Lozano Vega, María José, Olid González, Evangelina, Rodríguez Díaz, Álvaro (eds.), Lozano Vega, María José, Olid González, Evangelina, and Rodríguez Díaz, Álvaro (eds.)
La sociología está por todas partes porque la sociedad está por todas partes. Y porque la sociedad está minuciosamente insertada en la mente de cada persona. Porque integrarse socialmente supone una aprobación ineludible de lo que nos envuelve. Decir que sí a lo que constituye la familia, la escuela o el trabajo supone aceptar unos valores sociales que están confirmados en unas normas —escritas o no— que nos facilitan ser personas normales. Así que en la vida cotidiana asumimos lo que hacemos y cómo lo hacemos, dónde y con quién, y hasta de lo que pensamos y sentimos. Pero difícilmente somos capaces de aceptar lo que es invisible e insonorizado porque no se ve y no se oye. Un buen analista social no describe su observación sino que la interpreta, la desempaqueta, hurga en los detalles, los desvela, los relaciona y concluye con novedades para, inevitablemente, abrir más dudas y sugerir más búsquedas. Esta necesaria descodificación social, una tras otra, es lo que anima la tarea del sociólogo. Con ese ánimo se presentan diferentes textos, firmados por profesores universitarios, que analizan hechos sociales que son muy comunes, y hasta tan próximos y rutinarios que impiden discutirlos. Suponen aspectos aislados en su apariencia, desde la virgen María, el suvenir, la postal, la protección animal, la calle, los grafitis, Facebook y el orgullo gay hasta la peluquería, las bragas, el biberón, el tabaco, los burladeros, la nómina, el Marca, el pádel y la camiseta de fútbol. Pero cada ejemplo, tras su fachada exterior, lleva subliminalmente incorporados otros mensajes latentes e inesperados, que tienen mucho en común y son tan representativos como eficaces para entender parte de la historia, la economía, la política, la cultura y, en especial, el por qué y el cómo nos relacionamos. En los relatos se parte de los hechos y no de las teorías. Se parte de los símbolos para interpretar lo que simbolizan y de los signos por lo que significan. Se parte de las personas para conocer a la sociedad que llevan dentro. Y sobre todo, se parte de unas cosas para explicar otras. Todos los hechos sociales —desde la moda en el vestir, la cartelera de cine o las declaraciones sindicales— no viven aislados sino que están entrelazados, unidos en su raíz genética, porque surgen de los mismos valores dominantes y encajan entre sí como las piezas coloreadas de un puzle, portando cada una el mismo ADN social que las demás. Así, el empeño que aparece en estas páginas es desvelar la vida social mediante alguna de sus piezas, con sus detalles y relaciones.