El presente trabajo centra su contenido en el análisis del programa iconográfico de la “sacristía nueva” de la Catedral de Burgos, realizada entre 1761 y 1765 por el fraile carmelita de Logroño fray José de San Juan de la Cruz, conforme a una estética rococó severamente juzgada por la crítica neoclásica. Diversos autores, como Antonio Ponz, censuraron duramente su decoración estucada en la que se descubren rocallas, paisajes, animales, flores y surtidores de agua que, junto a escenas evangélicas e imágenes de santos, forman parte de un rico contenido religioso expresado en diferentes niveles. En su definición hay que resaltar el papel de los canónigos burgaleses, que elaboraron un relato teológico a través de las imágenes en el que la Virgen María adquirirá un papel protagonista en la historia de la redención del hombre, difundido en otras obras contemporáneas de la época.