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Blood is more than a biological fluid. From the earliest recorded history, mankind was fascinated by it and ascribed different meanings to this special substance. In the XXth century, the discovery of blood groups and of sodium citrate as an anti-coagulant agent for blood paved the way for its manipulation. As a consequence, blood lost its supposed magical properties and became an important therapeutic resource. Objective The objective of this communication is to trace the cultural and symbolic significance of blood through history. Materials and methods Narrative review of historical and contemporary sources. Results Symbolism around blood can be divided into several categories, as it has been considered: 1 - A life-sustaining substance with invigorating and rejuvenating properties. 2- A symbol of suffering and death (when blood is spilled out). 3- In several religions, a representation of the bond between God(s) and men. 4- A metaphor for guilt. 5- A representation of lineage, personal and collective identity. 6- A symbol of solidarity. 7- A sign of impurity. This communication examines each of these meanings on the basis of examples from cultural history and history of religions.

In 1905, Fritz Schaudinn and Erich Hoffmann discovered that the causative agent of syphilis was the bacterium Treponema pallidum. In 1906, based on Jules Bordet's description of the complement fixation reaction, August von Wassermann, Albert Neisser and Carl Bruck introduced the first diagnostic test for syphilis. It soon became clear that the so-called Wassermann reaction produced too many false positives (poor specificity). Thus, the League of Nations Health Organization recommended in 1928 that serodiagnosis of syphilis should be confirmed by at least two different methods. During the Spanish Civil War (1936-1939), a time when syphilis was highly prevalent and penicillin had not yet been recognized as a therapeutic agent, although salvarsan was, it was essential to screen the blood of donors for syphilis. Transfusion-transmitted syphilis was first described by John A. Fordyce in 1915. In the 1930s, attempts had been made to prevent infection by adding mercuric cyanide to blood, but this method was abandoned because of its toxicity. It was also observed that pathogen¿s infectivity was reduced in preserved citrated blood after several days. The purpose of this paper is to offer a first approach to the sources for studying the development of syphilis serology in blood transfusions during the 1930s in the international forums, and the practice of these serological tests during the Spanish Civil War.

On 25th January 1939, the day before Barcelona was seized by Franco's troops, Madame Perdomo (Julia Lahaye Jonckheer, Laken [Brussels] 1886 - Barcelona 1978), a Belgian nurse apparently settled in Spain from 1922, who had been convicted in absentia of spying for the Reich during World War I, played a crucial mediating role in guaranteeing the physical integrity of the Francoist prisoners of war from Montjuïc castle by commission of the ICRC delegates at Barcelona, as Marcel Junod highlighted in his memoirs (1951). Since 1937 she had been deeply involved in the organisation and managing of the Red Cross blood transfusion services at Barcelona throughout the entire Civil War (1936-1939), but shortly after her humanitarian mission in Montjuïc, Perdomo's trail was, to the best of our knowledge, lost until the publication of her obituary in 1978. Humanitarian action of individuals and aid organizations has been always modulated by differential beliefs, ideologies, socio-political agendas and gender; not to mention its potential instrumentation at the expense of other agendas above the humanitarian one. The examination of Madame Perdomo's diverse background as a spy and as a nurse, her leadership role in war situations and her experiences of care lead us to analyse her roles and practical choices, wonder about the eventual dilemmas and conflicts of loyalties she had to face as a humanitarian activist, and deconstruct gender stereotypes of women humanitarians/nurses traditionally depicted as white/loving angels.

