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Quienes conocimos a Emiliana de Zubeldía en el desarrollo de su vida laboral en la Universidad de Sonora, fuimos testigos de su entrega total. Su trabajo no decayó durante los últimos años de su vida. En esta biografía testimonial hemos recopilado las voces del pasado; no solamente de quienes fueron sus alumnos sino también las de sus hermanos y de quienes escucharon sus conciertos desde América del Sur hasta llegar a México a integrar una historia que es parte de la universidad misma, lugar que Emiliana eligió para trabajar casi cuarenta años de su vida, dedicada a la enseñanza de la música, a la formación de concertistas y a promover actividades que elevaran el nivel cultural de la comunidad universitaria, de la ciudad de Hermosillo y el de las diferentes entidades que visitó con sus pianistas y su coro. Entre tantas voces destaca la voz de la propia Emiliana vertida en sus escritos y en los documentos de trabajo en los que plasmó sus programas de enseñanza musical y las teorías pedagógicas de sus maestros: Blanche Selva y Désiré Pâque. También contribuyó a la creación de la música contemporánea mexicana al componer obras basadas en el Sistema natural de la música, desarrollado por Augusto Novaro. Decía Emiliana: Cuando una persona sabe ver lo bello, tiene el camino allanado; y si lo bello no existe [cerca suyo], entonces tiene que crearlo con su fantasía. En esto coincide con la afirmación central de la destacada filósofa María Zambrano, contemporánea y coetánea suya quien, en su libro Claros del bosque, define la belleza como una necesidad fundamental del ser humano para realizarse en plenitud.