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[SPA] Esta tesis doctoral se presenta bajo la modalidad de compendio de publicaciones. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el «desperdicio de alimentos» se refiere a la reducción de la cantidad y/o calidad de los alimentos como resultado de decisiones y/o acciones de minoristas, proveedores de servicios alimentarios y consumidores. Por el contrario, la «pérdida de alimentos» engloba cualquier alimento desechado a lo largo de las etapas previas de la cadena de suministro alimentario, desde la cosecha hasta la venta al por menor. En todo el mundo, aproximadamente un tercio de la producción de alimentos se pierde o se desperdicia en varias fases de la cadena alimentaria, con una variación considerable en los niveles de pérdida según el producto y su estado. En el contexto de las frutas y hortalizas, las pérdidas a lo largo de toda la cadena de suministro pueden alcanzar hasta aproximadamente el 50%. Como parte de sus objetivos de desarrollo sostenible, la FAO se ha fijado el reto de reducir el desperdicio de alimentos a la mitad para 2050. Para lograr este objetivo, se ha abogado por el concepto de economía circular, que hace hincapié en la generación mínima de residuos y en su reutilización como materias primas, a través de la eco-innovación. Conocido científicamente como Brassica oleracea var. italica, el brócoli tiene numerosos beneficios para la salud. Originario de Europa y Asia templada, el brócoli se cultiva actualmente en todo el mundo, y España desempeña un papel importante como productor. Su versatilidad y valor nutritivo le han asegurado un lugar destacado en diversas cocinas. El excepcional perfil nutricional del brócoli incluye vitaminas y minerales esenciales como la vitamina C, la vitamina K, la vitamina A, el folato, el potasio y el manganeso. Además, el brócoli es una excelente fuente de fibra dietética, lo que lo convierte en un valioso componente de una dieta equilibrada. Uno de los compuestos sal