La economía de la identidad gitana está hoy parcialmente en manos de los sectores más activistas e influyentes de las iglesias evangélicas a través de su brazo social, la Federación de Asociaciones Culturales Cristianas de Andalucía (FACCA). Los supuestos religiosos y los espacios rituales se han vuelto, también, cuestión de etno-política. Nuestro trato científico de la religión la ha vuelto un problema de difícil manejo en el espacio público; de hecho muchos pensadores contemporáneos sostienen que en la esfera pública debemos entendernos con el único lenguaje de la razón secular, que el lenguaje religioso funciona únicamente fuera de este mundo secular e introduce premisas inaceptables excepto para los creyentes. El caso analizado aquí revela que (1) los procesos contemporáneos de etnogénesis como el que se muestra son en gran medida procesos ligados al desarrollo de políticas públicas; (2) que las administraciones han de dialogar con esos nuevos sujetos políticos, en nuestro caso líderes religiosos y pastores gitanos, si aspiran a que las políticas públicas alcancen a las comunidades gitanas; (3) que los regímenes secularistas deberían ser capaces de dar respuestas razonables a toda la diversidad interna de las sociedades modernas, incluyendo la pluralidad de concepciones religiosas que coexisten en la esfera pública y que, en casos como el analizado aquí, se intersectan con demandas de reconocimiento político para salvaguardar derechos culturales de las minorías étnicas y garantizarse el acceso a recursos. Como argumenta Taylor, el secularismo (o el laicismo) no debe ser un asunto que enfrente únicamente al Estado y Religión. A lo que de verdad se refiere es a la relación del Estado democrático con toda la diversidad. El principal objetivo del artículo ha sido exponer las conclusiones de la investigación realizada sobre las respuestas de los trabajadores del textil y confección de las comarcas citadas ante la incertidumbre. Más en concreto, el propósito era conoc, The economy of Gipsy identity is sustained at present by the most active and influential sectors of the evangelical churches, acting through their social arm: FACCA (Federation of Andalusian Cultural Christian Associations). Religious ideas and ritual spaces have become as well a matter of ethnopolitics. Our obsession with religion has made it into a problem difficult to handle; in fact, many thinkers these days are supporting the idea that within the public sphere we should use exclusively the language of secular reasoning, because religious language only works outside our secular world and its use introduces premises which are acceptable only for the believers. The case we analyze here shows that (1) contemporary ethnogenesis processes like this one, in which we can find political actors from the religious leadership, are processes linked to public policies; (2) public administrations must dialogue with these new political subjects, religious leaders and evangelical ministers, if they want these public policies to reach gypsy population; (3) secularised governments should be able to give reasonable answers to all forms of diversity in modern society, including the plurality of religious conceptions within the public sphere. In our case, these religious plurality interfaces with political recognition, ethnic minorities cultural rights and their access to public resources. As Taylor has noted, secularism (and laicism) is not about the confrontation between State and Religion, but about the response of the democratic state to all forms of diversity.