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El autor del artículo comienza abordando el significado del término cultura para el desarrollo intelectual europeo. La palabra pasó de un significado relacionado con cultivar al sentido más amplio y global de la actualidad, pasando por la acepción refinada y selectiva del S. XVIII. Se abordan cuestiones terminológicas como la distinción entre cultura y civilización hasta la constatación de las más de 160 definiciones del término cultura, que ha llevado, en la actualidad, a una concepción integradora y complexiva. Las relaciones entre fe y cultura han estado presentes en toda la historia del cristianismo. En nuestra época hay un doble motivo que impulsa a proponer de nuevo el tema del diálogo con la o las culturas. Primero, porque apreciamos mucho más que en otras épocas las diversas culturas y ya no afirmamos el valor universal de la forma concreta del cristianismo en Occidente. En segundo lugar, ha tenido lugar un progresivo distanciamiento entre la cultura y el mismo cristianismo. En el contexto del Vaticano II, Pablo VI incorpora el tema de la cultura dentro de la tarea primordial de la Iglesia que es la evangelización superando la idea conciliar de la promoción de la cultura. Es Juan Pablo II quien, desde 1980, ha aportado un cuerpo doctrinal con el uso normal del término inculturación, la relación que establece entre inculturación y nueva evangelización, la enumeración de criterios básicos y la insistencia en que el Evangelio se ha de hacer cultura. El artículo, una vez abordado el fundamento teológico de la inculturación, continúa desarrollando las aportaciones recíprocas entre la cultura y la fe. Concluye afirmando que el hecho de que la fe se haga cultura quiere decir que la cultura en la que vivimos ha de expresar y alimentar nuestra humanidad y nuestra presencia en el mundo, de acuerdo con las afirmaciones, las esperanzas y los criterios que nacen de la fe en Jesucristo y en Dios salvador nuestro. Inculturar la fe es asumir la cultura a fin de salvarla, es decir, a fin de abrirla a la revelación de Dios. Es dejarse criticar por la cultura, de manera que la fe se haga más significativa.

In an increasingly globalized world, religions have rediscovered the importance, and the urgency, of dialogue and of facing together the great challenges that affect humanity: war, poverty, care for the environment, etc. This article describes the recent history of interreligious dialogue since the meeting in Assisi, promoted by John Paul II, and the development of the Spirit of Assisi through the annual meetings for peace that the Community of Sant’Egidio has held since then.

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El camino hacia la normalización de las relaciones entre la Santa Sede y el Estado de Israel había sido allanado teológicamente mucho antes del 30 de diciembre de 1993. La ausencia de relaciones diplomáticas hubiera significado un desafortunado obstáculo en el progreso de la reconciliación entre judíos y cristianos, en el que entran en juego la historia, la fe, y la política, y que opone Roma a Jerusalén. Para nuestro autor se hace necesario recordar, con elementos históricos, cómo han sido las relaciones entre la Santa Sede e Israel, pasando de un odio milenario a una nueva relación amistosa, enviando un poderoso mensaje al mundo de que los conflictos pueden resolverse. Este acuerdo es un signo de que el pasado se puede superar por el perdón y la restauración.

El Acuerdo Básico entre la Santa Sede y el Estado de Israel tiene detrás de sí una breve, pero densa, historia de encuentros e intercambios entre judíos y cristianos desde que el 22 de octubre de 1974 el papa Pablo VI creara la comisión Pontificia para las relaciones con el judaísmo, en la línea de la Declaración conciliar Nostra Aetate. En el presente artículo en una primera parte, se señala aquellos antecedentes que han permito llegar a la declaración conciliar. En los siguientes apartados el autor el cómo fue surgiendo la comisión pontificia para las relaciones religiosas con el judaísmo y su progreso veinte años después de dicha declaración conciliar. Termina haciendo una conclusión, de lo que a su parecer, son las avances por donde pueden caminar los judíos y cristianos.

