OBJETIVO: Evaluar algunos indicadores clave del sistema de salud mental mexicano utilizando el Instrumento de Evaluación para Sistemas de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (IESM-OMS). MÉTODOS: La estrategia utilizada para responder a los indicadores del IESM-OMS incluyó: i) Revisión de fuentes documentales, ii) Aplicación de cuestionarios y iii) Trabajo grupal utilizando la técnica de consenso con expertos. Para facilitar la recopilación de la información, se elaboró un cuestionario donde los indicadores fueron transformados en preguntas sencillas. Asimismo, se capacitó a las personas encargadas de recabar los datos y se realizó un seguimiento de dicha actividad. RESULTADOS: Del total del presupuesto asignado a la salud, solo 2% estaba destinado a la salud mental y, de ese porcentaje, 80% se empleaba para el funcionamiento de los hospitales psiquiátricos. El eje de la atención de la salud mental se encontraba en el hospital psiquiátrico y existían muy pocas unidades de hospitalización psiquiátrica en los hospitales generales y establecimientos residenciales, así como servicios específicos para niños y adolescentes. El acceso estaba limitado por la centralización del sistema de atención, ya que la mayoría de los establecimientos se ubicaban en las grandes ciudades. Solamente 30% de los servicios de atención primaria contaban con protocolos de evaluación y tratamiento para trastornos mentales. Finalmente, en los establecimientos de salud mental, la tasa de psiquiatras, médicos, enfermeros y psicólogos por cada 100 000 habitantes registró valores de 1,6, 1,3, 3,4 y 1,5 respectivamente. CONCLUSIONES: Para reducir la brecha entre la carga que representan los trastornos mentales y el presupuesto asignado para su atención, se requiere de un mayor financiamiento y una utilización de los recursos más racional, considerando al primer nivel como el eje de la atención. Asimismo, será necesario ampliar el número de especialistas, capacitar periódicamente al personal en los primeros niveles de atención e incrementar la participación del resto de la sociedad.OBJECTIVE: Evaluate some of the key indicators that characterize the Mexican mental health system using the World Health Organization's Assessment Instrument for Mental Health Systems (WHO-AIMS). METHODS: The strategy for examining the WHO-AIMS indicators included: (i) a review of documentary sources; (ii) application of the questionnaire; and (iii) group work with a team of experts using the consensus technique. To facilitate collection of the data, a questionnaire was prepared in which the indicators were turned into simple questions. The people gathering the data were trained, and the activity was monitored. RESULTS: It was found that, of the total budget for health, only 2% is allocated for mental health, and, of that share, 80% is used in the operation of psychiatric hospitals. The pivotal point for mental health care is in the psychiatric hospital; there are very few psychiatric units in the general hospitals, few residential establishments, and few services targeted specifically to care for children and adolescents. Access is limited because of the centralized health care system, with the majority of establishments located in the large cities. Only 30% of primary care services have protocols for the evaluation and treatment of mental disorders. Finally, in the mental health facilities, the ratios of psychiatrists, other physicians, nurses, and psychologists per 100 000 population are 1.6, 1.3, 3.4, and 1.5, respectively. CONCLUSIONS: More funding will be needed in order to bridge the gap between the mental health burden and the budget allocated for its care, and resources will need to be used more rationally, with the first level of care becoming the pivot. In addition, it will be necessary to increase the number of specialists, offer periodic in-service training for personnel at the first level of care, and enlist greater participation by the rest of society.