Este trabajo aborda una aproximación al estudio sobre la sombra en las artes visuales como tema, motivo y discurso estético. Se intenta mostrar cómo, a lo largo de la historia, la sombra ha ganado autonomía a partir de la gradual valoración de sus cualidades narrativas. En este sentido, su vínculo con lo siniestro aparece con fuerza durante el Romanticismo, período durante el cual también surge lo sublime como categoría estética. La sombra en el arte abandona, de a poco, su rol complementario respecto a los efectos de la luz para adquirir una poderosa carga significativa propia. Su relación con el sujeto referente la muestra como el doble que nos presenta el otro lado del ser y, en otras ocasiones, como signo indicial de un cuerpo iluminado.