Objetivos: La mayor supervivencia en el cáncer infantil condiciona una mayor preocupación por los efectos tardíos del cáncer y su tratamiento. El objetivo es ampliar el conocimiento de las secuelas sobre la pubertad y la función gonadal en los supervivientes del cáncer infantil. Pacientes y métodos: Se definieron un grupo de estudio y un grupo control. Grupo de estudio: pacientes con antecedente de cáncer infantil, con 2 años o más en remisión y sin tratamiento y edad entre 7 y 18 años al iniciar el estudio. Se seleccionaron 126 pacientes (72 niños y 54 niñas). Grupo control: niños sanos de 7 a 18 años (58 niños y 56 niñas). Métodos clínicos: curva de crecimiento, desarrollo puberal según Tanner, volumen testicular y ciclo menstrual. Métodos analíticos: determinación de concentración sérica basal de FSH, LH, testosterona, estradiol e inhibina B. En varones del grupo de estudio menores de 15 años se propuso un seminograma, y ecografía pélvica para niñas puberales. Resultados: Grupo de estudio: edad media al diagnóstico 4,93 años, media de 6,53 años desde el fin del tratamiento. Diagnósticos: leucemia (43 %), HCL (10%), LNH (8 %), Wilms (7 %), tumores SNC (6 %). Tratamientos: quimioterapia 97,6% de los pacientes, radioterapia 26 %, neurocirugía 6%, corticoides 75 %. Desarrollo puberal: 6% de varones con retraso puberal y 15% de niñas con pubertad adelantada (13 %) o precoz (2 %). Seminograma: efectuado en 10 varones (2 azoospermias, 2 astenozoospermia, 1 aspermia). Ecografía pélvica normal en 35 de 38 niñas. Comparando grupo de estudio frente a grupo control: los varones en estadio I y II tenían una edad significativamente mayor. En el estadio II FSH, LH y testosterona fueron significativamente mayores (2,71 UI/l frente a 1,55 UI/l, 2,00 UI/l frente a 0,90 UI/l y 6,2 nmol/l frente a 1,6 nmol/l), y en el estadio III se mantenían las diferencias significativas para LH (3,20 UI/l frente a 1,68 UI/l) y testosterona (12,9 nmol/l frente a 4,7 nmol/l). En las niñas no había diferencias en las variables de perfil, pero en el estadio I la inhibina B era significativamente menor en el grupo de estudio (< 10 pg/ml frente a 21 pg/ml). En 19 varones (26,4%) existía insuficiencia tubular, asociada significativamente con la edad al inicio del tratamiento (×1,226 por año) y con el trasplante de médula ósea (TMO), y en 5 (7 %) insuficiencia de células de Leydig, asociada significativamente con la radioterapia (×5,663) y TMO. Entre las niñas, 11 (20,4%) tenían insuficiencia ovárica parcial, asociada significativamente con la radioterapia (×13,407), la quimioterapia gonadotóxica (×9,096), el TMO y los tumores del SNC. Conclusiones: La edad prepuberal al inicio del tratamiento no protege del daño gonadal. Todos los niños tratados de un cáncer deben ser vigilados durante la pubertad, ya que desde la prepubertad y etapas precoces del desarrollo pueden aparecer hallazgos clínicos y analíticos sugestivos de insuficiencia gonadal. No hay un marcador clínico, hormonal o ecográfico que sea suficiente para determinar si existe insuficiencia gonadal, lo que obliga a que el seguimiento de estos niños se prolongue a la edad adulta.