En el Vaticano II se optó por una moral de diálogo en vez de una moral de recetas, cuando fue rechazado el esquema preparatorio que llevaba por título De Ordine Morali. En su lugar surgió, a lo largo de tres años, la Gaudium et spes. Se dio luz verde a una renovación de la moral teológica que, en esta última década, dentro del marco de una sutil deformación del Vaticano II, se han producido textos como el llamado «Nuevo Catecismo» y la encíclica Veritatis splendor que, con su doble lenguaje no consigue articular del todo la tensión entre una moral de diálogo y una moral de recetas prefabricadas. Es por ello que el presente trabajo busca recordar primero algunos rasgos de estos dos estilos de moral; tratará luego el doble lenguaje en el Catecismo y en la encíclica Veritatis splendor; finalizando con una propuesta, por parte del autor, para el camino hacia una moral mas esperanzadora y esperanzada.

Para entender el acuerdo, de la Santa Sede con el Estado de Israel, se hace necesario tomar en cuenta la actitud en conjunto de la Santa Sede, ante la internacionalización del drama del pueblo palestino y la seguridad del Estado de Israel. Se entrecruza en las cuestiones por la tierra de Israel (Jerusalén y los santos lugares) y los territorios ocupados, el componente del pueblo que la habita (israelíes, árabes musulmanes, árabes cristianos y otros cristianos). Es por ello por lo que la Santa Sede se siente ligada con todos, y ha de ser coherente y global con la actitud que mantenga simultáneamente con todos los componentes, agentes o factores que intervienen en el tema. Para abordar este tema el autor hace un breve recorrido de las relaciones de la Santa Sede con el pueblo judío, el pueblo palestino, los países del Oriente Próximo tras la guerra del Golfo, y su posición en el proceso de paz abierto en Madrid en octubre de 1991. Posteriormente hace un análisis al acuerdo, tanto en contenido como en estructura, tomando en cuenta las declaraciones oficiales del subsecretario para las relaciones con los Estados de la Santa Sede y, el viceministro de Asuntos Exteriores de Israel. Finaliza plasmando el texto del documento analizado: “Acuerdo básico entre la Santa Sede y el Estado de Israel”.

El problema del acceso de la mujer a los ministerios ordenados se ha planteado de forma relativamente rápida y progresiva en todas las Iglesias de la Comunión anglicana. El presente estudio hace un desarrollo histórico de cómo se fue gestando esta posibilidad, desde las primeras ordenaciones diaconales de mujeres en Londres (1862), Alabama y Nueva York (1885), pasando por la ordenación sacerdotal de la diaconisa Li Tim Oi en Hong Kong en 1944, hasta las ordenaciones sacerdotales de mujeres en la Iglesia primada de Canterbury en 1994.

El artículo presenta un recorrido sobre las principales afirmaciones marianas desde el Concilio Vaticano II a Juan Pablo II, concluyendo con la relación que debe establecerse entre la devoción mariana y la renovación interior. El Concilio Vaticano II no pretendió aumentar las verdades marianas ni hacer una exposición completa de las mismas, sino, más bien, marcar unas pautas nuevas referidas a tres coordenadas de la espiritualidad: María en el misterio de Cristo, María en el misterio de la Iglesia y la imitación como consecuencia de la verdadera devoción a María. El autor constata que los años inmediatamente posteriores al Concilio no responden a las directrices marcadas por este. Algunas formas obsoletas de piedad mariana desaparecieron, pero sin ser sustituidas por otras más acomodadas a las enseñanzas del Vaticano II. Se llegó al punto de sospechar de la devoción mariana. Es en este contexto en el que se nos presenta la labor de Pablo VI que está en plena sintonía con la declaración conciliar y es una mayor profundización en la misma. Los ejes de la enseñanza de Pablo VI son: imitar a María es imitar a Jesús, María es modelo de la Iglesia, esperanza de los anhelos humanos, María representa, en palabras de Pablo VI, la intervención de la mujer en la obra de la salvación. Por último, Pablo VI no duda en afirmar la eficacia renovadora de la devoción mariana en la vida cristiana. Finalmente, Martínez Sierra muestra la devoción tierna y, al mismo tiempo, profunda, de Juan Pablo II que ha llevado a una riquísima doctrina marina reafirmando las líneas del Concilio: María conduce a Cristo, es la personificación del verdadero discípulo, María es la mujer nueva (como virgen madre y esposa), María es figura de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo. Por último, la devoción a María es, sobre todo, imitación.

