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El terremoto de abril de 2016 generó una profunda ruptura de la vida cotidiana en las provincias de la costa ecuatoriana. Causó destrucción de infraestructura y viviendas, se llevó vidas humanas dejando tristeza, desolación, frustración y desencanto, desestructuró la vida social de estas poblaciones. La crisis vivida desde las vulnerabilidades del terremoto se agudizó con la pandemia actual. No faltaron quienes encontraron la oportunidad de aprovecharse y beneficiarse del desastre; las élites locales y grupos ligados al gobierno, que otorgaron contratos a familiares, desviaron donaciones económicas, y dejaron a las poblaciones afectadas en la misma o peor situación. Con cuatro años de investigación empírica – entre San Vicente (Manabí) y Muisne (Esmeraldas), además de otros lugares – este libro presenta una recopilación de las documentaciones, transformaciones y cambios a partir del terremoto. Como las crisis también pueden ser oportunidades, este libro quiere dar pistas, sugerencias e ideas para enfrentar las emergencias de una manera eficiente, donde la reconstrucción y recuperación estén conectadas – en un sentido integral a la prevención de desastres. Pretende abrir caminos para investigar las causas profundas de la vulnerabilidad local y mostrar las capacidades y el funcionamiento resiliente y sostenible de las poblaciones en la zona, lejos del asistencialismo y clientelismo tan frecuentes en nuestra región.