En el extenso "Libro de Isaías", por su mismo contenido, no pueden faltar el término y los símiles para exponer a aquel auditorio cerril y sordo los males que padecían por sus prevaricaciones, o lo que se les avecinaban por sus muchas culpas: el "desierto2, lugar casi infinito, lleno de peligros: calor y frío intensos; sed, hambre y cansancio; las fieras y la soledad, en fin, es lo que predecía el profeta ante aquellas ciudades, prósperas entonces, pero abandonadas castigadas por Yavé en un futuro cercano. Olvidadas de Dios, serían "desierto" sin tardar mucho. Aun no conociendo el desierto por definición o por experiencia es fácil imaginar su aspecto con las notas y cualidades que de él nos da el profeta Isaías.