Cuando se habla de fundamentalismo católico lo que se quiere decir no es que el catolicismo sea un movimiento fundamentalista, sino que en él se pueden detectar corrientes, tendencias o movimientos fundamentalistas y que, posiblemente, estas tendencias surgen de alguna estructura, no esencial, sino temporal, de la misma Iglesia Católica. Para llegar a este análisis el preste estudio parte: 1. Del origen y definición del concepto fundamentalismo; 2. De la diferencia entre el fundamentalismo de origen protestante y el de origen católico; 3. La comprensión de la revelación «inmediata» y el fundamentalismo; 4. Lo específico del fundamentalismo católico; 5. La necesidad de expertos que comprendan en conjunto la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio; 6. Comprender cómo es la relación entre los expertos con la Iglesia Católica; 7. El modelo propuesto por el Cardenal Ratzinger en la relación Magisterio jerárquico y teólogos; 8. La eliminación de las tensiones entre el Magisterio y los teólogos evitando el surgimiento de ciertos fundamentalismo en la Iglesia.

El presente artículo busco señalar aquellos elementos tanto políticos, culturales, religiosos y psicológicos, que pudieran estar detrás de los fundamentalismos contemporáneos. Para ello los autores, establecen cuatro supuestos, donde este fundamentalismo encontraría un nuevo cauce para su expansión: 1. Las reacciones frente a los procesos de modernización de la religión; 2. La negación selectiva del principio moderno relativo a la separación de la Iglesia y el Estado; 3. Un elemento psiquiátrico, diferenciando al fundamentalismo del fanatismo y del dogmatismo; 4. La crítica que se le hace a la sociedad industrial occidental, en contra de su estilo de vida y la forma como comprende el mundo. A partir de estos supuestos los autores, hacen un recorrido histórico por los diferentes períodos en los que han surgido el fenómeno fundamentalista, que ha crispado el contexto mundial y las relaciones internacionales, tanto a niveles políticos como religiosos.

El autor presenta la posición teológica de la Iglesia Católica ante las tradiciones religiosas de la humanidad, con especial atención a su mirada sobre el Islam, y su plena disposición al diálogo interreligioso. Sánchez Nogales entiende que no puede tacharse de intolerancia o de estrechez de óptica teológica al magisterio de la Iglesia. No puede decirse lo mismo del Islam, ya que no parece que objetivamente pueda hablarse de una auténtica y sincera disposición, al diálogo interreligioso. Su óptica teológica es mucho más rígida. Hay tres postulados del Islam que dificultan el diálogo: • Sólo desde el Corán se puede conocer el Cristianismo. • Jesús no aporta nada nuevo sobre los profetas anteriores a él. • Jesús es un profeta («rasul»). Es una pura criatura de Dios, no tiene carácter de mediador, anunció la venida de Mahoma, escapó a la crucifixión, pues Dios tiene que hacer triunfar a sus enviados. Es el «hijo de María». No es hijo de Dios. Se rechaza la Trinidad.

La formulación de Nueva Evangelización surge en el contexto de América Latina y desde ahí, especialmente bajo el pontificado de Juan Pablo II, se ha constituido en tema central de sus orientaciones pastorales. Ante este fenómeno eclesial, cualificado en otras ocasiones por el autor como «el primer proyecto de una evangelización orgánica de toda la Iglesia ad intra y ad extra», se presentan los tres puntos fundamentales del artículo. En primer lugar, se pretende clarificar que la Nueva Evangelización originalmente es un proyecto autóctono y propio de las Iglesias de América, que se viene elaborando y desarrollando durante largos años. En segundo lugar, se presenta esquemáticamente el contenido actual del proyecto, en vísperas de la celebración de la IV Conferencia, teniendo en cuenta el Documento de Trabajo recientemente elaborado, lo mismo que otras importantes aportaciones. Por último, se examina la incidencia que el proyecto latinoamericano puede tener en la misión evangelizadora de la Iglesia Universal de hoy, abierta a los desafíos del tercer milenio.