La donación de sangre en Europa, según la legislación vigente, se define como un acto voluntario y no remunerado, pero no siempre fue así. A principios del s. XX, las técnicas de transfusión sanguínea se encontraban en una fase muy incipiente, el número de donantes era escaso y convivían las donaciones altruistas con las remuneradas. Los dos conflictos bélicos mundiales y la guerra civil española supusieron un importante avance en las técnicas hemoterápicas y un aumento de las donaciones altruistas. Sin embargo, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, éstas descendieron y en muchos países se volvió a la donación retribuida. La Cruz Roja, en su XVIII Conferencia Internacional (Estocolmo, 1948), adoptó una resolución pidiendo la ¿aplicación universal del principio de sangre gratuita¿. Los primeros Estados en excluir las donaciones remuneradas de sus sistemas sanitarios fueron Gran Bretaña (1946) y Francia (1952). Les siguieron Chipre (1977), España (1985) e Italia, Portugal, Grecia y Estonia en la década de 1990. El objetivo de esta comunicación es comparar la evolución legislativa referente a la transfusión y donación de sangre en España e Italia entre 1930 y 1990. En 1939, según la Orden del 18 de diciembre, se reguló por primera vez en España la creación de un servicio público de hematología y hemoterapia, que asumió la responsabilidad de implantar los servicios de transfusión por todo el país y organizar los centros de suministro de sangre. Leyes posteriores distinguieron entre ¿donantes profesionales¿ y ¿voluntarios¿, establecieron los distintos límites de extracciones para ambos y fijaron el precio de la sangre. En la década de 1960 nacieron las llamadas ¿Hermandades de Donantes de Sangre de la Seguridad Social¿, que fomentaban la hemodonación altruista y que en 1978 fueron aglutinadas bajo una estructura nacional. Aún así, la donación remunerada de sangre no fue prohibida por ley hasta 1985 con el Real Decreto 1945/1985, que estableció la creación del Plan Naci

Lucy Meredith Bryce (1897-1968), hematóloga e investigadora médica australiana, estableció en 1929 el Servicio de Transfusión de Sangre de la Cruz Roja de Victoria en Melbourne, el primero de estas características en el continente austral. Instauró procedimientos para seleccionar donantes, tipificar los grupos sanguíneos y almacenar la sangre, adoptando algunos de los métodos desarrollados por Frederic Duran Jordà durante la Guerra Civil Española (1936-1939). El servicio se expandió drásticamente durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), período durante el cual Bryce ocupó el rango de mayor en el Cuerpo Médico del Ejército Australiano. Se jubiló de su cargo en el Banco de Sangre en 1954, aunque continuó como presidenta honoraria del comité de transfusiones hasta 1966. En 1951 fue nombrada Dama Comandante de la Orden del Imperio Británico. Se trata de una primera aproximación a la figura de Lucy Bryce y a las actividades realizadas en el Servicio de Transfusión de Sangre de la Cruz Roja de Victoria, con vistas a analizar su compromiso humanitario.

El primer servicio de transfusión de sangre fue creado en 1921 en Londres por Percy Oliver, miembro de la Cruz Roja británica. En 1937, diez Sociedades nacionales de Cruz Roja disponían de servicios de transfusión (Anet, 1938), entre las que se encontraba la Cruz Roja española. Durante la Guerra Civil Española, Frederic Duran Jordà y Carlos Elósegui, directores, respectivamente, de los servicios de transfusión del Ejército republicano y de las fuerzas sublevadas, realizaron grandes avances en la técnica de la transfusión indirecta con sangre conservada (Palfreeman, 2016). Ante la gran necesidad de obtener sangre para los heridos, surgieron, aparte de los arriba mencionados, otros servicios de transfusión, como el creado por iniciativa del Comité Local de la Cruz Roja de Barcelona en julio de 1937. El personal estaba constituido por tres médicos, con el Dr. Manuel Miserachs Rigalt a la cabeza, y tres enfermeras (Libro de Actas del Comité Local de Barcelona, 1934-1939). La secretaria del servicio era la enfermera Julia Lahaye Jonckheer, viuda de Perdomo, también conocida como Madame Perdomo. En 1916 había recibido la Medalla de las Epidemias por su trabajo en la Cruz Roja belga durante la Primera Guerra Mundial. En 1922 se trasladó a España (Domènech de Rico, 1938). Se incorporó¿ al servicio de transfusiones en julio de 1937, donde prestó sus servicios de forma voluntaria y donó su sangre en por lo menos veinticinco ocasiones (Boletín de la Brigada de Barcelona, agosto de 1938). En mayo de 1938 recibió¿ la Medalla de Plata del Comité Central de Cruz Roja española, de manos del Dr. J. Martí Feced, por su trabajo en el servicio de transfusiones, así como por cuidar de los pacientes tuberculosos y organizar exitosas colectas de fondos para Cruz Roja. Durante un breve tiempo, en el ínterin entre el cese del Dr. Miserachs en junio de 1938 y el nombramiento del Dr. García Guardiola como director del servicio en noviembre, Perdomo incluso asumió¿ la dirección. Por otro lado

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