Tal vez en los últimos años se haya abusado del término etnia y de su familia conceptual derivada, para designar una demasiado amplia gama de estructuraciones socio-organizativas y representaciones ideológicas de las poblaciones nativas. Así, por ejemplo, encontraremos en la literatura frecuentes alusiones a la etnia nahua o a la etnia zapoteca, cuando en realidad el ámbito al que se alude está configurado por un grupo etnolingüístico integrado por lenguas o variantes dialectales de una misma lengua, las que incluso pueden ser mutuamente inenteligibles. Por consiguente la entidad nahua o zapoteca designada, si bien es legítima desde una perspectiva histórica, cultural o lingüística, desde un punto de vista organizacional que enfatice los aspectos adscriptivos factibles de orientar los comportamientos políticos, se manifiesta como una abstracción cuya configuración dependerá de los supuestos conceptuales de los que se partan.