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A critical note on Paul Guyer’s A Philosopher Looks at Architecture (2021). In his book, Paul Guyer proposes that the Vitruvian triad of venustas, utilitas, and firmitas represents central goals and normative values of architecture – ideals that architects should realize and success criteria regarding their realization – that persist through time, place, cultural settings, and other contextual parameters. Indeed, the triad presents sufficiently abstract goals that many disparate views in architectural theory may be subsumed under the triad as distinctive ways of explaining how architecture may be beautiful, functional, or structurally sound. These are significant thematic values by which we experience and judge architecture (as are also useful in gauging other human pursuits), and which architects draw on in their creative acts. There is much to recommend this broad picture of the triad as architectural ideals. That said, I suggest two difficulties for Guyer’s claim as to the centrality of these values, relative to architectural success regardless of Vitruvian goal-satisfaction; and to non-persistence across architectural cultures.

The NEB initiative proposes to consider aesthetics, sustainability, and inclusion as keywords for transforming social spaces and constructing a different living culture for the new Europe.However, NEB’s invitation reveals the fundamental need to build a strong relationship between sustainability, inclusion, and beauty. The reason for this is to be found in the profound sense of the word sustainability, which, while clearly showing the close relationship with the concept of inclusion, in no way refers to aesthetics.We must seize the opportunity offered by the NEB to resolve this problematic relationship and help overcome its consequences, highlighted by the insipidity of an architectural practice that, for decades now, has treated sustainability as a mere energy-environmental efficiency parameter.Finally – conjugated with the term beauty – sustainability and inclusion could represent a maturation of sustainable architecture that, to date, has yet to fully include the relationship between ethics and aesthetics among its priorities.

La belleza es, desde la tradición clásica, una de las partes esenciales de la buena arquitectura, pero al mismo tiempo una de las más esquivas y difíciles de definir. Frente a cuestiones como la solidez o la funcionalidad, objetivamente evaluables, lo bello parece escapar a cualquier pretensión de comprensión unívoca, apelando a la subjetividad del observador y a la relación de este tanto con el hecho arquitectónico como con su propio contexto cultural. A lo largo de la historia han sido varios los intentos de acotar ese concepto de belleza arquitectónica. Este texto aborda algunas de las aportaciones, fundamentalmente americanas, que durante el siglo XX quisieron identificar la belleza en unos rasgos que, de acuerdo a la más consolidada tradición formal, deberían estar desprovistos de ella: la ausencia de orden y armonía. Unas aportaciones que, al contrario que otros intentos de legitimación del desorden mediante su asociación a determinados cánones estéticos, como lo sublime, lo grotesco o lo feo, trataron de redefinir el propio concepto cultural de belleza. Y, al hacerlo, reconectaron este valor no solo con el resto de principios de la tradición clásica –firmeza, utilidad–, sino también con algunos de los retos de la arquitectura actual.

Ensayo investigativo teórico con finalidad didáctica y profesional. Trata de las cualidades de los objetos arquitectónicos, extensibles a todos los objetos artificiales con roles funcionales. Clarifica conceptos sustantivos teóricos para la docencia, y es a la vez una epistemología instrumental para el proceso de diseño. Entre más claridad y desarrollo de estas categorías cualitativas, más exacto e integral el diseño como práctica tecnológica dirigida a la modificación entorno. Por tratarse de una teoría fundamentadora, muchos conceptos provienen de bibliografía clásica, no efímera. El método empírico-analítico permite cotejar conceptos con una profunda reflexión analítica tras la relación experimental humana con los objetos artificiales y sus propiedades. La literatura del diseño hay utilizado algunos de estos conceptos, pero usualmente sin el adecuado detalle y debida actualización. La tradicional taxonomía conceptual vitruviana de utilitas, firmitas y venustas es una buena base, mas resulta insuficiente, especialmente porque no incorporan otras variables semióticas aparte de la estética, y deja de lado los costos. Se proponen y detallan integralmente las categorías cualitativas la utilidad, estabilidad, significados, costo económico y costo ambiental, más la sostenibilidad como supra-cualidad integral. La utilidad y significados como cualidades funcionales; la estabilidad y costos como propias del objeto en sí. El concepto de función se extiende a las función práctica utilitaria y a la función semiótica de los objetos artificiales.

El concepto de Venustas, término de larga tradición y con distintas acepciones desde la Antigüedad Clásica, es utilizado por Isidoro de Sevilla para la construcción de edificios inspirado por la concepción estética de S. Agustín y con la obra de Vitruvio de telón de fondo.