El debate acerca de las relaciones entre China y Rusia, y en particular, acerca del alcance potencial de su “asociación estratégica”, tiene en la obra de Bobo Lo (2008) y su concepto de “eje de conveniencia” un inevitable punto de anclaje. El escepticismo del autor respecto a la naturaleza y sostenibilidad de la asociación estratégica entre las dos grandes potencias descansa en tres elementos: la existencia de intereses contrapuestos tanto en el estricto ámbito bilateral como entre sus proyectos de integración regional; la divergencia en el diseño del futuro orden internacional llamado a sustituir el “momento unipolar” (Krauthammer, 1990) de supremacía estadounidense; y por último, la creciente asimetría entre China y Rusia en términos económicos, extensible, salvo en el terreno militar, al resto de capacidades estructurales. En este artículo se realiza una revisión del debate sobre las relaciones China-Rusia partiendo de los tres aspectos mencionados. A continuación, operando desde ellos, se analizan las relaciones China - Rusia desde el lanzamiento por China de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), tanto en lo respectivo a los acuerdos bilaterales, como en la coordinación de la IFR con la Unión Económica Euroasiática (UEE) liderada por Rusia. Las principales conclusiones del estudio son, igualmente, tres. Por un lado, la voluntad de hacer progresar la “asociación estratégica” de gobernantes chinos y rusos, y en paralelo, de minimizar las fuentes de conflicto entre ambas potencias, han devenido en el avance sustancial de su cooperación, aplicable tanto a acuerdos bilaterales como regionales. Por otro lado, siendo cierto lo anterior, persiste un fuerte desequilibrio entre el contenido real de estos acuerdos y la retórica con que, especialmente Rusia, proyecta sus relaciones con China. La tercera conclusión pasa por evidenciar que la asimetría entre China y Rusia, a pesar de mantenerse en aumento, no ha imposibilitado profundizar en la “asociación estratégica”., Bobo Lo’s concept of the ‘axe of convenience’ is an unavoidable anchor point in the debate on China-Russia relations and the potential for their ‘strategic association’. The author’s scepticism regarding the nature and sustainability of the strategic association between these two great powers rests on three aspects: the existence of conflicting interests both in bilateral relations and their regional integration projects; the design of the future international order intended to replace the ‘unipolar moment’ under US supremacy; and finally, the growing asymmetry between China and Russia in economic terms and other structural capacities apart from the army. This article reviews the debate on China-Russia relations based on these three factors. I thus analyse China-Russia relations since the launch of China’s Belt and Road Initiative (BRI) regarding bilateral relations and the coordination of the BRI and the Eurasian Economic Union (EEU) led by Russia. This study draws three main conclusions. First, both Chinese and Russian leadership have made efforts to advance the relationship between their countries and to minimise the potential sources of conflict, which has led to real progress in the strategic association reaching not only bilateral but also regional cooperation. Second, there is still a strong imbalance between the actual content of the agreements and the rhetoric employed, particularly in Russia, to project this relationship. Third, a growing asymmetry has not prevented the deepening of the strategic association. There has been a mutual adaptation to an asymmetric relationship. Russia has accepted that China determines the economic and commercial nature of the Eurasian integration, whereas China has adapted to Russian narratives and requirements to keep alive its role of political leadership in Eurasia.