La investigación desarrollada en el hemisferio Norte sobre el abuso de poder, conciencia y sexualidad en la Iglesia concluye que el clericalismo, como una perversión del ejercicio de la autoridad, es el principal responsable de la crisis actual, conclusión repetida y frecuentemente comentada por el papa Francisco. Para las autoras, el fenómeno no corresponde a debilidades individuales sino a una organización institucional que lo favorece. Ciertos componentes del clericalismo son universales, consecuencia de las estructuras uniformes de la Iglesia, por otro lado, otras características corresponden a la organización social y cultural local. Basado en un estudio en Argentina y Perú, resultado de un proyecto de investigación financiado por el Intercambio Cultural Alemán-Latinoamericano, Icala, y proyectos anteriores, este artículo propone llenar un vacío analizando el clericalismo y su impacto en la crisis del abuso, desde el contexto latinoamericano. Los componentes universales del fenómeno se están fortaleciendo y adquiriendo nuevas características en América Latina. Las múltiples facetas del clericalismo se unen en torno a un núcleo común, el ejercicio desequilibrado del poder. Varios factores, co mo el prestigio de la Iglesia, la debilidad de las instituciones gubernamentales, el uso discrecio nal de los recursos, el machismo, las tendencias culturales hacia el autoritarismo y la europeización de las formaciones seminaristas, transforman a los sacerdotes en seres de excepción y exacerban su poder de tipo monárquico sobre laicos pasivos, sin capacidad ni voluntad para fiscalizar (Schickendantz). Además, el aura de sagrado que tiende a conferir el sacramento del orden, en general, adquiere nuevas dimensiones en el contexto de la modernidad encantada lati noamericana (Morello et al.). Con sus bendiciones, los sacerdotes santifican y purifican todos los objetos cotidianos, transformándolos en una fuente de bienestar. Los cambios actuales en las prácticas devocionales populares refuerzan estas tendencias, convirtiendo a los sacerdotes en proveedores de bendiciones a voluntad. Para romper los múltiples refuerzos que justifican este estilo de gobierno, sería necesario desarrollar en la Iglesia una cultura de la vulnerabilidad (Keenan): considerar al sacerdote no solo como un clérigo al servicio de los laicos, sino también como un hombre que necesita a los laicos para ser verdaderamente un sacerdote. [ABSTRACT FROM AUTHOR]