No podríamos manejar la realidad sin esas construcciones mentales anticipadoras que son los estereotipos, pero su rigidez conlleva de manera paradójica la fijación de un límite en nuestra capacidad de gestión del mundo. El estereotipo representa una convención anclada en la realidad mediante la aceptación social, lo cual resulta tan descriptivo como preocupante, pues la gestiona pero también la limita y empobrece, constituyendo una fuente permanente de conflictos. Si en el campo de las imágenes nacionales, que son por definición colectivas, sus contenidos representan, como afirmó Emilio Lamo de Espinosa, el último reducto de la falta de sofisticación, esas realizaciones concretas que son los estereotipos fueron definidas en una feliz metáfora por George Steiner como «verdades cansadas». Tan brillante reflexión, vinculada a sus estudios sobre el antisemitismo, la indignidad y la inhumanidad, suscitó un interés institucional y un debate intelectual por lo mucho que significaba en relación a España y el mundo hispánico, que hemos recogido como punto de arranque en este volumen.