La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) es una enfermedad crónica e incapacitante que afecta al tracto gastrointestinal y que tiene habitualmente un curso en brotes. Bajo este término se engloban la colitis ulcerosa (CU) y la enfermedad de Crohn (EC). Estas enfermedades tienen una fisiopatología compleja y multifactorial en la que confluyen aspectos genéticos, inmunológicos y ambientales, junto con un papel importante de la microbiota intestinal. Dentro de la fisiopatología de la EII, el diagnóstico sólo supone la última parte de un proceso en el que interactúan de forma variable todos los factores de riesgo durante un largo periodo de tiempo y que pasa por diferentes fases. Los síntomas secundarios a la enfermedad suponen el final de este proceso pero, debido al solapamiento que puede haber con otras enfermedades digestivas, puede existir un retraso en el diagnóstico con gran relevancia en el curso de la enfermedad. Nuestra hipótesis consideraba que se podría realizar un diagnóstico precoz de la EII, ya que disponemos de datos que muestran la existencia de un periodo en el que la enfermedad no presenta síntomas a pesar de haberse desarrollado ya lesiones intestinales. Estas lesiones aparecen de forma progresiva a lo largo de un período de tiempo que no está definido, posiblemente de meses o años, hasta la aparición de los primeros síntomas digestivos. Nuestros objetivos principales eran determinar el número de diagnósticos incidentales de EII se pueden realizar durante el programa de cribado, describir las características clínicas, endoscópicas e histológicas de la enfermedad precoz, así cómo evaluar el número de pacientes que desarrollan síntomas durante el seguimiento. Realizamos un estudio retrospectivo incluyendo 31.005 colonoscopias realizadas dentro del programa de cribado de cáncer colorectal en el País Vasco desde 2009 a 2014. Incluimos todos los pacientes con un diagnóstico incidental del EII en estas exploraciones y que había sido confirmado histológicamente. Se incluyeron 110 pacientes, 79 casos de CU, 24 de EC y 7 de EII inclasificable. Respecto a la extensión de la CU, en el 32% se clasificó como proctitis (E1), en 33% como colitis izquierda (E2) y en un 35% como colitis extensa (E3). Dentro de los casos con EC, el 42% de los casos tenían afectación exclusivamente ileal, el 21% ileocolónica y el 37% exclusivamente colónica. En todos los pacientes con EC el patrón de la enfermedad se clasificó como no estenosante y no penetrante (B1). Al diagnóstico, en el 56% de casos se observaron microabscesos crípticos y en el 27% había un infiltrado de eosinófilos. De forma global, la cohorte de pacientes tuvo un seguimiento de 25 meses (rango intercuartílico [RIQ], 11-42). En esta cohorte, un total de 33 pacientes (36%) desarrollaron síntomas digestivos de novo. Estos síntomas aparecieron tras una mediana de 6 meses (RIQ, 1 11, rango 0-33) tras la colonoscopia del diagnóstico. Un total de 81 pacientes (88%) recibieron al menos un tipo de tratamiento durante el seguimiento. Dos pacientes fueron intervenidos quirúrgicamente durante el seguimiento (1,8%). En base a nuestros resultados concluimos que en un 0,35% de las colonoscopias de cribado realizadas entre los 50 a 69 años se realiza un diagnóstico incidental de EII, siendo más frecuente la CU. Además, todos los pacientes con EC presentan un fenotipo inflamatorio, sin complicaciones asociadas. Tras un seguimiento de aproximadamente dos años, un 36% de los pacientes desarrollan síntomas digestivos en relación con la EII. Los pacientes con CU diagnosticados durante la fase preclínica tienen una mayor probabilidad de desarrollo de síntomas que aquellos con EC o EII inclasificable.