Todo aquel que escribe o que habla en un medio de comunicación, tiene una responsabilidad con la lengua que emplea.Y esa responsabilidad tiene que ver con el espejo y modelo lingüístico en el que se convierte: en él ven, los lectores y los oyentes, el reflejo del uso de la lengua, y lo convierten en su referente. La responsabilidad, vista así, es enorme. Aquí, algunos consejos para que nuestro trabajo de escribientes sea mejor cada día. Nadie puede manejar la lengua sin violentar la norma, si antes no tiene al menos un conocimiento básico de gramática. Y aunque manuales hay muchísimos, siempre es mejor recurrir al que goza de mayor prestigio: la Gramática descriptiva, dirigida por Ignacio del Bosque y Violeta Demonte. Lejos de la norma, del se dice y se debe decir, nos describe lo que se usa, la estructura vigente de la lengua. Más de cincuenta autores, especialistas cada uno en un tema específico de la gramática, diseñan cada capítulo con el más alto nivel teórico de análisis sintáctico y morfológico. Y ya si queremos salir de dudas para siempre, la Nueva gramática del español de la Real Academia Española de la Lengua puede zanjar cualquier disputa. Redactada con los mejores propósitos panhispánicos y recurriendo a los medios electrónicos más actuales, fue elaborada en consenso con las veintiún Academias americanas de la lengua, y participaron en su consulta más especialistas ajenos a la RAE que en cualquier edición anterior. De hecho, el precedente inmediato anterior es el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, cuya redacción se encargó a tres académicos españoles, de lo cual resultó un texto netamente academicista, es decir, inclinado a la norma española y alejado de las variedades dialectales americanas.