept for theoretical elaboration, its empirical operationalization has so far remained underdeveloped. In this article, building upon the conceptual bases set up by Wada (2012), we lay out a new perspective for the evaluation of the modularity of protest forms. Drawing upon social network analysis, we propose to analyze contingency tables generated from protest event catalogs as two-mode networks, measuring tactical transferability as weighted degree centrality (Opsahl et al. 2010). To demonstrate the usefulness of our proposed operationalization, we examine a large original dataset of protest events, applying our measure in order to evaluate repertoire change in the Basque Country over the last four decades, tracing the evolution of ten different protest forms in terms of actor transferability. Results show a relatively rigid repertoire in which demonstrations appear as dominant, at the same time that symbolic protests have gradually increased its modularity in recent years, at the expense of civil disobedience and violent direct action, which used to be significantly more relevant during the 80s and 90s. In comparison with Wada’s original proposal, the new measure of modularity proposed in this article derives from a more intuitive operationalization and offers an easily interpretable visual representation of the data. These advantages could eventually encourage more empirical research comparing the varying modularity of forms of contention across diverse contexts and periods. Manifestaciones, huelgas, acciones directas, o actos de desobediencia civil forman parte de un amplio abanico de tácticas de protesta mediante las cuales la población plantea demandas a pie de calle. Cada una de estas formas de acción reivindicativa puede ser más o menos modular. La modularidad, concepto introducido originalmente por Sidney Tarrow (1993) y popularizado por Charles Tilly (1993, 1995), hace referencia a la capacidad de adaptación, o grado de transferibilidad, de cada forma de protesta a diferentes contextos. Es decir, un modo de protesta presenta una alta modularidad si forma parte del repertorio habitual de diversos actores y es utilizado para diferentes causas, contra distintos destinatarios y en múltiples lugares. Sin embargo, el amplio desarrollo teórico del concepto no ha ido acompañado de un desarrollo similar en su operacionalización empírica. En este trabajo, partiendo de la base conceptual desarrollada por Wada (2012), planteamos una nueva perspectiva desde la que evaluar la modularidad de las formas de protesta. Así, a través del análisis de redes sociales, proponemos analizar las tablas de contingencia generadas a partir de catálogos de eventos de protesta como redes bimodales de afiliaciones, midiendo la transferibilidad de las diferentes tácticas como la centralidad de grado ponderada (Opsahl et al. 2010). Para ilustrar la utilidad de nuestra propuesta de operacionalización, utilizamos una base de datos original de eventos de protesta, aplicando nuestra medida para describir los principales cambios en el repertorio vasco de contienda durante las últimas cuatro décadas, siguiendo la evolución de la transferibilidad entre actores de diez formas de protesta diferentes. Los resultados del estudio revelan un repertorio relativamente rígido dominado por las manifestaciones y en el que la protesta simbólica ha ido adquiriendo progresivamente una mayor modularidad, a costa de la desobediencia civil y la acción directa violenta, que gozaban de mayor relevancia en los años 80 y 90. En conclusión, la nueva medida propuesta en este artículo ofrece una operacionalización más intuitiva y fácilmente representable visualmente respecto a la propuesta inicial de Wada, lo que podría incentivar la realización de más investigaciones empíricas que comparen las características de los repertorios de contienda en diferentes contextos políticos y/o periodos históricos.