A lo largo del siglo XIX, el afianzamiento de los viajes por placer conlleva la necesidad de una publicación que responda a las exigencias de un nuevo tipo de viajero. En este contexto, el editor Francisco de Paula Mellado publica la Guía del viajero en España (1842), considerada la primera guía de viajes moderna española por apuntar ya todas las características esenciales de este género. El análisis de este exitoso manual pone de relieve, además de una acentuada relación de interdiscursividad o intertextualidad constitutiva (Fairclough 1995) con textos de diversas tipologías, una intertextualidad manifiesta con alguno de ellos, a veces de manera encubierta y con copia de fragmentos, hasta tal punto que, en su redacción, se incurre en el plagio de varias obras contemporáneas