Los trastornos mentales, incluyendo los trastornos del uso de sustancias, hacen ya parte del panorama epidemiológico de México y seguirán en el escenario nacional por las próximas décadas, incrementando incluso su presencia como causa de enfermedad, discapacidad y muerte en nuestro país. Por lo tanto, el manejo epidemiológico de estos problemas se hace urgente. Este trabajo busca plantear el campo de estudio de la epidemiología de los trastornos mentales y sus limitaciones, haciendo énfasis en los elementos comunes de ésta con otras áreas más tradicionales de la epidemiología y en las aportaciones particulares de este campo epidemiológico a la psiquiatría en general y a la epidemiología en particular. Planteamos a continuación los diseños y problemas más comunes en este campo de la epidemiología, su utilidad para acciones de prevención, y señalamos los retos que nos esperan en el futuro. Una característica distintiva de esta área es que los trastornos mentales se manifiestan en dos niveles, como conducta (por ejemplo, una conducta compulsiva de lavarse las manos) y como elemento de la vida mental del sujeto (por ejemplo, el pensamiento obsesivo sobre las bacterias que se encuentran presentes en todos lados y que son una fuente constante de amenaza para algunos sujetos). Debido a esto, mucho de lo que sabemos sobre estos fenómenos proviene del autorreporte que el sujeto es capaz de hacer sobre sus sentimientos (introspección), ya sea en una conversación con un clínico entrenado o expresándolos al endosar reactivos en un cuestionario estandarizado. Otro aspecto importante a resaltar es la necesidad de hablar en plural al referirnos a los trastornos mentales. Este campo de la epidemiología presenta también un carácter particular, bifacético: por un lado, este es un problema en sí mismo, que produce sufrimiento y motiva la búsqueda de atención especializada, con manifestaciones clínicas particulares. Por otro lado, esta epidemiología también se orienta hacia un dominio particular de determinantes (como el uso, abuso o dependencia hacia las drogas) y cómo estas variables independientes afectan determinados procesos y enfermedades (como los accidentes, el homicidio, el suicidio, la cirrosis hepática, etc.) Por último, la epidemiología de los trastornos mentales se ha caracterizado también por su interés en una serie de procesos que no parecen constituir síndromes propiamente dichos, pero que son a todas luces de interés sanitario, siendo el ejemplo más claro de esto el problema de la violencia. La epidemiología de los trastornos mentales se enfrenta a enormes retos en el nuevo milenio. Debe hacer frente a un panorama epidemiológico complejo y cambiante. Los aspectos más importantes de su desarrollo futuro se vinculan con los siguientes puntos: medición de los trastornos mentales y de los factores de riesgo, el diseño y métodos de muestreo más eficientes, la relación entre la investigación biológica, la genética, las disciplinas sociales y la epidemiología, y la interfase entre la epidemiología y la evaluación de los tratamientos y los servicios.Mental disorders, including substance abuse, are part of the Mexican epidemiologic scenario and will remain so during several decades. They may even become more prominent as causes of disease, disability, and death in our country. It is thus imperative to frame appropriate management strategies to curb these problems without delay. This paper aims at outlining epidemiology of mental diseases as a field of study, and to identify its limitations. Emphasis is made on common elements shared with other more traditional fields of epidemiology, as well as on the specific contributions made by this particular field to epidemiology and to psychiatry in general. This paper describes the main study designs and problems in this field of epidemiology, its usefulness in prevention actions, and future challenges. A unique characteristic of mental disorder epidemiology is that its target diseases manifest in two levels: behaviorally (for example, compulsive hand-washing) and as an element of the individual's mental life (e.g., obsession with bacteria being a constant, omnipresent health threat). It follows that much of the knowledge currently available on the phenomena of mental disorders in general is based on the self-reported insight of individuals. Trained clinicians have collected such reports by interview or with standardized questionnaires. This field of epidemiology is characterized by having two-sides: a mental disorder is a problem in and of itself, causing suffering and prompting the search for specialized care, as it has peculiar clinical manifestations. On the other hand, mental disorder epidemiology also focuses on determining factors (drug use, abuse, or addiction) and on the way these independent variables result in certain processes and outcomes (such as accidents, homicide, suicide, liver cirrhosis, etc.). Finally, the epidemiology of mental disorders has also been set apart by its focus in series of processes that are not suitably classified as syndromes, but which are germane to public health, for example, violence. The epidemiology of mental disorders faces great challenges in the new millennium, including a complex, changing epidemiologic scenario. Several important issues will influence the future development of mental disorder epidemiology: measurement of mental disorders and risk factors, more efficient sampling design and methods, the relationships among biological research, genetics, social studies, and epidemiology, and the interface between epidemiology and the evaluation of therapies and health services.