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Una cosa notable en el discurso sobre el flamenco, sea en publicaciones o las redes sociales, es la presencia de polémicas, a veces feroces y mordaces, en torno a temas como el de tradición-contra-innovación, la definición del flamenco y sus perímetros, y el papel de sitios o comunidades específicas en el desarrollo y el estado actual del género. Creo que en el fondo de muchas de estas controversias hay una cuestión básica: ¿Es el flamenco un arte universal, o es algo inherentemente embebido en capas de sentido y sentimiento sociales, vinculados a comunidades específicas, sean de etnicidad, barrio, o hasta familia? De hecho, el flamenco es un género raro en el sentido de que ha crecido y florecido en ambas maneras y contextos, de una manera que ha enriquecido el arte, y al mismo tiempo ha impulsado polémicas, confusiones, y mistificaciones.

Así como las formas andaluzas más conocidas del fandango muestran ciertos rasgos musicales distintivos, que pueden servir para vincular estos subgéneros, histórica y estructuralmente, a grupos mucho más amplios de las familias musicales transatlánticas, como el fandango popular y el semi­clásico del siglo XVIII, géneros anteriores como la zarabanda y la chacona, la amplia familia de patrón ternario de la cuenca del Caribe, además de otros géneros andinos y sudamericanos. Mientras tanto, existen diferencias claras entre el complejo del fandango y otras familias importantes en el Atlántico español.

La Rondeña del guitarrista granadino Francisco Rodríguez Murciano (El Murciano, 1795­ 1848)­­ tal y como se documenta en una transcripción realizada por su hijo­­ha sido objeto de interés reciente entre investigadores y flamencólogos especializados en el estudio del desarrollo de la guitarra flamenca. Autores como Eusebio Rioja (2008 y 2013), Javier Suárez Pajares (2003), Guillermo Castro Buendía (2014) y Norberto Torres Cortés (2010), han sabido reconocer la importancia de esta obra en la reconstrucción evolutiva del toque de guitarra flamenca, aunque no sin ciertas reservas. Dichos autores han planteado varios interrogantes sobre la pieza, entre los que destacan la fecha y circunstancias bajo las que se preparó, y el grado en que verdaderamente ésta representa la técnica interpretativa de El Murciano. En 2014­15, uno de los presentes autores (Martínez) halló dos nuevas transcripciones, hasta ahora no examinadas, de esta misma pieza. En este artículo, presentamos ambos manuscritos y sugerimos de qué manera arrojan nueva luz en la evolución del toque de guitarra pre­flamenca.

La Rondeña del guitarrista granadino Francisco Rodríguez Murciano (El Murciano, 1795 1848) tal y como se documenta en una transcripción realizada por su hijoha sido objeto de interés reciente entre investigadores y flamencólogos especializados en el estudio del desarrollo de la guitarra flamenca. Autores como Eusebio Rioja (2008 y 2013), Javier Suárez Pajares (2003), Guillermo Castro Buendía (2014) y Norberto Torres Cortés (2010), han sabido reconocer la importancia de esta obra en la reconstrucción evolutiva del toque de guitarra flamenca, aunque no sin ciertas reservas. Dichos autores han planteado varios interrogantes sobre la pieza, entre los que destacan la fecha y circunstancias bajo las que se preparó, y el grado en que verdaderamente ésta representa la técnica interpretativa de El Murciano. En 201415, uno de los presentes autores (Martínez) halló dos nuevas transcripciones, hasta ahora no examinadas, de esta misma pieza. En este artículo, presentamos ambos manuscritos y sugerimos de qué manera arrojan nueva luz en la evolución del toque de guitarra preflamenca.