La Iglesia católica cuenta con una notable experiencia en la organización trasnacional de la sociedad. En su doctrina social ella recoge los principios evangélicos aplicables a situaciones concretas de la vida social incluyendo la internacional, ejemplo de ello, el principio de subsidiaridad, que goza de reconocimiento mundial y aparece en repetidos textos fundamentales de la Unión Europea. Con relación al tema del nacionalismo, la Iglesia católica ha enunciado unos principios parecidos, que en distintos documentos del papa Juan Pablo II están reflejados. Hay que tener en cuenta que estos nacionalismos responden a la necesidad de los seres humanos en buscar a sus semejantes y de ser posible solo a estos, siéndoles difícil el vivir en comunidades heterogéneas. Es por ello por lo que, ante este panorama, el presente artículo busca conocer el pensamiento y la postura de la Santa Sede durante el pontificado de Juan Pablo II con relación al nacionalismo. El autor parte del pensamiento del Papa, diferenciándolo de los teóricos actuales del nacionalismo —Gellner, Hobsbawn, Kohn, Breuilly y Fukuyama—, así como sus acciones prácticas en relación con las aspiraciones y exigencias del nacionalismo.

La idea de la metáfora “Casa Común Europea” fue introducida por Gorbachov como una formula para renovar su política exterior, la misma, perdió su lozanía con la caída de Gorbachov, pero no dejó de fecundar las concepciones europeístas de los estadistas, líderes sociales y religiosos, en contra de aquellos que no apostaban en la idea de una Casa Común. En este artículo los autores se centran, en un primer momento, en conocer el origen y desarrollo de esta metáfora, sabiendo que la misma es presentada como respuestas al carácter artificial y temporal del enfrentamiento entre los bloques —La Guerra fría—. En un segundo apartado, en el encuadramiento, fundamento y estructura de la Casa Común Europea, resaltando el elemento de la seguridad, excluyendo toda posibilidad de enfrentamiento armando o el uso de la fuerza militar.

Presentación del número 261 de la Revista Estudios Eclesiásticos. A partir del poema, En la vieja casa de Reiner Maria Rilke, el autor nos introduce en los artículos que conforman el presente número sobre la construcción de Europa desde las aportaciones de la Iglesia.

El presente estudio es un análisis a la encíclica «Redemptoris missio» del Papa Juan Pablo II. A partir de cada uno de sus numerales el autor, va comentando su teología y exponiendo las enseñanzas que quiere transmitir este documento pontificio, interrelacionado dicho texto con los distintos documentos del Concilio Vaticano II.

El presente artículo es un breve acercamiento a la vida y obras del Cardenal jesuita Henri de Lubac.

El presente artículo comienza haciéndose un breve recorrido histórico por los motivos que llevaron al papa León XIII a publicar La Carta Magna de los Trabajadores así como su recepción en el mundo académico, laboral y sociopolítico. Posteriormente, el autor, haciendo referencia a la encíclica de Juan Pablo II, señala aquellos aspectos novedosos de este documento pontificio resaltando su antropología, el rechazo de la lucha de clases, el rechazo de la lucha entre las naciones, la oposición a la estatalización de los medios de producción, el equilibrio entre la autonomía económica y la intervención estatal, la dignidad del trabajo y la subsidiaridad y solidaridad. En otro apartado, el presente estudio, se centra en aquellas «cosas nuevas», donde el papa polaco hace hincapié para evitar un nuevo «desorden» internacional: la paz entre las naciones, el monopolio científico y tecnológico, el consumismo y la destrucción de la naturaleza, las ideologías, la deuda internacional de los países del tercer mundo, la descolonización de los pueblos, la recalificación de la propiedad, del liberal capitalismo y de socialismo marxista. Se concluye este estudio con un Post Scriptum donde el autor reflexiona sobre la necesidad, o no, de un apéndice al nuevo documento pontificio, esto es debido a los acontecimientos mundiales surgidos después de la publicación de la encíclica Centesimus Annus.

Las formas de hablar reflejan los modos compartidos de ver al mundo, resultando llamativo cuando lo que cambia es el lenguaje eclesiástico romano. Pues bien, eso es lo que ha ocurrido en el modo eclesial de hablar sobre cultural. Es por ello por lo que en el presente estudio se busca señalar dichos cambios, que pudieran pasar desapercibidos cuando no se leen atentamente los documentos. El autor resalta principalmente cuatro cambios, el primero, el paso de nombrar en singular cultura a preferir el plural «culturas»; como segundo, la trascendencia cultural como cualificación o atributo al hablar del evangelio; tercero, cómo las Iglesias particulares aparecen en el nuevo lenguaje como sujeto de las relaciones fe-cultura; y cuarto, el término inculturación y su uso. Estos cuatro cambios del lenguaje marcan, para el autor, innovaciones muy importantes de la conciencia eclesial.